sábado, 2 de noviembre de 2024

(Otra) Carta al (otro) padre

Padre:
    Puedo decir, para no reconocer mi falta de creatividad, que lo que sigue es un robo a Kafka o en todo caso un homenaje. Pero no sé, padre, si te gustaba la literatura, la de Kafka, el que yo haya querido escribirte o la idea de recibir esta breve carta. Será breve, sí, porque no tengo material para una carta tan extensa como la que escribiera Franz, por lo que a lo sumo serán un par de párrafos que quizá pierda, quizá destruya termine o insertando en algún otro texto más extenso, todavía no lo sé.
    Comenzaré con unas pocas líneas porque nunca sé cómo terminará cuanto comienzo a escribir, ese es mi secreto, escribo sin saber, aunque haya quien ya me ha dicho que escribo sin saber, pero seguramente se refería a otra cosa.
    Si lo pienso bien, padre, no tengo razones para escribirte. Tal vez el no tenerlas sea la mayor o la mejor razón. Algo así como las paradojas que generan todo lo contrario a lo que se espera, a lo que se anhela, a lo que se desea, y que no está ahí. Y como no está allí, otra cosa toma su lugar, ¿comprendes? No estamos allí, no podías estarlo, pero sí lo estabas, ¿lo ves? Es una paradoja que la ausencia sea también una forma de presencia. Morir es una forma de vivir y tu ausencia fue tu presencia. Tu muerte fue vivida con intensidad, diría que con demasiada intensidad si me lo preguntaran, pero nunca nadie me lo preguntó. El silencio ocupó un lugar cada vez más grande y desproporcionado en la casa cuando ya no estuviste en ella. Me gustaba escuchar música y no podía hacerlo, había que mantener el imperturbable silencio.
    Así pues, encontré la razón número uno para escribir: se hace en silencio, sin que nadie más que uno mismo escuche, sin que nadie sepa lo que se está pensando; además de que siempre puede destruirse lo escrito, romper los papeles, mojarlos ―si con lágrimas o alguna otra cosa me daba igual. Escribir no molesta a nadie, o no debería hacerlo, porque como no hace ruido es como si yo tampoco estuviera allí, pero sí, lo estoy y qué tanto estoy escribiendo, qué dicen esos papeles, sobre quién escribo. Porque soy un preadolescente que no tiene amigos, a quien nadie busca ni busca a nadie, y que lo poco o mucho que puede hacer es pasarse todo el día en la casa, en silencio.
    Una palabra, padre, una sola palabra, una única palabra, hubiera sido suficiente. No sé para qué, pero no dudo que lo hubiera sido. Esa palabra que nunca nadie pronunció, porque nadie en la casa hablaba.
    Romper ese mandato ―me― llevó años. Ni siquiera sabía que tenía una voz propia diferente a esa que me decía lo que tenía que hacer, ni que podía decidir hacer algo diferente, no sabía nada. Al día de hoy para muchas personas sigo sin saber nada, pero sé, para mí mismo, que es verdad que no sé nada.
    Una palabra, padre. Una única palabra.
    Quizá con saber que nada de lo que escribí en estos años te gustó había sido suficiente, o si tal vez uno solo de todos mis cuentos llamó tú atención, una de sus frases, la elección de un término, una única cosa, algo. Una sola palabra, no más que eso, hubiera sido suficiente, padre. Si no te gustó te hubiera llevado la contraria y seguiría escribiendo, como buen hijo mediocre; pero si algo de lo que escribí sí te había interesado, te daría el gusto de seguir escribiendo para dármelo a mí también. Pero no, solo escribo para llenar un silencio, uno que es terrible porque es un silencio que no se romperá jamás, un silencio eterno un silencio único, porque es mío y es tuyo y es nuestro y es, en definitiva, lo único que jamás tendremos, padre.
    Me gustaría cerrar esta carta diciéndote que te extraño, padre, que todo lo que escribo te será dicho en algún momento, por mi o por alguien más. En este punto es cuando la carta pierde sentido, si es que alguna vez lo tuvo. Creo que nada lo tiene, nunca lo tuvo, nunca lo tendré. Por eso escribo una carta a quien nunca lo leerá, espero una respuesta que nunca llegará y dejaré, por ahora, de escribir―te.

24 comentarios:

José A. García dijo...

