El entrechocar de metales, rítmico, aunque un tanto acompasado, penetró en su sueño como un eco lejano de otra cosa para ir ganando fuerza y despertarlo poco a poco, resquebrajando las imágenes sueltas del sueño, las palabras no pronunciadas pero que habían sido usadas. Finalmente abrió los ojos. Reconoció la mesa de luz, el vaso con agua, los anteojos de lectura, cosas que sabía que le pertenecían. El resto de cuanto le rodeaba le resultaba un tanto extraño, no lograba encajar con lo que recordaba haber visto. Como si los muebles se hubieran movido durante la noche, como si la habitación fuera y no fuera la misma. Suspiró con resignación.
Se abrieron las gruesas cortinas que ocultaban la ventana y el sol ingresó con un brillo débil en la habitación, como si también él estuviera cansado.
―Buenos días ―dijo la voz aguda de su esposa.
―Buenos días ―respondió él varios tonos más bajo. Ya no odiaba las mañanas como antaño, eso no quería decir que las disfrutara, solo que había días en los que las toleraba mejor que otros―. ¿Qué día es hoy?
―Hoy es día de cambio.
Eso ya lo sabía, lo había notado cuando el sol entró por un lado de la habitación y no por el frente como el día anterior.
―¿Qué día es hoy? ―preguntó otra vez.
―Hoy es día de cambio ―repitió la voz de su esposa.
Suspiró con fastidio. Comenzó a vestirse con la ropa que encontró sobre una de las sillas.
―Función de ajuste ―dijo abotonándose la camisa―, depurar condiciones del habla.
―Depurando. ―La voz de su mujer sonó impersonal, con un dejo metálico.
Terminó de vestirse, fue al baño y se lavó la cara, las manos, los dientes; pensó en bañarse, pero ya se había vestido. Además, de seguro se le hacía tarde para alguna otra cosa, por lo que mejor dejarlo para la noche.
Regresó a la habitación. Escuchó un sonido similar al de una campañilla cerca de la ventana.
―Depuración finalizada.
―Bien ―dijo―. Entonces, ¿qué día es hoy?
―Hoy es día de cambio ―respondió la voz de su esposa.
Meneó la cabeza. Esa cosa volvía a fallar, como casi todos los días. Sin decir nada más salió al vestíbulo y caminó por el largo pasillo.
―Buen día ―dijo sin entrar a la cocina―. ¿Qué hay para desayunar?
―Buen día ―respondió su hijo―. Café con tostadas. Las quiero bien hechas, sin quemar. En la heladera está el queso untable y la mermelada.
―Buen día ―repitió sin haber aún ingresado a la cocina―. ¿Qué hay para desayunar?
―Acabo de decírtelo ―respondió su hijo sin mirarlo.
―Buen día…
―Función de ajuste ―lo interrumpió su hijo―. Depurar condiciones del habla.
―Depurando ―se escuchó decir.
Vio a su hijo preparar las tostadas que le pidiera, beber su café expendido por la cafetera automática, hojear el diario en una pantalla sobre la mesa. Lo vio untar las tostadas con el queso, lo vio terminarse el café. Lo vio dejar las cosas usadas, sucias y desordenadas, sobre la mesada.
Escuchó sonar una campanilla sin saber de dónde provenía.
―Depuración finalizada ―dijo.
Su hijo lo miró con una expresión vacía, de completo desinterés, como quien mira una cosa que ya no le sirve y que lo mismo da si se la descarta o continúa allí.
―Buen día ―dijo―. ¿Qué hay para desayunar?
―Qué fastidio ―respondió su hijo antes de alejarse.
Escuchó la puerta de entrada abrirse y cerrarse con un golpe.
―Buen día ―dijo―. ¿Qué hay para desayunar?
23 comentarios:
Si nos rodeamos cada vez más y más de máquinas, estamos expuestos cada vez más y más a sus fallos. No deberíamos olvidarnos de este pequeño detalle.
Saludos,
J.
Estamos programados para aceptar la obsolescencia programada, que suele durar 20 años en el mejor de los casos. pero hemos de tener en cuenta que nosotros somos más viejos que eso, y nuestra obsolescencia programada es pata 80 años o asi. Sólo es cuestión de tiempo.
Bueno, es cuestión, nada más y nada menos, que de tiempo.
Abrazoo
¿Y que pasa si interactúan con demiurgos o si las máquinas son diseñadas por demiurgos?
O si la realidad es una ficción creada por una IA.
¿El protagonista era real o también era parte de la virtualidad, lo artificial?
Intrigante y bien contado. Saludos.
