―Comencemos ―dijo el maestro.
Nos había distribuido a los doce o quince que éramos en la clase rodeando la pequeña tarima que ocupaba el centro del salón. Cada uno tenía su atril con su lienzo y sus carbonillas porque, como el maestro repetía en cada clase, el boceto inicial es lo más importante. Pero la tarima estaba vacía. Sin dudas sería uno de esos ejercicios extraños, de los que no parecen tener sentido, que tanto le gustaba plantear al maestro. Aunque debía suponer que no se trataba de algo tan sencillo, sino que allí había algo más. Tomé un trozo de carbonilla para bosquejar la ubicación de la tarima, tal vez el símbolo de lo ya acontecido o de lo a punto de suceder, en el centro del lienzo. Antes de que llegara a tocar la limpia superficie, la puerta del salón se abrió.
―Ah ―exclamó el maestro―, por fin.
Como había quedado de espaldas a la puerta, no pude ver quién ingresaba. Tampoco quería girarme y demostrar mi curiosidad como el resto de mis compañeros.
Cuando ella pasó junto a mí, pude sentir el aroma a flores que emanaba su cuerpo, pero no, no era su cuerpo, en las manos llevaba un ramo y un jarrón de terracota.
―Aquí, aquí. ―El maestro señaló la tarima.
Acomodó el jarrón a un costado y colocó unos almohadones de lino en el centro. Ayudó a subir a la tarima a la mujer y le indico que se sentara entre ellos extendiendo una pierna y flexionando la otra. Acabó haciendo un complejo e incómodo escorzo con la espalda hasta quedar casi tendida.
―Con permiso ―el maestro abrió la túnica que llevaba la mujer dejando al descubierto parte del cuerpo, la pálida piel y los senos más grandes que viera nunca. Me sentí ruborizar, me sentí extraño y miré de costado a mis compañeros, todos de la misma edad, todos igualmente inexpertos en cualquier arte que no incluyera un pincel en nuestras manos, y, aunque nadie quisiera decirlo, si lo incluía también.
El maestro acomodó los senos de la mujer, cosa que parecía imposible y tal vez fuera una excusa para tocárselos libremente, para colocar una de las flores, un clavel, en medio de ellos; sacó una manzana de algún lugar y le dijo que la sostuviera a la altura de la cabeza.
Se alejó dos pasos de la tarima y caminó lentamente rodeándola; acomodó los pliegues de la túnica, cambió de sitio el jarrón, corrigió algo en la postura de la mujer, volvió a tocarle uno de los senos con su mano completa y se alejó otra vez de la tarima.
―Perfecto ―murmuró―. Modelo vivo, señores ―dijo mirándonos. Siempre nos llamaba señores porque a pesar de que éramos un grupo de aprendices mediocres allí había aburridos niños ricos sin ninguna aptitud para nada, hijos de comerciantes que pretendían ser artistas, pobres diablos muertos de hambre con manos incapaces de dibujar una línea recta sin ayuda y unos pocos, muy pocos, con algo que podría llamarse talento. No diré a cuál de esos grupos pertenecía yo, tal vez a todos, tal vez a ninguno―. Pueden comenzar.
Se alejó hacia su propio atril, casualmente ubicado de frente a la modelo, con una vista privilegiada de sus senos, el resto de su cuerpo y de todo lo demás. Si quienes estaban del lado de la espalda se perdían la mayor parte del espectáculo, desde mi sitio la postura de la mujer creaba ciertas dificultades. Siendo que la tarima vacía me había planteado serias dudas sobre cómo proceder, con ella allí arriba la situación se volvía más compleja. No tanto por la enorme máscara demoníaca que ocultaba por completo la cabeza de la mujer y que con su negrura contrastaba con la pálida piel, ni por los cinco prominentes cuernos, los ojos rojizos, los colmillos que escapaban de sus belfos ni el cabello hirsuto y sucio, sino porque sabía que era un símbolo, como siempre decía el maestro, uno que debería descifrar mientras dibujaba.
