domingo, 10 de marzo de 2024

La llegada

Lo sabía aún antes de abrir los ojos y revisar los indicadores, la nave disminuía su velocidad. Claro que con todos los sistemas desarrollados para el sostenimiento del impulso y la cancelación de la inercia, no podía sentirse algo como lo que él decía sentir en esta generación de naves, sin embargo, sí podía, lo sentía, y nunca se equivocaba. Lo habían comprobado varias veces. Era el único con la habilidad de notar el cambio de velocidad de una nave en el espacio profundo, donde la gravedad es prácticamente la única fuerza con algún tipo de influjo sobre los cuerpos. No quedaban dudas de que podía hacer lo que decía que hacía, claro que el que estuviera comprobado no volvía más fácil el aceptarlo.
    Si la nave comenzaba a perder aceleración significaba que estaban llegando a su destino o que había habido algún tipo de fallo. El último fallo registrado en una nave había ocurrido antes de la automatización completa de los sistemas, por lo que la única opción para que se produjera una desaceleración era que se acercaban a su destino.
    Ciertas cuestiones, mínimas, casi imperceptibles, continuaban en manos de seres biológicos y no de la fría lógica técnica para la que todo es ceros y unos, si y no, hay o no hay, está vivo o está muerto. Como la infinita gama de opciones posibles entre el cero y el uno, entre el no y el sí, entre el haber y el no haber, entre la vida y la muerte no tenía lugar en esa lógica, su presencia se volvía necesaria en ese momento, en ese lugar, con el único fin de ocuparse de las últimas preparaciones mecánicas que todavía no estaban a cargo de los sistemas.
    Se desplazó a lo largo de los pasillos de la nave hasta el centro de control y comprobó lo que sabía. La velocidad disminuía, sin embargo, no lo hacía en la proporción correcta. Algo no parecía estar funcionando adecuadamente. Comprobó los controles, las indicaciones, los cálculos que le dieran antes de partir: todo era correcto, todo concordaba. Lo único que no lo hacía era la velocidad que llevaba. Era demasiada para un acercamiento como el programado.
    Se afanó sobre los controles, las tablas de navegación, los mapas estelares, buscando la forma de evitar la colisión inminente, al menos de esquivar la mayor parte del impacto y tal vez sobrevivir. Comprobó la inercia y la masa. El golpe contra la superficie de ese planeta supondría un cataclismo devastador, ya fuera que cayera en la superficie o sobre el agua arruinaría la atmósfera cambiando su composición química. Si en ese lugar había vida lo más probable es que terminara desapareciendo bajo una bola de fuego, tragados por el magma o congelados al no recibir radiación suficiente de la cercana estrella.
    Estaba quedándose sin tiempo. La gravedad de la estrella cercana y la del satélite natural sumaban velocidad a su desplazamiento. Caería sin remedio y posibilidad de modificar el curso.
    Los instrumentos confirmaban la existencia de vida basada en el carbono y otras sustancias básicas.
    Buscó una imagen de las formas de vida a punto de ser destruidas. Eran enormes moles de masa orgánica de color verde, marrón, grisáceos, sobre la tierra, en el agua y en el aire. Pero también había otros, más pequeños, de colores similares, que se alimentaban entre ellos o de la flora de la superficie, de lo que otros dejaban, de lo que nadie quería. Y aún otros más pequeños, que no parecían percatarse de nada ni nadie parecía percatarse de ellos. El planeta entero estaba plagado de ellos con una variedad incomparable y nunca visto en ningún otro de los mundos contactados. Quizá fueran inteligentes, tuvieran una cultura y un desarrollo tecnológico tal que les permitieran evitar la tragedia y acabaran destruyéndole en el aire. Por lo pronto, la nave no se detenía.
    Su gente, su propia gente lo había enviado a matar y morir. Su gente, que no soportaba que fuera diferente al resto de ellos, que no podía entender que algunas veces el cambio se produce por una razón y que no todo tiene que ser universalmente igual a sí mismo, lo condenaba. Su gente lo rechazaba, lo exiliaba enviándolo hasta el otro lado del ser, hasta más allá del no ser. Pero no solo eso, no solo lo despreciaban, sino que utilizaban su destrucción para destruir a otros de los que nada sabía y que nada sabrían de él.
    Aceptó su inminente final encomendándose al infinito y deseando que algo de toda la vida que rebosaba en el tercer planeta de aquella estrella sobreviviera a su llegada.

No sé si es una película o una pérdida de tiempo,
 me inclino más a la segunda opción

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En el N° 40 de la revista española La ignorancia 40 se ha publicado el relato: No se gana sin antes haber perdido.

