—Hola —digo cuanto te veo, porque es lo más fácil y porque es lo primero que se me ocurre.
—Hola —respondés vos y te quedás ahí, mirándome, esperando algo más, segura de lo que tiene que ocurrir a continuación. Sí, veo en tu seguridad, en tus ojos, en tus gestos, en tu pose, que vos sí sabés lo que tengo que hacer ahora. Yo no, yo dudo, yo solo sé dudar.
Dudo de lo que debería decir porque nada me parece estar a la altura del momento, nada tiene sentido, todo me suena a hueco, vacío, a cosa ya dicha que poco agregaría. Te miro, es todo lo que puedo hacer y sé que es extraño, mi aspecto es extraño, mi expresión lo es, mis ojos un tanto saltones, mi nariz un poco desviada desde que me caí de la bicicleta cuanto estaba en la escuela, caída que me dejó esta cicatriz en la barbilla, mi barba poco y mal crecida, mis ojeras. Todo en mí resulta extraño, contrahecho, olvidable. Me lo dicen siempre, lo tengo asumido.
El tiempo corre y sigo sin decir nada.
Es como si estuviera en un juego de espejos opuestos y lo que veo me resulta maravilloso. Tus ojos luminosos, tus pestañas rizadas, tus pómulos altos, tu boca invitándome a besarla, tu sonrisa que apenas se asoma como si esperara una invitación a mostrarse completa, tu piel que imagino suave no solo en tus mejillas, tu pelo cae en una línea perfecta escondiendo tus orejas y se ve fuerte, como si estuviera vivo y alegre como el resto de vos.
El tiempo corre y sigo sin decir nada.
Me gustaría, pienso, no lo digo. Me gustaría que pudiéramos saltarnos todas las preliminares, todos esos pasos en los que vamos conociéndonos, los juegos con los que vamos sabiendo más el uno del otro, en los que aceptamos que la perfección es solo idealización y que está bien que así sea. Evitar esos momentos de tensión, real o no, en los que lo que uno quiere choca con lo que el otro espera o está dispuesto a dar o le es posible hacer. Saltarnos todos esos pasos y llegar a ese punto inevitable en el que ya nos conocemos tanto, ya lo vivimos casi todo, y entonces comenzamos a odiarnos, a despreciarnos, a creer que lo mejor hubiera sido nunca conocernos, que nunca tendrías que haber respondido mi saludo o aceptado la invitación a cenar de aquella vez, lo que sea. Ese momento, que siempre existe, en el que lo único que queremos es también lo único que no tendremos, y eso es poder olvidarnos el uno del otro. Pero no, es imposible, no se olvida nada después de tanto, no después de todo.
El tiempo corre y sigo sin decir nada.
Me decido. Ya tengo algo más para decir. Ya no estás aquí, a dos pasos de mí, estás un poco más lejos. Te veo en el reflejo de los espejos haciendo tus ejercicios mientras yo sigo acá, inclinado sobre las mancuernas como pensando cuál debería levantar cuando en lo único en lo que pienso en lo que bien que te verías por las mañanas, sin maquillaje, con cara de dormida, un poco despeinada, sonriendo. Eso es algo que nunca sabré.
El tiempo corre, mejor no decir nada.
Las de diez kilos están ocupadas, tendré que intentarlo con las de doce y medio.
21 comentarios:
Sin lugar a dudas, el mal de la época es pensar demasiado las cosas.
Saludos,
J.
Bueno... Tampoco estaba tan buena.
Ese siempre es el último pensamiento.
Bueno no... siempre queda: Podía haber tomado ella la iniciativa
Abrazooo
¿y si le guñas un ojo?...Prueba¡¡¡ nunca se sabe ¡¡
Cuántas veces no tenemos esos soliloquios internos donde entramos en esos bucles mentales y que de repente por algún motivo externo,algo nos trae a la realidad y nos damos cuenta de lo más llano y banal.
Tener que levantar pesas de más kilos por ejemplo :)
Me encantan tus relato.
