Hacía tiempo que intuía que algo como esto podría suceder, más precisamente desde que comenzaron las molestias y ningún oftalmólogo entendía que no era miopía, que no era astigmatismo, que no era ninguna de las otras afecciones oculares clásicas. Lo que tenía era algo más, algo diferente, algo difícil de explicar, más difícil aún que me creyeran aquellos a quienes debía explicárselos.
Comenzó con una leve picazón ubicada detrás de mi ojo izquierdo, leve, es cierto, pero aumentaba su intensidad con extraordinaria rapidez antes de desaparecer sin dejar mayores secuelas durante días, semanas, meses, para regresar inesperadamente, como en oleadas cada vez más intensas. Cuando comienza a picar un ojo uno no hace otra cosa más que refregárselo un par de veces, apretarlo con suavidad y esperar a que se pase la molestia; en un principio esto funcionaba a la perfección, pero al extenderse la picazón en el tiempo, nada lograba calmarla. Repito: nada lograba calmarla, ni médico alguno sabía darme una explicación
Una tarde de otoño, en medio de uno de esos ataques de picazón insoportable, llevé mis manos a la cara apoyando una en la parte inferior del ojo, allí donde se forman esas bolsas de piel imposible de disimular, mientras que con la otra me frotaba por sobre la cejas en un fútil intento por lograr algo de calma. En un momento en que presioné con ambas manos al mismo tiempo el ojo se desprendió como una canica y, libre de toda sujeción, rodó y rodó calle abajo. Me tapé la mitad de la cara con una mano para que nadie notara lo que acababa de suceder e intenté dar con mi ojo, pero la sucesión de formas, colores y objetos que veía sin que estuvieran frente a mí me confundía. Choqué contra varias personas, recibí golpes, bastonazos, paraguazos, alguien me tocó el trasero, pero no me detuve, tenía que seguir y recuperar mi ojo que se alejaba más y más. Hasta que las náuseas me vencieron y vomité en medio de la calle; cerré el ojo que seguía en su lugar, al hacerlo no dejé de ver cosas, lo abrí, lo que veía con él se superponía con esas otras imágenes que estaba viendo. Aunque la confusión atormentaba mi cerebro y amenazaba mi cordura, la avalancha de imágenes me fascinaba.
Desprendido de mi cuerpo, el ojo continuaba viendo y enviando imágenes a mi cerebro; ya no veía únicamente hacia “el frente” o desde una única dirección, sino desde todas ellas, como si el globo ocular entero pudiera ver. Esa cascada de imágenes confusas y constante se mezclaban con la imagen simple y unidireccional del ojo que seguía atado a mi cuerpo creando un caos que era incapaz de controlar, mucho menos de disfrutar, al menos al principio.
Mi ojo izquierdo se alejó de mí, rebotó, cayó a lo largo de la calle, fue pateado, empujado, se enganchó en un zapato, se fue por el sumidero, llegó al rio, se mezcló con la basura de la costa, alguien lo levantó y volvió a arrojarlo, algo se lo tragó y atravesó sus intestinos antes de volver a ver la luz en medio del agua, llegó a un prado cercano a un pequeño poblado; vi soles y lunas que no conocía, la belleza de cuanta mujer que atravesaba mi nuevo campo visual me abrumaba hasta hacerme llorar, contemplé miseria que me llevó a desear no ver tanto, vi odio y violencia, lujos y carencias.
Mi ojo izquierdo nunca se detuvo, ni de noche ni de día. No me permitía dormir porque al no tener párpado no podía cerrarlo, tenía que drogarme en exceso, hasta caer en la inconciencia, para intentar descansar, pero aun en ese estado seguía recibiendo sus imágenes. Más de una vez me han encontrado golpeándome la cabeza contra una pared o contra algún mueble para intentar detenerlo, lo único que lograba era un hematoma más o menos grande en la frente y una serie interminable de preguntas con las que querían determinar el estado de mi salud mental. Sé que temen que me arranque el otro ojo, el derecho, el que decidió quedarse conmigo, pero eso no pasará, no fui yo quien decidió lanzar mi ojo al mundo, fue mi ojo el que por su cuenta decidió lanzarse.
