sábado, 30 de diciembre de 2023

Divagando al amanecer

Contemplé el vacío una vez más. Esto es peor que contemplar el abismo, porque el abismo tiene, en algún punto, en algún lugar, en algún momento, un límite; del vacío, en cambio, no se puede conocer su extensión ya que por definición carece de final. Así pues, contemplé el vacío sintiendo que mis ojos dolían, que la vista me ardía, que las lágrimas eran el peor ácido corrosivo que conociera a lo largo de mi vida. El sentir tan atroz de semejante contemplación me recordaba el dolor de estar vivo.
    Entre tanto vacío, rodeado por él, acunado en su infinitud, llegué a la conclusión de que la mera existencia es inútil, porque no se puede existir en medio de todo ese vacío en el que ni siquiera tenemos dónde apoyar los pies, dónde dejar que nuestros sentidos ―los conocidos y los aún por conocer― demuestren su utilidad y su valor. Y si los sentidos no nos dan respuesta sobre lo que nos rodea, porque cuanto nos rodea es un vacío sin más, la existencia es inútil ya que no se existe sin sentir, no hay experiencia posible en medio de tanto no ser. Así que, en el vacío, la existencia se torna inútil. Si la existencia es inútil, la vida misma se torna innecesaria. Siendo la vida innecesaria, cualquier cosa que se intente tendrá ese cariz tan similar al fracaso, tan cercano a la muerte para todas las cosas que son, las que llegarán a ser y las que ya han sido. La vida es innecesaria en la inutilidad de la existencia y la infinitud del vacío en el que no habrá diferencia alguna, nunca podrá darse cuenta de si estamos, estaremos o hemos estado.
    No eran solo mis ojos los que dolían en ese momento, el dolor era el seguir con vida ante tanto vacío. Carecía por completo de sentido continuar de esa manera, solo quedaba una única cosa por hacer, como siempre lo había sabido. Era necesario suprimir mi…
    ―Tenés la taza vacía, ¿sabías? ¿Quérés más café?
    La miré acercarse. Sí, la miré, porque su piel morena apenas cubierta por una de mis camisas mal cerrada era algo que debía mirarse más de una vez, al igual que sus ojos, su sonrisa, todo en ella esperaba ser mirado. El aroma de su cuerpo, los rastros del perfume de la noche anterior, el recuerdo fugaz de lo que sucedió después y el del café que inunda la taza que aferro, iluminaron el día. Acarició mi mejilla al pasar junto a mí.
    ―Las mañanas no son lo tuyo ―sonrió como solo a ella viera hacerlo. No sonreía solo con los labios o con una mueca en el rostro, era su cuerpo entero el que sonreía. Pero lo más extraño de todo era sonreía mirándome, a mí. Sonreía conmigo, y aunque seguía sin entenderlo, lo disfrutaba.
    ― Nunca lo fueron ―mi voz ronca, de alguien que recién se despierta, resonó en la diminuta kitchenette―, hasta ahora.
    Intenté sonreír también. No sé si lo habré logrado.

Kitchenette o la excusa perfecta para hacer cada vez más
 pequeños los departamentos (apartamentos o pisos).

24 comentarios:

José A. García dijo...

No sé dónde metería todos los libros que tengo en un lugar tan pequeño... Aunque quizá la idea sea esa, que dejemos de leer, que seamos más fácilmente manipulables.
No, en mi versión de la realidad no existen los libros electrónicos.

Saludos,
J.

Maia dijo...

Contrario a ti, me gustan los espacios pequeños; ya viví en casas de más de trescientos metros y jardines casi de igual tamaño y de un tiempo me volví minimalista y me gustan los espacios reducidos -monoambiente-, compartido no sé, dudo que funcionaría.
Siempre me dejas analizando tus relatos, dentro y partiendo.
Buen fin e inicio de año, J.

Tot Barcelona dijo...

Que el año entrante te traiga un piso más grande, o al menos una habitación mucho más eficiente para guardar todos tus libros.
Un abrazo desde Barcelona (El Prat).
Salut

Gabiliante dijo...

Los males con pan son menos.
Dos en el vacío ¿ consideran que están en el vacio?.
El espacio es culpa tuya. Cama abatible. El enorme espacio que ocupa una cama cuando no duermes —o sea, cuando no la usas quería decir— es espacio desperdiciado.
AbrZoo y Feliz Ño

Sergio Munari dijo...

