Nadie sabría decir cómo fue que comenzó. El
secreto, entre los hombres de dinero, siempre ha sido una cuestión de honor.
Los multimillonarios, de esos que tienen tanto dinero que ni siquiera las
próximas doce generaciones de su familia podrían acabárselo, pactaron llevar
adelante sus acciones en medio de bailes para la recaudación de fondos contra
enfermedades controlables pero cuyas vacunas no resultaban redituables, orgías diversas
y entregas de premios Nobel.
La oscuridad sobre la forma en que
se gestaron sus ideas es tanta que ni siquiera es posible encontrar un rastro
de quién fue el primero en proponerla. Claro que, llegado el caso, tampoco es importante.
Lo que llama la atención es que, realmente, más allá del ego y de la competencia
para saber quién de ellos poseía más dinero —real o virtual—, lo que primó fue
el diálogo.
La
Fundación de Financiamiento de Asesinos Filántropos —FFAF, porque no se les
ocurrió ninguna otra sigla que sonara menos ridícula—, nació de la voluntad de
un pequeño grupo de megamillonarios con la ilusión de financiar las acciones de
estos individuos, los Asesinos Filántropos,
de los que habláramos antes y que, por una razón u otra, no disponían de los
medios suficientes para llevar adelante sus deseos. Una Fundación de la que, sin
dudas, el propio Asimov sentiría envidia.
Al
menos eso es lo que podía leerse en los folletos de la Fundación.
De
ésta manera, las acciones propagandísticas de los Asesinos Filántropos, que
continuaban, al igual que hoy, en el mayor de los anonimatos, tuvieron quién
los proveyera de materiales. El único requisito era completar un formulario a
ser presentado por triplicado, explicar la idea que pretendían llevar adelante,
y pensar en la mejor forma de beneficiar a la mayor cantidad de gente posible.
La Fundación se encargaba de todo lo demás, ya que contaba con los activos suficientes
para realizar, prácticamente, cualquier cosa. Ninguna idea era demasiado
grande, demasiado costosa, o demasiado imposible para ellos.
Incluso, dicen los rumores en la
nueva red, que han adquirido varias islas del Caribe en donde llevaron adelante
estudios genéticos con el fin de conservar el adn de especies en peligro de
extinción, y de otras ya extintas, con el fin de, una vez producido el cambio
climático, repoblar la tierra con animales salvajes. El que la mayoría de esas
islas se encuentren deshabitadas debido a la incidencia de rayos ultravioleta
ante el debilitamiento de la capa de ozono, alentaba este tipo de comentarios.
Otros sostienen que el cambio climático es una mentira, pero esa secta se
encuentra en franca minoría ante las evidencias científicas irrefutables, como
el hecho de que la península de Florida, uno de sus mayores bastiones, haya
desaparecido bajo la gran marejada ciclónica de finales de la década anterior.
Los teramillonarios con acceso a lo
mejor de la ciencia médica, continuaron casándose con mujeres —y en algunos
casos muchachos— varias décadas menores que ellos, porque era lo que siempre
habían hecho. Al mismo tiempo, vasectomía de por medio, evitaban que posibles
retoños devastaran sus cuentas bancarias y se hicieran conocidos únicamente por
sus escándalos en las redes antisociales. Si dejaban un legado al mundo sería
su participación en la Fundación en lugar de los titulares de los medios
mundiales sobre sus parejas, exparejas, hijos legítimos e ilegítimos, y sus clones
extraoficiales, luchando por el acceso a su herencia.
En silencio, en secreto, como parte
de un pacto de sangre, sus fortunas se unirán formando una Fundación
examillonaria, con tanto dinero como para influir, realmente, en el destino del
mundo. Para poner en juego aquellos ideales contra los que lucharon sus
antepasados aniquilando obreros e indígenas en el sur de Argentina, en el Oeste
de Estados Unidos, en las frías estepas de Rusia y en cualquier lugar donde
flameara el rojo estandarte de la igualdad por el fuego y la abolición de la
propiedad privada.
La utopía tendrá lugar.
Utopía diferente a la imaginada,
pero utopía al fin.
Después de todo, cuentan con el
dinero para hacerlo. La cuestión es saber cuánto tiempo más tardarán en ponerse
de acuerdo.
14 comentarios:
¡Qué fácil que es soñar!
Pero, con el dinero suficiente, cualquier sueño se cumple.
Nos leemos,
Saludos!
J.
yo a estas alturas de la vida, me creo cualquier conspiración
besos
Me recuerda al Club Bilderberg...Qué miedo, por Dios. Saludos
El dinero y el poder mueven el mundo, que no sabemos cuanto durarà.
Aunque siempre quedará la esoeranza de encontrar algún nuevo planeta azul afonde instalarse los supervivientes...
¿no?
Besos.
¿Que es peor, alguien despiadado, solamente interesado en el dinero, el poder o alguien que tiene ideales para imponer, para llevar a la práctica, a cualquier costo?
Es lo que me hace plantear tu relato.
Saludos.
Pero si al final quedan dos o tres ricos nadas más, ¿a quién iban a esclavizar?
Poderoso caballero es Don Dinero, desde que el mundo es mundo y hasta que acaben con él.
Un abrazo José.
Muy interesante lo que escribes. Me hiciste recordar a un serie que vi hace algunos días atrás. Hablaban de la codicia. Empresas creadas para engañar a las personas creando inversiones falsas. Las victimas invertían toda la cuenta de ahorro, mientras ellos, vivían una vida extremadamente lujosa. El mundo sigue girando, todavía hay personas que viven con medida y sin excesos. Al final, el dinero es el problema, el dinero es la solución.
Lo mejor es pensar con el corazón.
Buen día!
Creo que realmente el mismísimo Asimov sentiría un poquito de envidia.
Las siglas me recordaron al CAFF, ese club de tango que toda vez que lo nombran en la radio tienen que aclarar: ¡con doble efe!
Los malvados sin poder ¿qué pueden hacer? alguna maldad menor, son guapos de barrio, el pibe maldito del aula... pero cuando sos terarmillonario y encima te unís a otros teramillonario (¡Uníos!). Ahí realmente tiembla el Mundo.
Excelente relato J.! Un poco de resistencia a la locura
Abrazo!
Tal cual Frodo:
Teramillonarios del mundo... ¡Uníos!
Nos leemos,
J.
Acertada mención la de Asimov, esos teramillonarios recuerda a los ultras, incapaces de sentir empatía.
Un relato que para la época en que estamos, bien podría ser una editorial o crónica periodística, claro que no encontraría medio masivo donde publicarse.
saludos José!
Hola, J:
Me temo que tu excelente distopía literaria es un relato de anticipación, una crónica de un tiempo que está por llegar a aquellos aspectos fundacionales de nuestra sociedad en los que lo que cuentas no nos ha alcanzado ya.
Un abrazo, J.
mejor son las teorías de conspiración que se inventa el Gobierno de Venezuela, esas si son de risas. Inyecciones de cáncer, que la tierra de Bolívar está a nada de convertirse en potencia mundial, que no hay hambre y demás cosas
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