Demoré años en entender lo que mi ojo izquierdo quiere mostrarme, disfrutar de los paisajes y admirar el mundo sin moverme, mientras espero a que decida regresar a mí. Y aquí lo esperaré, encerrado en esta celda, por el resto de mi vida si es necesario.
23 comentarios:
"El viajar es un placer
Que no suele suceder"
Saludos,
J.
Un ojo rebelde que quiso regalarle muchas visiones del mundo a su dueño.
Una clase de regalo más bien indeseable.
Saludos.
Toca tomar precauciones en caso de que eso sea contagios, en general recomendaria usar gafas gruesas a fin de restringir el salto al vacio de un ojo rebelde.
O usar oclusores de plastico
Uy me recordó a mi ojo a mi también me picaba y dolía . Aunque el mío no salió a pasear. Te mando un beso.
El ojo es "Medama-Oyaji".
El sueño de todo el mundo, y sobre todo, de todo espia, de james stewart: ver sin ser visto.
una somatizacion del sueño.
Y puntualizó, supongo que con polemica:
El viajar es un placer
que NOS suele suceder...
Abrazoo
Ojo con esta narración. Ver para creer.
El famoso miembro fantasma del que hablan en las más prestigiosas convenciones de psicología.
abrazos
Me has hecho recordar una canción de un grupo de música español que de llama "Siniestro total". El tema se llama (Me pica un huevo) y el protagonista de la canción se apunta de astronauta porque en la Luna se puede rascar sin que nadie lo vea pero el caso es que retransmiten el alunizaje y el protagonista dice: 100.000.000 de espectadores y yo sin poder rascarme los cojones...
Un saludo de Buscador
Nada es imposible para un ojo molesto, ya que no dejo nada en su sitio, un gran ojo que merece serlo.
Abrazo
Extraordinaria fábula, J. Se presta a diversas interpretaciones, como ese ojo que todo lo ve y que reduciría las necesidades vitales de viajar según varios analistas. Era esa red de redes, que nos sumía en mundos ignotos a golpe de clic o visitar el Museo del Prado. Cuan equivocados estaban, ninguna experiencia sensorial como la real, que es la que experimenta tu ojo izquierdo. Sin embargo, más que las lecturas diversas de tu pieza, destacaría la imaginación desbordante que irradia. Enhorabuena.
Quizás ese ojos quería que vieras las cosas desde otro punto de vista, mas libre y directa
Abrazos
Qué lástima que decidió salir a recorrer el mundo sin la compañía del resto del cuerpo, digo así conseguía una experiencia completa...
Amigo, quizás quieras hablar poco, pero esto que has escrito es formidable...
Hay también un nuevo post en mi blog que desearía vieras, al menos con tu ojo izquierdo viajero
Paz
Isaac
Fascinante relato, con su dosis de emoción. ¿Qué más se puede pedir?
ElUff, quñe planteamiento tan original y muy bien resuelto. Eres un escritor, aunqu e debo reconocer que emepcé leyendolo pensandoqe era una vivencia personal. luego vi que no
Aterradoramente genial, un relato que te mantiene en un puño.
Saludos.
Me gustan todas las interpretaciones que abre tu relato, no veo (perdón por el chiste) ninguna mala.
Cuando vivimos una vida que no es la nuestra siempre hay una parte del cuerpo que deja de funcionar, lo de que se escape no me lo esperaba :)
Un relato muy interesante. Me pregunto si sería posible seguir contemplando de ser algo real. Mientras tanto disfruto de tu ameno relato.
Mil besitos y feliz semana ♥
Fantástico relato, amigo. Chapeau y me quedo corto.
Abrazo!!
José_
tiene el relato un punto de terror que te deja sin aliento.
¡Es como un ojo dron! Lo malo es que no deja de mandar imágenes.
Salu2.
Ostras, al principio creí que sería un orzuelo, pero cuando el ojo echó a rodar no imaginaba el impresionante final. Aterrador sin duda. Me gustó mucho. Un abrazo
Si en una de mis historias los personajes se rebelan contra mí y se ha en autónomos no extraña la postura de tu ojo de liberalizarse para mostrarte el mundo que quizás no quieras ver. Saludos. Un abrazo. Carlos
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