Sonó como una rama quebrándose. Había escuchado antes en algún lugar eso de que los huesos al romperse sonaban así, pero no fue hasta que lo escuchó por primera vez que lo supo. Sí, sonaba como una madera quebrándose; madera de mala calidad, como la de los cajones de fruta, pensados para romperse con el menor esfuerzo, no madera noble como el roble o el algarrobo, mucho menos como el lapacho o el quebracho que puede arder por horas antes de que el fuego los consuma. Entonces, como madera vieja y apolillada rompiéndose, así había sonado, además de muy fuerte, muy claro, muy cercano. Miró los límites de la celda en la que se encontraba, paredes de adobe, suelo de tierra apisonada, techo muy alto de cañas y paja, con una única puerta cruzada de rejas. Hacía mucho calor allí dentro, debía ser mediodía y de seguro aquel ruido era el de alguna de esas cañas partiéndose bajo el sol, tenía que ser eso.
Volvió a sonar como una madera quebrándose. Se asomó cuanto pudo entre los barrotes de la puerta, no había nadie en el pasillo, no sabía si habría alguien más en las celdas cercanas. El calor aturdía. Como el segundo sonido había sido más cercano, casi íntimo, se quitó la camisa de tela gruesa, áspera y pesada, sin saber qué errada noción de pudor le impidiera hacerlo antes.
Notó su estómago inflado, hinchado como un globo, una pelota, la panza de una mujer embarazada. Eso era imposible, no solo porque no tenía los órganos necesarios para encontrarse en ese estado, sino porque había escuchado antes en algún lugar que en ese planeta la reproducción sexual no era posible, por lo que lo de su estómago debía de ser otra cosa, un alimento en mal estado, una infección de un virus desconocido, un parásito.
Acarició la piel tensa, pero también suave y brillosa sobre su vientre con ambas manos. Algo se movió en su interior siguiendo el recorrido de sus manos, algo desagradable, repulsivo y, claramente, vivo. El miedo le erizó la piel cuando volvió a escuchar el ruido de la madera quebrándose tan cerca, tan repentino, tan íntimo. Entendió que lo que se quebraba, lo que se rompía, para darle paso a aquello que pretendía salir de su interior sin tener un camino por el cual hacerlo, eran sus costillas.
Su vientre no dejó de crecer, al contrario, continuó hinchándose, ¿cuánto más resistiría su piel semejante tensión? Ya ni siquiera llegaba a palparse el cuerpo, el peso extra que sentía le había hecho recostarse sobre la tierra apisonada y apenas podía mover las manos, al menos creía que las movía ya que lo único que podía ver era el techo de cañas y paja. Su vientre continuaba hinchándose, llegando a comprimirle el pecho.
Los ruidos como a madera quebrándose cesaron para ser reemplazado por el de un líquido derramándose junto con un prolongado suspiro. Una cálida humedad le cubrió el rostro sumándose a su sudor. Sintiéndose por fin libre, sabiéndose agotado, cercano al desmayo, entreabrió los ojos.
Una figura, alta, esbelta, bella como él nunca lo había sido, se erguía allí donde debía de encontrarse su vientre. Intentó sonreír sin saber si lo lograba. La figura lo miró, en su expresión vio la respuesta a esa pregunta que él nunca se había planteado y que probablemente nadie más sabría nunca. Ahora podía descansar.
Vio a la figura apoyarse contra la pared de adobe, que se abrió como si no fuera nada, ante su toque, como si cada elemento de ese lugar respondiera a su voluntad. Antes de cerrar los ojos por última vez la vio alejarse dejando detrás de sí un rastro de sangre, de su sangre, de la sangre de ambos.
30 comentarios:
Ciertos sonidos nos acompañan a lo largo de toda la vida.
Saludos,
J.
Pd.: Blogger continúa haciendo cambios...
Por lo que entiendo, podría una clase de parasito, como los xenoformos de la saga de Alien. pero en versión femenina, bella y esbelta.
Saludos, colega demiurgo.
Hay una referencia innegable a Alien, es cierto, pero también a uno de los mejores relatos de Brian Aldiss.