26 comentarios:
Todo siempre puede ser un símbolo de algo más, pero ¿de qué?
Saludos,
J.
Me llamó la atención el título, porque me recordó a algo en que suelo participar, detrás de un atril, intentando dibujar a alguna modelo. Que a veces parece ser una musa encarnada.
Y resulta que el título está muy acorde. Se de quienes se han sorprendido ante el cuerpo desnudo de una modelo. Muy llamativo por lo que contás. Aunque sea un desafío para el protagonista, se siente priveligiado por su punto de vista, viendo a esa mujer exuberante.
Claro que resultó una sorpresa lo de la máscara.
Y puede surgir una duda inquietante. ¿Cuanto de esa parte atípica se debe a la máscara y cuanto a ella? ¿Hay mujeres sobrenaturales trabajando como modelo vivo?
Saludos, colega demiurgo.
En la facultad de diseño gráfico, varias veces nos tocó dibujar cuerpos desnudos, de hecho me ofrecí una vez y me dibujaron, carajo, qué perdida de tiempo, para lo que dibujaron hubiera prefeido que dibujaran un frutero carajo.
si uno busca simbolismos seguro que los en uentra, sobre todo si no los hay. si hay wue buscarlos, creo que la máscara simboliza el demonio que vigila que no se mueva nada dentro de los pantalones del personal masculino.
Y además creo que ocurrió en Japón y que es el origen del cómic exótico japonés ese, que no me acuerdo como se llama.
Abrazooo
No era más que el diablo posando en una de sus múltiples formas femeninas.
Un modelo vivo, presentando una mujer, puede ser una alusión a un diablo intentando pervertir a esos pobres mancebos. ;)
Saludos.
En el arte todo tiende a estar exagerado:
En genral en la literatura tiene que haber gnomos, explosiones, circulos kafkianos, se supone se debe narrar algo "memorable".
Lo ideal seria pues hacer un relato que reflejara exactamente la vida cotidiana.
En la pintura... si hay que desnudar a la gente.... porque hacer un dibujo digamos de alguien haciendo algo corriente, como seria la imagen de una persona simplemente enviando un correo electronico, como que no es pectacular.
Aunque a algunos artistas si les funciona eso.
No es bueno mezclar trabajo con sexo, y, sin embargo, una gran mayoría de pintores sucumbieron bajo los encantos de sus modelos.
Salut
pero... si todo es un símbolo, entonces, nada es un símbolo... por si acaso no mires a los ojos a la modelo, puedes acabar convertido en piedra...
Te desnudabas cada noche en tu habitación y yo desde la mía, en la acera de enfrente y en un claro de la cortina, te expiaba...Era verano caluroso y tu subías a tu habitación cerca de las 2:30 de la madrugada cuando ya solo se escuchan los ladridos de los perros lejanos o el canto de los gatos en celo. Eras mas mayor que yo que inexperto solo vio los pechos de su madre o las mujeres desnudas de las revistas.
La luz de tu habitación era tenue. Cruzabas por la ventana de forma natural primero en ropa interior. Recogías del armario la ropa que te pondrías por la mañana y a veces hasta te la probabas por encima para ver como quedaba. Mi aliento era ardiente como el calor del verano y me tocaba mirándote casi extasiado esperando verte otra vez desnuda a la luz de tu mesilla de noche...
Pasaban los días, pasaban los años. Nos saludábamos por las mañanas con buenos días como si nada pero cada noche de verano, yo fiel a la cita. A veces ponías la radio y bailabas un poco alguna canción de amoríos o te mirabas al espejo de perfil para ser espectadora de tu propio cuerpo...El mundo se detenía ante mis ojos cuando te quitabas el sujetador y tus pechos, aun firmes, acababan en dos puntas que nacían de dos galletas negras...Quería ver tu secreto, ardía en deseos porque solo se adivinaba un espesor oscuro a través de las braguitas.
