Existen, sé que así es, un tipo de personas de
tan difícil catalogación como difíciles de encontrar y, también, de comprender.
Como es obvio, no todos somos iguales, por más que algún fanático religioso así
lo creyera; sino que, en la variabilidad de la especie humana radica no sólo la
semilla de su destrucción, sino también, la de su grandeza (salvación suena a
que todavía existen esperanzas).
Estas
personas de las que hablo son únicas, tan o más que aquellos hombres buenos de
la leyenda; quizá ni siquiera se sepa su verdadera cantidad, quizá sólo exista
una de ellas en cada generación, o en casa siglo. No lo sé. Porque ignoramos
mucho sobre nosotros mismos, y mucho más sobre los demás. Cartografiamos el
cosmos y las grietas submarinas, pero apenas escarbamos la superficie de
nuestra personalidad.
Yo
las denomino, a falta de un nombre mejor, personas
terremoto. Porque si tienes la suerte de conocer a una de ellas, todo
cuanto te rodea, tiembla. Es cierto, lo hace, de manera literal y
metafóricamente al mismo tiempo; con una emoción muy superior al amor (si es
que existe algo semejante). Tu mundo se tambalea; tus concepciones y creencias
pierden importancia; los castillos intelectuales flaquean hasta dejarte
desprotegido por completo; y nada queda en pie.
Son
personas capaces de despojarte hasta de las máscaras más ocultas. De las
máscaras que se esconden otras máscaras debajo de la piel. Pueden hacerlo, es
cierto, pero son pocas las personas terremotos que existen. Por eso, si tienes
la dichosa suerte de encontrarte con una, sin importar el género ni la edad, ni
esas otras falsas diferencias inventadas para nomenclaturar a las personas, si
conoces a una de ellas, todo cambia.
Sentirás
el suelo temblar, las piernas se te volverán gelatina, y tu corazón palpitará.
Quizá
sea pasajero, quizá sea eterno.
El
momento no es lo importante, si no lo que hagas luego de él.
O,
quizá, lo que no vuelvas a hacer.
11 comentarios:
Luego me cuentan cómo andan de suerte...
Saludos
J.
Queda entendido que el cambio puede ser para bien o para mal.
Esas gentes vienen también con sus propias máscaras y buena suerte al que intente descifrarlas.
En los posts de la serie "literatura a mi manera" en mi blog necesito mencionar un capitulo donde aparece una de estas personas. ¿Puedo colocar un link para acá?
Besos.
Ningún problema, Taty, adelante.
Cualquiera de las ideas vertidas en éste blog si son útiles para despertar la curiosidad o la creatividad de alguien más, es que algo bien debo de estar haciendo.
Ahora, qué es eso que hago bien, todavía no lo descubro.
Saludos
J.
Es posible que esa clase de personas sean simplemente eso, Personas, y que lo que pase es que la mayoría del resto de gente está en coma...
Pues los efectos que describes se parecen a un flechazo de tomo grande y ancho lomo...
Y al contrario serán esas personas que te absorben la energía y te dejan más seco que un "bacalado"??
Un par de abrazos.
No te imaginás la cantidad de veces que intenté dejar un comentario, al final probé con diferentes navegadores y entré.
Hace mucho que no me encuentro con una persona terremoto, lo digo con tristeza, hasta estoy dudando de que aún existan.
Un abrazo.
HD
De nuevo por tu casa, disfrutando de las cosas que nos dejas.
Saludos.
Estoy de acuerdo contigo, lo que no se sabe es de dónde vienen y en su momento, cuál es su razón de ser, hasta que el tiempo pasa, el efecto de su sacudida pasa y entonces, el mundo reconoce ese poder.
Un placer como siempre José A.
No he llegado a encontrar esta persona a la que te refieres en este texto. Sí he tenido la suerte de conocer a personas muy inteligentes pero con el tiempo también se le descubre algunos fallos. Partiendo de que yo soy la persona con un número de defectos completos y suficientes para no rozar el prototipo jajaja
un abrazo
Las personas terremoto, excelente denominación les has puesto, saludos.
Gracias a tod@s por los comentarios, es bueno ver que éste tipo de conceptos se entienden mucho más fácil de lo que uno mismo cree cuando lo propone.
Saludos y Suerte
J.
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