Import CPReply
def personalized_message(name):
Args:
name: Conejo_pestilente.
response = input(f"Do you want to hear the message, {name}? (yes/no): ")
if response.lower() == "yes":
print("Hmm, no sé, esto de la automatización me está gustando bastante")
print(f"La verdad creo que si se sabe usar es MUY útil y de ningún modo causa deshumanización si se sabe usar.")
print("Salgo diario al gimnasio y 3 o 4 veces a la semana a comer o desayunar con mi familia, escribo en mi bloguito, soy más humano la verdad.")
print("de hecho gracias a la automatización puedo dejar que la computadora trabaje mientras yo hago otras cosas "de humanos", perdón buen José le fallé, pero yo estoy 100% a favor de la automatización.")
else:
print("Human not detected.")
# Call the function with the user's name
personalized_message("José")
Bienvenidos todos al mundo real, programado y de pesadillas. Buen texto, bien programado. Saludos sin IA
Me gusto el relato. Aunque da miedo el poder de las maquinas y como cada dia dependemos más. Te mando un beso.
Puede ser que finalmente los humanos se extingan y queden unicamente hologramas viviendo claro esta como en un sit-com de 1950.
Tristemente prófético?
Un relato apabullante y sombrío.
Me ha encantado.
Un saludo
Y si fallan, que sea en nuestra contra.:)
Estamos buscando redimensionarnos, reinventarnos o rehacernos los humanos?
Abrazo admirado, amigo.
Somos dependientes de las máquinas, me pregunto qué haríamos ahora sin ellas.
Un abrazo.
No tengo idea de que pasará en el futuro
Pero si esta es la realidad que nos espera, tremendamente aterrador y aburrido
Abrazos
Texto para reflexionar.
Besos.
Amapola Azzul.
A veces la dulzura se disfruta con un sueño. Nunca quieres despertar cuando la profundidad te trae cosas dulces. Hace nada he comenzado a despertar y he tenido pereza de no hacerlo porque quiero regresar a aquel lugar donde todo es apacible en mi corazón. Juego con las imágenes de lugares fantásticos, estoy con mis seres queridos y estos sentimientos que se expanden más allá de lo que nunca viví. No tengo frío, me encuentro cómodo y de nuevo tengo un asomo de despertar cuando quiero regresar a ese lugar onírico con la plenitud de la vida...Vuelvo a mi profundidad, a vivir intensamente esta experiencia de amor. Creo que estoy en un extasis o una vivencia mística donde el cuerpo es el alma y el alma es el cuerpo. Lo mismo viajo fuera de mi o me adentro en mi mente donde todo tiene una explicación placentera. No quiero despertar. Soy un hombre que alcanza la dicha de Dios fundido con el...Tengo otro asomo para despertar y mi enfermedad creo que no existe cuando me ingresaron en el hospital. Soy un hombre feliz...
Despierto para amar la vida como lo hace un joven maduro. Busco encender la luz e intento levantarme pero no puedo. Algo ocurre aquí. Estoy en un ataud enterrado a tres metros de tierra. Me desepero, grito, araño la tela de seda y no puedo gritar para que alguien me oiga. Mi respiración esta viciada. Me molesta este traje y las flores que han depositado en mi pecho; TODO ES OSCURIDAD. Pataleo, doy puñetazos, siento dolor en mi pecho cosido por una operación y soy el hombre mas solo del mundo; ignorado y olvidado en vida. Si alguien ha sentido el pánico y la angustia cada vez en aumento, la frialdad y el dolor...
Pasan los años. El cementerio ya es zona urbanizable. Una excavadora pone al decubierto otro ataud. La pala lo rompe dejando ver a la luz la lucha y la desesperación de alguien que lo enterraron en vida...
Que las máquinas pueden fallar, es verdad, aunque debería ser la excepción. Como todo en la evolución de la tecnología, prueba y error...
De alguna manera, lo tecnológico puramente metálico no me perturba tanto como la mezcla orgánico-mecánico, como que ahí uno pierde la referencia y no sabe si darle de comer o enchufarlo.
Yo no necesito ser robot para andar diciendo siempre las mismas frases. Quizás mi alma es un robot.
José:
Les tengo prohibida la entrada a mi casa a esas Alexias o como puñetas se llamen...
Salu2.
Muy bien puesto el cuento para lo que vienes en un futurismo sadomaquinista
Un abrazo. Carlos
Las máquinas cada vez nos invaden más, las emociones son dejadas de lado por el razonamiento...pero sigo prefiriendo las pasiones y arrebatos sin duda... Jaja Besos por ahí!
Muy impactante. Sí, la tecnología nos va invadiendo...
Besos otra vez.
Cualquiera que trabaje en sistemas, o los haya llamado alguna vez sabe cómo salir de eso: desenchufar y volver a enchufar.
Abrazos, herr
Está chistoso, a pesar de que llevan vidas, al parecer, sin alma, sin chispa, excepto por el cortocircuito que les da cuando tienen que hacer función de ajuste para depurarse. Tienen que reiniciar Windows a cada rato o actualizar a la última versión... Mamita, lo que nos espera... Va un abrazo, José.
La tecnología la robótica no siempre dan el resultado esperado. Un buen relato al estilo de "yo robot" más o menos con un toque de humor. Me gustó. Un abrazo
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