¿A quién, por cierto, podría ocurrírsele algo semejante sino al Faraón? ¿Quién tendría una idea tal sino un verdadero hijo de los dioses? A nadie más, por supuesto. Era su deseo y allí estábamos las cabezas negras, que habitábamos el fértil valle, para cumplirlo.
Una ciudad en el desierto. Su nombre lo decía todo, construida para ser la futura casa de occidente del Faraón. Todo comenzó con la solemne ceremonia de colocar la primera piedra del edificio más importante de todos, la Pirámide. Entonces nació la ciudad.
Nació para nunca dejar de crecer.
Más de cien mil hombres de todas las tierras participaron alegremente de su construcción. Se levantaron murallas, estatuas, palacios, templos, burdeles, jardines y algunas viviendas. Todo labrado en granito y adornado con bellas pinturas, con escenas de la vida de los dioses en las que el Faraón se encontraba siempre presente. Se tuvo en cuenta hasta el mínimo detalle.
La ciudad creció y creció con roca, sudor y argamasa. El Faraón batalló contra los nubios en el lejano Kush durante la construcción de su ciudad. Miles de esclavos llegaron desde el sur, donde el triunfo del hijo de los dioses se hacía sentir. Esclavos para su ciudad, mujeres para su palacio y oro para sus arcas; eso y nada más que eso era Kush. Al igual que el Sinaí, aunque no tuvieran bellas mujeres proveía su provechoso oro. La tierra que el Faraón pisaba se convertía en su propiedad, en su mercado, la expoliaba, la destruía y gobernaba sabiamente a Egipto, cuidando de su río, sus canales y sus cabecitas negras.
Los años pasaron, el Faraón envejeció, los esclavos murieron, los trabajadores libres fueron reemplazados por sus hijos. El campo de rocas se parecía cada día más a una ciudad. De más allá del delta llegaron regalos para el rey, mujeres y riquezas que se embarcaron para la ciudad de roca.
Cuanto más cosas enviaba a su próxima morada, más se debilitaba la salud del monarca.
Llegó un día en que despertó junto con los dioses.
La noticia de la muerte del Faraón corrió rápido, muy rápido. Los trabajadores regresaron a sus tierras. Los ejércitos se desbandaron. Los hijos del Faraón se mataban entre sí para conquistar el trono de su padre. Las mujeres lloraban, aunque no todas las que debían haberlo hecho.
La momia fue colocada, el sarcófago cerrado, la pirámide consagrada; la ciudad quedó inacabada.
Casi nadie recordó, ni recuerda, al Faraón que sometió a Nubia, al Sinaí y sus riquezas, como tantos otros antes y después que él lo hiciera. No podemos afirmar si su tumba se encuentra intacta o si es verdadera la momia que allí yace. Hay quienes dicen, en susurros, que la suya es una de las tantas momias sin nombre que el desierto un día tragó para nunca devolver; tal y como lo hizo con su ciudad.

10 comentarios:
El de la imagen es el Monte Gebel Barkal, lugar dónde según la mitología egipcia, comenzó la creación del mundo.
Ahora ya lo saben
Saludos
Hola D:
Estupendo texto. Nutre los secretos guardados en la arena.
Gebel Barkal, que nombre tan misterioso, ya me averiguaré más sobre eso. Gracias por el texto y el dato.
Saludos.
que bueno lo que acabo de leer.gracias por contarlo.beso.
Como todo gran plan temrina destruyendose con mas rapidez de la que se pensó, cuantiosas y acertadas palabras para decirlo, mi amigo.
TU perfil no me gusta, suena muy descortez, he dicho!
jlg
Decir monte y 'gebel' es una redundancia..
Lindo lugar, x cierto.
che muy bueno...sabés?yo lo único que leí sobre mitología egipcia fue el libro de Max Müller y no recuerdo mucho...
Te mando un abrazo...
Egipto siempre me ha fascinado. Gracias por la historia.
besos
DE so hablaba, lo que yo logre no es ni un porciento de lo que pretendia, y no ptretendia el 100!
jlg
Qué terrible final para el faraón, que su nombre caiga en el olvido...
Pero el desierto se traga muchos nombres y muchos secretos también.
un gusto, pásese.
Paz
JLVasconcelos: La arena del desierto siempre guarda secretos, al contarios que su hermana, la arena de playa, que los escupe todo el tiempo añ mar...
La otra parte de mi: De nada.
Joe: El hombre no puede construir nada más grande que su propia sombra si es que quiere que su obra perdure.
Malthus: ¿Entonces el nombre significa 'el monte monte'? Y... las traducciones hacen estragos en el mundo.
Titán: Es un comienzo, pero está un poco desactualizado...
Luna: Fascina a muchos, tal vez por sus lunas, por sus estrellas o por la conjuncios de culturas que tienen sus calles...
Joe: Hay que seguir intentando.
Pazchi: Es verdad, nada peor para un Faraón que quedar en el olvido, ni para un dios.
Saludos
Publicar un comentario