¿Cuántas cartas no enviadas conocerá la historia de la humanidad?

Saludos,
J.

J.P. Alexander dijo...

Genial relato te hace pensar. Te mando un beso.

Jose Casagrande dijo...

A lo mejor Kafka tenia una relacion dificil con el padre.

Propongo volver esto uno de esos retos literarios de la blogosfera: 'Homenaje a Kafka' en la que los participantes escriben su propia version de la carta

Como la presente: Al menos aqui el padre sabia que el hijo hacia cuentos.... en mi caso eso era un secreto.

Estoy 100% seguro de que de ser posible el Padre hubiera contestado esa carta.

Bueno a lo mejor no.... no conocemos la version de los sucesos desde el punto de vista del padre.

Otra cosa ya seria escribirle al padre de otra persona..... pero eso es un reto aparte.

Alís dijo...

Ese silencio, la atmósfera que genera, me parece asfixiante. Sólo cabe agradecerle que se rompe con la palabra escrita.

Solemos caminar por la vida cargando con mandatos que vivimos como un "las cosas son así y punto" que no cuestionamos y ni siquiera reconocemos como un mandato. Cuando por fin logramos identificarlos así podemos ya liberarnos. El protagonista parece que aún tiene trabajo por hacer para liberarse completamente.

Muy buen relato

Un abrazo

Coŋejo pestilente dijo...

No.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Escribir para alguien que no puede leerlo, esperando una respuesta que no llegará.
Paradójicamente, tiene mucho sentido.
Saludos, colega demiurgo

Hola, me llamo Julio David dijo...

¿Qué tanto tendrá de homenaje a Kafka? Se sabe de él que gustaba de escribir casi quedándose dormido, en ese estado liminal entre sueño/vigilia que nos hace sentir "borrachos", pues le surgían ideas de las más surrealistas pero sinceras que una vez ya despierto y recompuesto, las usaba para dar forma a un texto. Todo esto te lo comento, porque a saber si el narrador hizo lo mismo y mató al padre en su escrito, pues dejó que su inconsciente tomara el control. Al otro día, su consciente reprimido no le dejó enviar la carta. Va un abrazo, José.

Gabiliante dijo...

esas cartas se escriben para uno mismo. Más sfelante las puede leer uno mismo para recordar lo mal que estaba y que ha progresado desde entonces. Si no es así, mejor no buscar la plancha para volver a darle forma de hoja de papel.
Abrazooo

Cabrónidas dijo...

Creo que es peor la carta que se envía, llega a la dirección del destinatario, pero no cae en sus manos. Miles de ellas desde la primera carta de la historia han sido esa carta que no llega a quien debe.

lichazul dijo...

Segundo intento de comentar , mi internet es horrible
Los progenitores son dioses creadores a escala humana, todo un universo de posibilidades
Escribir sin saber cómo será la resulta nos pasa a todos los que andamos por el pixel 😅
Buena jornada 👍

Beauséant dijo...

En el fondo, creo que todas las expresiones artísticas son un diálogo que establecemos con alguien que no esta ahí, una persona que, muchas veces, ni tan siquiera sabe de su existencia. Así somos los seres humanos, llamamos siempre a las puertas cerradas...

Un libro interesante, por cierto, las cartas de Kafka a su padre.

lunaroja dijo...

A mi me deja un rastro demasiado real...
Un abrazo.

Guillermo Castillo dijo...

Una carta que escribió, pero que nunca llegó a su destinatario, es como una botella al mar. Saludos.

Campirela_ dijo...

Cuando escribimos una carta obviamente queremos que se lea, lo malo es que se la mandamos alguien que no pueda hacerlo, que es lo que pretendemos con ello. Esa sería la pregunta. La respuesta, diria que saldar dudas y generar intriga en nosotros mismos. Un saludo.

gla. dijo...

Nunca le escribí a mi padre, una carta
Quizás estuvo muy ausente o muy callado
Abrazos

la MaLquEridA dijo...

Lo bueno de tener un padre ausente es que si se escribe una carta este nunca la recibirá. No existe ni tampoco letras que lo merezcan



Saludos

Irene F. Garza dijo...

