domingo, 21 de septiembre de 2025

El ruido del motor se pierde entre la niebla

El ruido del motor se pierde entre la niebla, o más bien llega a través de ella, aunque no estoy seguro de si se aleja o se acerca. En medio de tanta humedad los sonidos resultan extraños, confusos, como si no estuvieran seguros de cómo comportarse. Es un motor, al menos tengo esa certeza, tal vez sea el de un avión, o de alguna otra cosa igualmente grande. Está cerca, pero no se ve nada. Tal vez esté volando muy bajo, aunque con estas condiciones debería hacer lo contrario. Al menos es lo que yo haría, pero no soy el experto, solo soy el que escucha el ruido de ese motor como si estuviera persiguiéndolo.
    La humedad, esas gotitas de agua en suspensión que no saben qué hacer, se adhieren a mi piel, a mi ropa, a todo mi ser. Siento húmedos lugares de mi cuerpo ocultos y bien protegidos. Por ahora no tengo frío, este llegará después, cuando el sudor se seque y tal vez no salga por completo el sol para levantar toda esta niebla. El motor continúa ahí, diría que a la misma distancia, yéndose o llegando, no se mueve y yo avanzo muy poco porque el resto de los sonidos quedan ocultos, y eso es lo más peligroso.
    Nada de cuanto me rodea puedo tocar, estoy seguro de que alguien me lo dijo. Esa indicación se repite en mi cabeza como una mezcla entre advertencia y amenaza. Esas cosas con el aspecto de árboles pueden no serlo, la misma niebla puede no ser solo niebla, y, si es así, el motor que no dejo de escuchar también podría ser otra cosa. Ignoro qué podrían ser, pero sin dudas serán algo diferente a lo que simulan ser.
    Quizá es posible que también yo tampoco sea lo que muestro ser. Pero ni siquiera eso sé lo que pueda significar. ¿Qué soy? Pensar en quién pueda ser es otra cuestión, primero tendría que definir qué soy, y hacerlo sin dejar de avanzar paso a paso entre la niebla, intentando percatarme de cualquier otro sonido que no sea el de ese motor, percatarme de cualquier otro movimiento que no sean los míos. Los reflejos se confunden, parpadeo más de la cuenta para liberar mis ojos de la humedad, pero las gotitas de niebla me ciegan.
    El ruido del motor parece más cercano ahora, más insistente, como si el avión pasara directamente sobre mi cabeza o algo parecido. A mi alrededor todo se estremece, no como si vibrara, como si se rasgara. Un dolor lacerante me atraviesa, como si algo intentara salir del interior de mis entrañas, algo que al salir me destruirá, me matará en medio de esta niebla, de esta humedad, sin escuchar otra cosa que ese motor yéndose o llegando, de algo a punto de aplastarme.
    El dolor hace que me tire al suelo húmedo. Entre el barro maloliente veo mis pies descalzos sabiendo que no puede ser así, que tendrían que estar cubiertos por las botas de mi uniforme.
    Hace frío ahora, por fin siento frío.
    El motor ruge en mis oídos. Quiero tapármelos con las manos porque algo caliente fluye a través de ellos. Mi cuerpo no reacciona, mis manos no se mueven, mis ojos no se abren, pero tampoco se cierran.

1 comentario:

José A. García dijo...

¿Cómo se siente el estar perdido en la vida sin siquiera saberlo?

Saludos,
J.