Me gusta J. cómo de un relato existencialista en el que nos precipitas a un vacío aterrador, sin principio ni fin, pasas en un giro de luz a albergar esperanzas, gracias a esa voz y muchacha que imagino de un bruno voraz.

Por cierto, en el argot empresarial, te dirían que estás condenado J.,a una gran rotación de activos. Pero qué activos los libros , algunos con un universo propio, como el tuyo y el de este relato, timbrado del azogue del desespero y de giros insospechados. Un saludo J., te despides de forma sensacional del año.

Alfred dijo...

Cada vez me cuesta más conservar libros.
Pero con una de esas sonrisas, todo se ve bonito.
Saludos.

Recomenzar dijo...

Sending you all our love today. I hope you have felt a little bit of warmth from my content this season. I feel so grateful to have the opportunity to share my creativity with you. Thank you for being here. ❤️🌲🎁

Carlos augusto pereyra martinez dijo...

Un vacío aparentemente externo, pero es nuestro interior que no hemos sabido llenar. Un abrazo. Carlos

gla. dijo...

Por un momento me agarró la tristeza de imaginar ese vacío
No me gustan los vacíos
Me gusta sentir...sentirme
Abrazos y feliz año nuevo

J.P. Alexander dijo...

Triste ese vació siempre es bueno tener a alguien con quien sonreír. Te mando un beso y te deseo un feliz año para ti y tu familia.

francisco m. ortega dijo...

En la esperanza de la desesperanza: el milagro del amor en la fotografía cotidiana de la mañana. Saludos y buen año.

Nuria de Espinosa dijo...

La verdad es que me parece vergonzoso que cada vez fabriquen, o adapten viviendas más diminutas para vivir. Más que un vacío sentiría que me asfisio. Un abrazo

lunaroja dijo...

Precioso relato.
Mis mañanas también a veces son así hasta que tomo mi café o mi mate.

Y hace años viví en Buenos Aires en un departamento así, con un amor como el del relato. Con toda esa ternura a pesar de la Kitchenette :)
Saludos!

Frodo dijo...

En una grabación vieja, anterior a 2003, la temática era la cocina y Rolón le pregunta Dolina si sabe lo que es una Kitchenette, a lo que el Negro responde "¿y qué tiene que ver el gobernador de Santa Cruz en todo esto?"

Abrazos

Cabrónidas dijo...

Bueno, los libros electrónicos no van nada mal. Yo ya empezaba a tener verdaderos problemas de espacio...

Ernesto. dijo...

Saludos José A.

Chafardero dijo...

Qué manera más elegante de llenar el vacío. Yo por la mañana también estoy más cerca de la nada absoluta que de la nada a secas.

ODRY dijo...

No dejas de sorprenderme. Es fascinante la forma que tienes de describir algunas situaciones con las que todos nos identificamos. La ironía y la realidad van de la mano en un juego de palabras digno de alguien que ha leído mucho y sabe como escribir.
Un fuerte abrazo.

Erik dijo...

A veces esos vacíos parece que no van a terminar nunca. Pero luego lo hacen. Aunque nunca, después se llenen como nos gustaría.

Salud.

Sor Austringiliana dijo...

El vacío es una constante en nuestra vida. Huyamos de las kitchennettes. Un saludo y feliz año.

Auroratris dijo...

Una sonrisa y un café es lo único que nos separa del vacío. Un espacio muy pequeño para tanto sentir.

Mil besitos y feliz día.

BEATRIZ dijo...

En mi mundo real si existen los libros virtuales, pero no son para mi. También prefiero tocar.

Extraño monodialogo del principio que relatas, filosofando por decir algo. Me gusta este estilo, aunque no niego que la siguiente parte donde hay alguien mas, y no solo vacío, es fascinante.

Saludos, feliz inicio de mes, de año y de todo lo que estes empezando, Jose.

Laura dijo...

No la dejes escapar, quien te hace sonreír por las mañanas se debe quedar (aunque sea en un apartamento de 4 m2, ¿se necesitan más?😉
Besos.

Maite-volarela dijo...

Una lógica aplastante esta que trata de poner cercos al vacío...
Muy bueno!
Me has recordado, ja, ja, al "Palomar" de Calvino y sus sesudas reflexiones alrededor de... cosas nimias, pero muy importantes. Ahora no tienes otra que leerlo :)
Hasta pronto :)