Saludos,
J.
Me gusto mucho hasta algo de miedo me dio. Te mando un beso.
Sí, a mí me ha recordado a un Gregor Samsa alienado. Y a una larga tradición que recayó en el vibrante relato Pescador y su alma de Wilde, por la separación tan " embarazosa" a la que hubo lugar de su sombra. Parece ser que el gran escritor irlandés se inspiró en un cuento de Adelbert von Chamisso. Es verdad que con retazos de ciencia ficción y con algo de regomello, continuamos leyendo tu historia para toparnos con nosotros mismos, quizá el peor monstruo cuando nos asomamos a nuestros infiernos particulares y el paraíso en el deliquio de nuestros pensamientos. Pero sí, daba vértigo J. desvelar la naturaleza de la criatura y me pedía más el cuerpo. Qué irá a hacer ese doble, será bueno o malvado. Me ha gustado mucho, enhorabuena.
a veces morimos para que salga algo mejor de nuestros restos.. supongo que debería ser un motivo de orgullo, ¿verdad? quizás no podamos crear algo hermoso sin morir un poco, un poema, una bonita fotografía, quizás todo eso se lleve un poco de lo que somos.
a veces morimos para que salga algo mejor de nuestros restos.. supongo que debería ser un motivo de orgullo, ¿verdad? quizás no podamos crear algo hermoso sin morir un poco, un poema, una bonita fotografía, quizás todo eso se lleve un poco de lo que somos.
La literalidad me dolió. Sentí un vibratto en mis huesos, como temblando ante la posibilidad de que se quiebren; sentí un escozor en la panza, y ni siquiera he comido nada que lo provoque.
Sentí además la viscosidad de ese líquido, tal vez su temperatura, también la tierra y el calor del día. Sentí la soledad de esa celda que con un suave toque fue demolida.
Sentí el punto de partida de una nueva vida, y fui feliz aunque fue a expensas de otra.
Fue lo más "H.R. Giger" que le he leído hasta ahora haha, es un mega halago, no insulto, soy fan. Carajo cómo odio el nuevo formato de comentarios de Google, lo odio a morir y a la humanidad y a los que comentan y a los que leen esto y a mí.
Le han metido en la comida de esta mañana un embrión indigerible de crecimiento rápido, lo cual supone que toda la sangre es suya y que el engendro ya entró con su propia sangre. Solo ha hecho de vientre de alquiler; bueno de prestado.
Esperemos que se muerA antes de darse cuenta, y que muera pensando que es padre. Una ilusión que se lleva.
Abrazooo
Gracias por tu comentario en mi blog de poemas
Un relato interesante , bien ejecutado , felicidades
Buena semana 👍
Un parasito esbelto y hermoso, ni a Bradbury se le hubiera ocurrido. Muy bueno y original.
Saludos.
No es bueno; no es bueno que ahora los hombres también puedan parir.
Parece ser que el estilo parasitario es una de las maneras mas eficientes de vivir en este planeta.
Basicamente un parasito no se complica la vida cazando o sembrando... los parasitos se acoplan a un ser vivo y de alli obtienen TODO.
Ahora bien estos que terminan a uno usandolo de utero son los mas horrendos....y este en especial parece tambien elimino el sentir dolor en el organismo anfitrion.
A lo mejor se siente cierto placer al ver nacer uno de estos engrendros.
Desolador.
Un clima opresivo que va in crescendo hasta ese final que deja sin aliento.
Un saludo!
Esta película me da angustia. El cine es un cementerio de gentes inanimadas pendientes de la pantalla. Los actores sufren de un virus que los transforma en seres sin movilidad; como el rigor mortis de los muertos. Si se escucha toser en la sala o estornudar todo el mundo coge mosqueo porque el Covid aun persiste y hoy es el primer día después del confinamiento. Llevo una mascarilla nueva y otra de repuesto por si acaso. Hay una gorda que está sentada dos bancos más allá de mi asiento y le huelen las axilas de no bañarse (posible portadora de virus) y otro tipo de al lado está encogido en su asiento y con el cuello de la camisa se tapa el cuello...La cosa es que la película da mucho qué pensar sobre los virus y me pongo nervioso pensando que en el cine olvidaron poner la ventilación...