Después del trance yo me limpiaba con el calcetín y lo lanzaba al patio de mi casa donde las hormigas daban cuanta de un festín. Mi madre era prudente y sabía de mi alto grado pasional. Nunca me dijo nada hasta que llegó la noche del escándalo cuando me olvidé de cerrar la puerta de mi habitación y me descubrió en trance. Tu escuchaste la regañina de mi madre y descubriste inocente al espía que tan inocentemente te decía buenos días por la mañana; eso me valió un castigo y una caída de mi vergüenza...
Seguía pasando el tiempo y tu me mirabas con ojos valientes cada vez que me cruzaba contigo mientras que los míos eran esquivos...Y pasó más tiempo hasta que llegó otro verano y un día, dejaste tu ventana abierta de par en par para desnudarte para mi...
La idea del pecado que ha pululado en algunos comentarios,podría ser uno de los simbolismos de tu excelente relato. Esos chicos adolescentes enfrentados a... (quién sabe!)
Un abrazo!
Reprodujiste la máscara o pintaste el rostro que percibiste? Los senos estaban ahí para distraerte, lo mismo que el jarrón y las flores...
Impecablemente narrado, amigo. Abrazo!!
Me gusto tu relato nosotros vemos símbolos en lo que hay y en lo que no. Te mando un beso.
Al momento de resolver una incógnita, una consigna o un problema, siempre es importante el marco teórico previo dado por el profe. Lo del simbolismo es lo mismo, dime en qué sociedad estas y te diré lo que interpretas.
Ah, pero la obsesión por el cuerpo desnudo y sus prominencias es de larga data y sigue!
Me quedé pensando en la mujer, con esa postura que parece incómoda y con el maestro tocándole los pechos en varias ocasiones... ojalá al menos alguno de los alumnos del grupo "con talento" haya hecho que valiera la pena.
Buen relato
Besos
Pues será uno de esos famosos seres mitológicos, mitad bestia, mitad beldad, que aterrorizan a los estudiantes de Bellas Artes, haciéndoles que les tiemble el pulso. Son incapaces de captar su esencia.
Chafardero
Todo el que dibuja en un óleo con un pincel, lo tatúa, lo desnuda, lo acaricia, no es de piedra, el artista tiene una extrema sensibilidad, lo siente y lo hace el amor, sea el símbolo que sea.
Un placer leerte.
Un abrazo.
No se si habrá entrado mi comentario.
Supongo que los artistas deben estar preparados para plasmar en el oleo, cualquier pedido
Supongo que cuando se está aprendiendo es mas difícil mantenerse al margen
Sin embargo el protagonista está involucrado totalmente
La máscara, pienso que es un límite
Hasta dónde debo llegar y el profesor al tocar con tanta familiaridad indica algo también
No se...me gustó
Abrazos
Jaja Genial el relato, no se sabe si alguno allí pudo aprender algo pero bueno, la vista a sigo buena de seguro... Me gusta dibujar, lo tengo medio oxidado en este momento pero siempre hay tiempo de volver sin dudas... Siempre un placer pasar por aquí! Besos!!!
Hola José. Cierta vez en un curso de "monitoras sexuales" el profesor contó que en una de sus primeras clases, los alumnos se fueron todos del aula porque les impresionó ver en el aula una persona desnuda.
Saludos.
Quizá no esperaban una modelo desnuda, en vivo. La mojigatería aún cunde el espíritu de ciertas personas que, asumen que el arte debe ser moral. Un abrazo. Carlos
Te entiendo. Te fijaste tanto en los pechos, que olvidaste que estaban -sabiéndolo o no- a punto de dibujar un ser del mal quizás con qué fines. Traerlo a la vida, tal vez, por medio del peor o mejor dibujo. Va un abrazo, José.
Las cosas siempre son más de lo que nuestros sentidos nos presentan
Paz
Isaac
Una curvilínea figura demoniaca cuya pose, sin duda, se descubrió en su verdadera esencia. Salud-os.
¡Y cuanta gente, aún en estos tiempos, confunde el Símbolo con la Cosa!
Abrazos, herr
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