En el N° 95 de la revista El Narratorio se ha publicado el relato: Danza

Pueden pasar a leerlos cuando gusten.

Fin del Espacio Publicitario.

22 comentarios:

José A. García dijo...

Claramente, la película no me gustó.

Saludos,
J.

lunaroja dijo...

No hay que desestimar la mano del hombre,ante toda la tecnología.
Tu relato,es desasosegante, pero me mantuvo absolutamente atenta.
(Y eso que no me gusta volar)
Saludos!

Gabiliante dijo...

También podría pensarse que es ET, que consiguió frenar un pelin, y nos slvó la vida y a sí mismo. Lo raro es que después vinieran a buscarlo después de mandarlo a autodestruirse. Así que es más plausible tu interpretación. O quizás el marciano de Roswell. Desde luego la peli no tiene demasiado buena pinta.
Abrazooo

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Ya capté cual era ese tercer planeta.
Bien contado. Saludos.

Erik dijo...

No se si verla después de los comentarios que he leído por ahí, pero si lo hiciera quizás sería por ver la actuación del Sr. Driver, que reconozco que es un magnifico actor y eso que aun me dura la decepción que me lleve con aquellos bodrios en que convirtió la Disney, Star Wars, después de la era primigenia de Lucas en que le cogí hasta asco al personaje que encarnaba. En fin que los dinosaurios ya dan como grima después de tantas secuelas de cartón piedra.

Pero como la Ficción me tira mucho...

Salud.

mariarosa dijo...

Muy bueno Jose, se siente la tensiòn del personaje.
Se te dan muy bien los cuentos con misterio y tensiòn.

Abrazo.

gla. dijo...

Me quedé con el corazón inquieto, pensando que podría ser el hombre aniquilando al tercer planeta
Abrazos

J.P. Alexander dijo...

Me encanto te quedo genial. Me dejaste sin palabras y con ganas de saber más de tu historia. Te mando un beso.

Guillermo Castillo dijo...

Bien dices por ahí: "Posibles Imposibles". Saludos.

Nuria de Espinosa dijo...

Hola José, a mí si me gustó la película. Bien narrado. Enhorabuena por ambas publicaciones, abrazos.
Pongo tu blog en mi lista de recomendaciones, si te parece bien.

Chafardero dijo...

Alguna forma de vida sobrevivió al impacto para luego comportarse igual que lo habían hecho los atacantes.

Cabrónidas dijo...

Dale tiempo a ese humano y ni el tercer planeta ni el cuarto sobrevivirán.

Jose Casagrande dijo...

Parece ser que para que un planeta tenga vida.... como que depende de esas catastrofes.

El universo tiene 100.000 maneras de eliminarnos rapidamente....

Y si ahora a las causas naturales, sumamos que hay "gente" buscando eliminar vida.....

entonces ya como que vamos perdiendo confianza en que seremos los amos de la galaxia.

El espacio es una selva cruel y despiadada, no es para los flojos de estomago

carlos perrotti dijo...

A mí me gustó tu relato. La peli no la vi. Aún...
Abrazo!!

Luiz Gomes dijo...

Bom dia e uma excelente terça-feira meu amigo José. Também gostei da história.

Frodo dijo...

Bueno. Si escribiste eso con una película que no te gustó, qué tal escribir algo sobre...

Esta no la vi.
La que vi es "La llegada", y me gustó mucho. Basada en una novela corta de Ted Chiang que aún no leí.

Abrazos, herr J !

Recomenzar dijo...

LARGO Y ABURRIDO

José A. García dijo...

El problema es que siguen haciendo este tipo de películas como si fueran la mejor y única opción en lugar de buscar contar una historia más o menos interesante.

Gracias a tod@s por las visitas y comentarios.
Nos leemos,
J.

Maia dijo...

Te había comentado, J.
Te preguntaba si no la salva el actor, aunque sea un poquito, pero por lo que leo voy viendo que no.
Prefiero películas interesantes, pero van siendo menos

José A. García dijo...

Hola, Maia. Es raro, no vi/veo tu comentario anterior.
Desee mi punto de vista no, el actor principal y casi único no la salva. Tanto tiempo en pantalla no siempre resulta en una actuación favorable o siquiera llevadera. Además de que no es de mis actores predilectos.

Saludos,
J.

Dyhego dijo...

José:
donde quiera que estén o adonde quiera que vayan los humanos, habrá destrucción, eso, seguro.
Una lástima.
Salu2.

Carlos augusto pereyra martinez dijo...

Creo que lo que era ficción, hoy es una realidad. U n abrazo. Grato que esté de vuelta. Carlos