Un saludo.
Gabilante: Ese es el pensamiento del derrotado.
Tot Barcelona: Tal vez el personaje también era bizco ...
Luna Roja: He llegado a considerar que somos seres banales el 99% del tiempo. Aunque no tengo ningún estudios científico respaldatorio de esto...
Saludos,
J.
Tu comentario resume muy bien tu relato.
Los espacios propicios pueden no serlo tanto. A veces se requiere de una inicativa propia. Y eso es tan difícil.
Y está el riesgo de decir las palabras equivocadas que espanten a esa mujer tan atractiva, que se ve tan bien haciendo gimnasia.
Saludos, colega demiurgo.
Es muy duro dar el primer paso uno se queda congelado. Te mando un beso.
La naturalidad se está perdiendo, tanta reflexión nos está atontando
Pensamos mucho por el temor al fracaso que nos han inculcado en el colegio. Tenemos interiorizado que fracasar, aunque sea una vez, te hace un perdedor para toda la vida, y en esta suciedad, digo sociedad, a los perdedores se les señala mucho, y nadie quiere ser señalado por perder.
Joder, qué sabré yo.
Alguien debería decirle al protagonista de tu relato, que por muchas pesas que levante, lo que le falta es seguridad en sí mismo. Esa inseguridad es la que hace que piense demasiado las cosas, tanto como para que se le escape la oportunidad. Pero tal vez es lo que pretenda...
SAludos.
Creo que si sería hermoso saltar todos los preliminares...
Abrazos
“No hay ningún auténtico sabio que, antes de serlo, se lo propusiera." Eso mismo sucede cuando solo le creemos a nuestro reflejo.
Yo saltearía como decís los prolegómenos, la cháchara y el flirteo, el small talk... pero también evitaría ir del otro lado de la montaña y evitaría el desdén, la mirada de mierda cuando ya no hay amor, los comentarios hirientes, las caricias frías y los besos de amigo.
Si fuera posible me quedaría en ese punto en que todo encandila y brilla, ese momento en que nos ahogamos en sus pupilas y ese placer inmenso que te hace juntar los dedos de los pies.
Ese momento que se reduce a estar abrazado a una cintura...
¡Hay que ver lo que se esconde detrás de un "hola"!
Salu2.
son malos tiempos para dar pasos en ninguna dirección. Un hola a destiempo y en el lugar no indicado y acabas crucificado en las redes sociales.. menos mal que nadie lee blogs ;)
En el gym, un ¡Ola! ya es un buen comienzo.
Ánimo. el próximo día...
Tampoco hace faltal que si no hay pesas de de doce y medio te vayas a por otras más pesadas para impresionarla je, je.
Un saludo.
Quizás sea mejor, no decir nada. Un abrazo. Carlos
Un saludo, un hola ....a veces no son necesarias muchas más palabras
Un abrazo
Es mejor no pensar tanto las cosas e ir directo a lo que nos siente.
Interesante lo que nos cuentas Jose A
Un saludo
Puri
Me encanta como plasmas una historia de forma que yo, que solo he pisado un gimnasio hace tanto que apenas recuerdo, me identifico con esos sentimientos del protagonista... Y es que por desgracia vivimos disimulando y olvidamos que de alguna manera todos tenemos los mismos sentimientos. Cambia lo contingente pero no lo esencial. Gracias por este cuento
Somos diversos. El del cuento no eres tú, por suerte (para ti). Ante una situación así, en la realidad, lo único práctico es tirarse a la piscina, aunque cubra demasiado y no sepas nadar. Mejor ahogarse de vergüenza y de no antes que de frustración y soy tan feo. Llega un momento en el que uno hereda la cara de su padre, de su padre de viejo ¿y qué? Aquí no hay literatura ni filosofía, estamos ante un hecho crucial ¿te acostarás con ella o dormirás solo? Visto visto me temo que lo de siempre.
En mi caso hace tiempo que decidí arrepentirme solo de lo que no hago .
Saludos.
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