sábado, 3 de mayo de 2025

El último día

Despertó sabiendo que era el último día, la última oportunidad, el final del camino. Llevaba el año completo esperando, por lo que sabía que sucedería, sí o sí, ese día. Ya no quedaban más opciones. Sin embargo, y a pesar de la importancia incuestionable de las próximas horas, prefirió continuar con su rutina como si nada fuera a cambiar, como si aún quedara un vasto camino por recorrer. Preferiría que no fuese así, pero se esforzaba y forzaría las cosas para que fueran mínimamente diferentes.
    Desayunó; se preparó para ir al trabajo; se cuestionó una vez más la utilidad o inutilidad de cuestiones tan nimias; puso en duda cada detalle de su ser, luego salió a la calle para acometer el día.
    Esperaba que lo que tenía que ocurrir sucediera en cualquier instante, en cualquier lugar, cuando estuviera distraído, cuando su atención fuera atraída por algo más. Muy en su interior sabía que esa distracción era fingida y que ni el más mínimo gesto, el menor sonido, ni una única palabra, escapaban de su estudio pormenorizado, de su análisis y posterior descarte por no ser lo esperado.
    Finalizadas sus horas de trabajo, prefirió regresar a la casa andando por el camino más largo, contempló el paisaje recortado de la ciudad, con sus casas de época venidas a menos, los edificios como cajas de zapatos apiladas, los árboles enfermos, las veredas rotas, los automovilistas que no conocían las mínimas normas de tránsito. Sabía que nada tenía sentido, valor ni importancia, sabía que todo estaba motivado por errores y no por cuestiones que llevaran a las personas a un crecimiento o una mejorar de lo poco que ya eran. Dudaba que fuera posible mejorar a alguien, al menos no sin que ese alguien estuviera dispuesto a hacer el esfuerzo, pero si aún así lo fuera, no sería él quien se tomaría el trabajo de intentarlo.
    Llegó la noche y el baño para olvidarse de las molestias cotidianas, para desprender esa costra que se forma a nuestro alrededor cuando tratamos con los demás, y volver a ser suaves como tiernos y rozagantes recién nacidos, hasta que la ropa, la primera capa de la coraza que creamos para protegernos, nos cubre.
    Cenó sin dejar de mirar al reloj acercándose a la medianoche. El tiempo se agotaba.
    11:55. El momento estaba cerca, podía sentirlo.
    11:58. Era su deseo. Su único deseo. Uno que nadie podía o debía negarle.
    11:59. El error no era una posibilidad.
    00:00.
    00:01. Sonó el teléfono.
    ―Felices veintiocho años ―escuchó que decían del otro lado de la línea.
    ―Gracias mamá…
    Lloró, si de tristeza o alegría, no lo supo su madre desde el teléfono. Solo él sabía cómo se sentía sabiéndose rechazado como miembro del Club de los veintisiete.

22 comentarios:

José A. García dijo...

Ese es uno de esos clubes al que no cualquiera ingresa...

Saludos,
J.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Para pertenecer al club de los 27 no sólo hay que morirse a esa edad. Sino también tener talento en algo artístico, como la música, y lograr cierta trascendencia.
Saludos

gla. dijo...

Que sorpresa el final
Claro, era inevitable cumplir los veintiocho años
Me encantó
Abrazos

J.P. Alexander dijo...

Uy es terrible envejecer. Te mando un beso.

Jose Casagrande dijo...

Puede ser que cuanto mas viejo se es mas rechazos de selectos clubs recibimos.

Ahora bien si, ha salido una idea de que algunos artistas mueren a los 27, pero no todos: lennon, presley y jackson, hemingway murieron ya mayores....

y eso en USA, en otros paises los artistas incluso no se suicidan o mueren jovenes.

pero bueno si llego a los 28 no pasara pues a esa galeria de "inmortales" que se mueren prematuramente.

Gabiliante dijo...

Es lo alto de la cámpana de gauss. Hay tanto tiempo ( subjetivamente medido) por detrás como por delante. Ya no es joven. Es viejo.
AbrZooo

CleveLand dijo...

¿Y qué prisa hay en morirse si de la muerte nadie sacó sus propias conclusiones? Sólo dejan la vida aquellos que, a pesar del brillo que emiten, se sienten profundamente hundidos en la oscuridad.
Saludos!

carlos perrotti dijo...

Pero siempre se puede ser miembro (aunque cada día somos más no faltan vacantes) de ningún club de nada...
Abrazo!!

María dijo...

Sinceramente , dudo muchísimo q a Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, Kurt Cobain o Amy Winehouse les hiciera la más mínima ilusión haberse ido con 27 , segurísimo q estarían encantados de recibir la felicitación de su mami y cederle el honor de pertenecer a ese selecto club a tu protagonista ...Tú ingenio es increíble!
Un abrazo !

Alí Reyes dijo...

Así que fue rechazado del club. Lo que él no sabía es que los miembros de esa cofradía debían hacer y deshacer para contribuir a su propia muerte

Anónimo dijo...

Supongo que no querrías morir azúcar. Sólo seguir eternamente en los 27. Un beso de Voz en off!

Beauséant dijo...

y, un mal día, el tiempo sigue su curso, van cayendo los cumpleaños, pero no hay llamada al otro lado...

María dijo...

Madre mía es intrigante tu relato, hasta que no he llegado al final no he sabido qué es lo que ocurriría, parecía que iba a ocurrir lo peor de lo peor, y resulta que era su cumple, la verdad es que sí que es algo que a mí ya no me gusta, cumplir años, pero si lo piensas es peor no cumplirlos.

Me ha encantado, de verdad, eres único escribiendo este tipo de relatos.

Un abrazo.

lunaroja dijo...

jeje..ya no cuento los días.
Estupendo tu relato,parece lo que no es, aunque al final tiene todo el sentido.
Un saludo

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Excelente relato, me sorprendió al final con un cierre magnífico.

Un abrazo.

Sara O. Durán dijo...

Bendita llamada a tiempo. Genial.
Un abrazo.

Fackel dijo...

Qué lejos me pilla ese club, José, y no sé si quiero recordar, o sí.

Cabrónidas dijo...

No quiero ni pensar qué hará si llega a los treinta y siete. Para entonces ya se le habrán acabado las lágrimas.

Manuel dijo...

Pues yo me alegraría de que no me aceptaran en el club de los 27, de los 45, 58, 71, y así hasta el de los 95 que ya me lo pensaría, porque dicen las malas lenguas que los miembros de este último, están todos un poco ido de la cabeza...
Como siempre, amigo, excelente y muy ameno tu relato.
Un abrazo.

Etienne dijo...

Espero que haya tomado la precaución de haber creado alguna importante vacuna, descubierto algún método insustituible o salvado miles de existencias, antes de desear no escuchar ese llamado.

Frodo dijo...

Marcá este también, y separalo para el Azucarero Greatest Hits.
Genialidad.

Es curioso, pero por algo como eso empezó mi blog

https://frodorock.blogspot.com/2010/08/pasen-y-escuchen.html

(véase el anteúltimo párrafo)

Abrazos, diabólico herr J

Nuria de Espinosa dijo...

Ante todo José, muchas gracias por avisarme del error en mi relato, no me di cuenta, supongo que por el cansancio que persiste por el tratamiento.
Tú relato es profundo, y muy bien desarrollado manteniendo la intriga hasta ese final el cual no quiere escuchar, y es que 27, 28, 29... Todos pesas con el avance del tiempo.
Me gustó mucho.
Un fuerte abrazo