No sé qué pasó, no sé por qué dejaste de responder los mensajes. Después de todo, era solo una invitación para tomar unos mates a la costa del río, y no era una propuesta de casamiento ni para acordar si lo mejor era pasar la navidad con tu familia y año nuevo con la mía o si era preferible que fuera al revés. Como te dije, era solamente ir a tomar unos mates. Íbamos a ir al río, a la costa del río, acá cerca, en Tigre, el mismo lugar del que ya te pasé algunas fotos. Yo iba a llevar mi equipo de mate completo y a ser quien los preparara, me tomaría el primer mate, que siempre es el más difícil y me aseguraría de que estaba bien para darte uno. Vos ibas a tomarlo y cuando me lo devolvieras ibas a decir “esto es un asco”, a eso yo respondería con un “callate” y vos me ibas a decir “callame”, me ibas a mirar con esa mirada que tenés vos que siempre me deja sin palabras porque siento que tus ojos no solo miran mi cara, mi piel, mi mal peinado y la barba desprolija, sino que miran más profundo, no me refiero a que miren la composición de mi sangre, sino algo como el alma; y aunque no estoy seguro de que eso exista, es la mejor forma de decirlo. Así siento que me miran tus ojos, como si buscaran mi alma. Entonces, mientras me mirabas de esa manera, iba a hacer lo único que puede hacerse en un momento como ese, te levantaría en mis brazos, porque estoy yendo al gimnasio no sé si lo notaste, pero estoy yendo al gimnasio, por eso iba a levantarte en mis brazos, te llevaría hasta la baranda de protección y te tiraría al agua. Entonces, vos, cuando la sorpresa de encontrarte en el agua se te pasara y te dieras cuenta de que además de estar mojada está muy fría para éste época del año, y el agua del Delta siempre está fría, dirías algo así como “no, el celular”, solamente después de eso dirías que no sabés nadar y tendría que tirarme yo también al agua para ayudarte, pero una vez en el agua, además de encontrarme mojado y frío, iba a darme cuenta de que yo tampoco no sé nadar, cosa que ya sabía pero que olvidaría al escucharte gritar, entonces iba a tener que ir alguien más a rescatarnos, no sé quién, la policía, la prefectura, las fuerzas armadas, alguna de las personas que estaban por ahí y que sí supiera nadar, lo que sea, pero nos rescatarían. Los dos íbamos a terminar en la comisaría porque, obviamente, en el río no se puede nadar y siempre hay alguien que denuncia a los que hacen las cosas mal. Estaríamos riéndonos o enojados, tal vez cubiertos con una frazada sucia y con olor a pis, porque las frazadas de las comisarías siempre huelen a pis, y no me preguntes cómo lo sé, pero lo sé. Ahí, en la comisaría, iba a darme cuenta de que me había olvidado en la costa, ahí en el río, al costado del banco en el que nos sentáramos, la mochila con el equipo de mate, lo que más me dolería sería la pérdida del termo, ese mismo con el que me viste tantas veces y que a pasar de estar viejo y de parecer un sobreviviente de otro siglo, es mi termo, tiene su historia y tengo mis motivos para conservarlo, por lo que sería un verdadero dolor y una molestia perderlo de esa manera. Entonces, la verdad, sí, te agradezco el que no me hayas respondido los mensajes y que no fuéramos a tomar mates al río, porque quiero mucho ese termo y por nada, ni por nadie, en el mundo, quisiera perderlo.
sábado, 5 de julio de 2025
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4 comentarios:
Siempre hay que tener presente las cosas importantes de la vida...
Saludos,
J.
Un texto previsorio de lo que iba a pasar pero no pasó por la ausencia de ella. Quizás mejor fue así, porque lis dos pudieron haberse ahogado. Un abrazo. Carlos
Siento que usted leyó mi entrada de mi tacita de Caravaggio.
¿Realmente le importaba el termo o buscó un argumento para conformarse?
Saludos. colega demiurgo.
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