Los actores se van quedando pétreos uno detrás de otro y el virus campa a sus anchas por el mundo entero. Respiro con mucho cuidado; como si mi nariz tuviera un filtro antivirus. En un silencio de la película, un gracioso espectador se tira un pedo sonoro y la gente murmura. Una chica saca un espray de su bolso para perfumar el ambiente pues la sala es de reducido tamaño. La película sigue su curso y estoy arrepentido de haber salido de casa. El mundo se va quedando solo. Los virus atraviesan las paredes de los edificios y el único científico que encuentra una vacuna, muere tan tieso como un maniquí. Llevo una hora y pico sufriendo con esta película y con los espectadores. Me dan ganas de orinar, de estornudar, de toser, de sonarme la nariz, siento ahogo y de una paranoia, creo que tengo el virus. Voy a estornudar y con dos dedos cierro la nariz para no hacer ruido pero se me escapa un pedo y algo de orina. La gorda me mira descaradamente y el otro se sienta mas lejos de mi. El acomodador me apunta con la linterna y yo no me puedo mover del sitio. Le digo casi en silencio que el primero se lo tiró otro espectador...Otro murmullo se hace en la sala y pasados tres minutos, la película termina con suspense...
Se encienden las luces y la gente me mira. Todos llevan mascarilla y la mirada fija hacia mi persona. Sudo y bajo la mirada mientras me levanto a paso cómico; saliendo de la sala a toda prisa. Un agente me para y me pide documentación. ¿Ha visto usted la que ha formado?-me dice- y yo, que me estoy meando y cagando ahora, me despierto en mi cama mientras mi mujer me da palmaditas en la mejilla para volver a la realidad y me dice: A este paso me vas a poner rubia...
Muy bueno el relato, lleno de tensión y misterio, dan ganas de saber más sobre ese ser extraño que salió del vientre de ese hombre! Besos por ahí!!!
Me quedé pensando que estamos viviendo tiempos extraños donde todo o casi todo es posible. ¿Podría un hombre engendrar y, que además fuese un ser tipo alienígena?. Tal vez. La ciencia ficción siempre se adelanta a la realidad.
Un gran abrazo José.
Sin pecado concebido. O tal vez alguno cometió...
Muy bueno, amigo.
Es una historia rara, algo de miedo e incertidumbre pero interesante
Abrazos
Un relato que empieza siendo agónico, muy descriptivo e incluso aterrador. Al final parece que de su vientre surge su otro yo, un posible clon, aunque más parece un alien. Excelente relato. Un abrazo
Ambas teorías mencionadas me parecen interesantes -alien o parásitos-, o quizás una nueva generación masculina que abarca otras funciones, aterrador, por supuesto. No leo ni veo terror, duermo sola y es algo que no tengo dominado; y el relato te cala en la piel y huesos.
Saludos, J.
José:
en cambio, cuando se rompe el corazón, no se oye nada.
Salu2.
Hablaste de huesos quebrándose y asemejándose a ramas, y no puede dejar de recordar las (pocas) veces que, caminando por ahí, tan distraído como siempre, pisé cuando niño uno que otro caracol: y fue como triturar un árbol o un cuerpo humano entero. A diferencia del hombre de tu relato que parió a saber algún Dios qué cosa, a mí no me dio para parir otro caracol para mantener el equilibrio natural del universo. Va un abrazo, José.
Un otro yo nacido o proveniente de quien sabe donde, pero acechando en todo caso.
José:
en mi casa tienen vetada la entrada las Alexias , Siris o como se llamen esos artilugios .
Salu2.
Acaso un parimiento de clon, un esqueje biológico una yema de carne que se biológico. Un abrazo. Carlos
Usted no me lo va a poder creer cuando sea publicado, pero cuandolo lo publique notará que no puedo hacer lo que publicaré, en apenas unos pocos días.
Es muy difícil pintar un cajón de frutas en tan poco tiempo con la vida que llevo.
Y estoy seguro que no le conté que lo pintaría ¿o acaso lo hice?
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