Hola, José.
Escribir es terapéutico, no creo que importe que esta carta nunca tenga una respuesta, porque de algún modo, al mostrar en ella sus sentimientos, desembarazarse de aquello nunca expresado, ya en sí es liberador.
Pero es cierto que hay padres que sujetan a sus hijos con mano de hierro, una crueldad que no se concibe y es antinatural, a larga eso solo puede derivar en dolor y decepción.
Un fuerte abrazo.

Buscador dijo...

Antes de morir quisiste anunciarme tu partida. Nosotros en casa ya sabíamos de tu muerte, todo era cuestión de horas. Sabías de sobra que ibas a morir y aún moribundo, cuando llegué aquel dia de Córdoba, tu hermano Manolo te sujetaba la mano. Apenas sin hablar y contundente decías que no pasaba nada, que estabas bién...Ahora, ya si sabes que soy creyente al conocer a Dios y que todas las noches aunque sea de paso formas parte de mis sueños como te recuerdo durante el día. Miles de veces decías "gracias a Dios que es mas bueno que todo" y aquel día el te llevó envuelto en una muerte hermosa y sin dolor aparente. Levantaste la mano hacia el cielo con la mirada a las estrellas y, dejaste de respirar, eso fué todo...

Pero sigues aquí con nosotros. Dicen que soy el cabeza de familia ahora pero tu estás en mi corazón y sabes lo que pienso y hago. El día de Navidad sin pretenderlo lloré cuando dicen que solo lloran las mujeres y no lo puede evitar...

Volviendo a aquel 1 de Julio, me anunciaste tu muerte cuando regresé de Cordoba;¿Fuiste tú o quién fué? Quién hizo mover aquella lata de cerveza sobre la mesa y que alguien o algo me anunciaba tu muerte. Yo no sabía nada pues minutos antes tu mismo sabiendo tu muerte decías que estabas bién...Aquello me ha hecho pensar muchas cosas, todo podría ser menos sentir miedo. A nadie en mi vida vi morir en el mismo instante de su partida y tu muerte fué muy bonita.

Ha pasado apenas un año y en mi casa he tenido otras dos anunciaciones de muerte, nada más y nada menos...Vuelvo a decir que viviendo solo no siento miedo a nada. El corazón de las personas va mucho más allá de lo que es su vida cotidiana y tanto el creyente como el ateo, estamos abocados al mismo final. La muerte no es una desdicha sino la explosión de la vida que va mucho más allá de lo que llevamos conocido; una fiesta y un lloro por aquel que se fué.

El día uno de Julio hará un año de la partida de mi padre y fué una muerte muy bonita...

carlos perrotti dijo...

Qué ausencia no está siempre presente aunque puedan sernos indiferentes?
Me encantaste una vez más. Abrazo!!

Etienne dijo...

Las cartas son de por sí formas de canalizar lo que se siente y exteriorizar y comunicar. Puede ser que el destinatario no se entere, pero para el escribiente la función terapéutica ya fue cumplida.
Los padres son personajes complejos, batallando con sus propias limitaciones, sus impostergables obligaciones y su innegable condición de humano falible creyendo que son dioses de su feudo.
La soledad del adolescente que es permeable a todo, vulnerable a todo, es infinita y no cesa aún de grande.

María dijo...

Genial esta carta a tu padre. A mí me pasa igual, que empiezo a escribir y no sé cómo terminará mi texto jajaja. Me gusta la improvisación. Lo espontáneo. Me ha gustado tu carta. Las ausencias nunca lo son del todo.

Un abrazo.

Nuria de Espinosa dijo...

Transmite una profunda sensación de pérdida y anhelo. La idea de escribir para llenar un silencio eterno es desgarradora, y refleja la lucha por encontrar sentido en la ausencia del padre. La carta se convierte en un acto simbólico, un intento de comunicar lo irremediable y lo que nunca se podrá compartir. La conclusión, que deja entrever la falta de respuestas y el vacío que se siente, resuena con la desesperanza de que el dolor nunca se apague del todo. Es un retrato conmovedor del duelo y de la necesidad humana de conectar, incluso en la ausencia.
Un abrazo

SÓLO EL AMOR ES REAL dijo...

Muy bella carta y muy nostálgica

Paz

Isaac

Frodo dijo...

Cuántas cartas así así, y cuántos como el amigo de Kafka. Aquel al que Kafka, antes de palmar, le pidió que quemara sus escritos. Y ahí los tenemos.

Abrazos, herr