domingo, 5 de noviembre de 2023

Totenheer

En el bosque me perdí, como aquella vez en la que entrara en él desorientado en mi embriaguez juvenil y sensual cargada de vida. Nada de eso hay ahora. Los aromas, las luces, las sensaciones se han retirado. El bosque, oscuro, ominoso, cargado de muerte, se cierne como un mensaje ineludible de lo que sin dudas algún día, más tarde o más temprano, llegará. Me perdí o decidí perderme, me perdí o me perdieron, lo mismo da.
    Los cascos de mi cansada montura apenas se levantan de la tierra, las riendas flojas, casi sueltas, no marcan dirección alguna. El sutil vuelo de un ave, oscura entre el follaje alto es como uno recuerdo que se acerca a nuestra memoria sin mostrarse por completo. Mis ojos han dejado de buscar lo que no volverán a ver. Dentro de los pesados guantes de cuero mis manos siguen frías, saben que ya no se templarán bajo las faldas de ninguna moza. Mi lengua anhela los sabores que supiera disfrutar. Ni tan siquiera el ulular del viento llega a mis oídos. Las cicatrices de antiguas batallas, las reales y de esas otras batallas nocturnas en el interior de los aposentos, arden por igual cuando las toca la brisa.
    ―Señor ―repite una voz arrancándome de la oscuridad de mis pensamientos. Conozco esa voz. Me giro sobre la silla. Sé y no sé quién es ese hombre, algo le ha pasado a su rostro―. Los soldados esperan sus órdenes.
    ―¿Ya es la hora? ―pregunto para disimular mi confusión y mirando hacia atrás, a los soldados a quienes también creo conocer y no conocer. Se ven familiares, pero diferentes, como si les faltara algo para terminar de ser ellos algo que no logro comprender.
    ―Ha sonado el tercer llamado. ―Me mira como si dudara de mis capacidades, como si yo mismo no lo hiciera ya.
    ―Avancemos entonces. ―Al hablar levanto mi espada en un gesto que espero se entienda como la señal de comenzar a marchar―. No podemos llegar a destiempo.
    ―Muy bien, señor ―responde quien está a mi lado antes de girar y mirar hacia atrás: ―¡Formación! ¡Avanzamos!
    El bosque cobra una vida aparente. Los caballos y los carros se mueven en la misma dirección siguiendo al entrechocar de metales, la repetición de mi orden y las risas, los gritos y los insultos. Avanzamos, por fin. Tal vez cuando salgamos de este oscuro, ya no tan silencioso y pero igualmente tenebroso bosque, recuerde adónde nos dirigimos y quizá también, el por qué.

32 comentarios:

José A. García dijo...

Para quienes no sabemos alemán “Totenheer” significa “ejército de muertos”. No zombies, muertos.

Eso.

Saludos,
J.

Gabiliante dijo...

la historia se repite, porque esto ya pasó, y no sabemos si el protagonista sabe que acabó mal.
parece que no lo sabe.
Le llegará por sorpresa.
Bueno, la otra vez sí que reconoció a los soldados.
Abrazoo

Tot Barcelona dijo...

Hay que estar preparados para cuando nos llamen. Siempre alerta.
No debemos esperar ni al tercer toque.
Nadie sabe a donde nos dirigimos, pero al final, de una u otra forma, sabremos la respuesta.
salut

Sergio Munari dijo...

Me ha recordado a las legiones de Varo, que cayeron en la celada de los queruscos en los bosques de Teutoburgo. El romano no quería creer en la traición del que consideraba su hijo, Arminio. Muy logrado el relato,J. La muerte es ésa zona umbría de indefinición, dónde el pensamiento no tiene ningún objeto. Los nazis curiosamente recuperaron a ese héroe de los queruscos como primer héroe de su nacionalismo. Gran relato. Un saludo

Beauséant dijo...

el título lo cambia todo por completo, claro :) los deberes sagrados, las cuentas que dejamos pendientes al marchar... supongo que quieren ganar la guerra que perdieron, casi espero que lo logren.

la MaLquEridA dijo...

Uno no tiende a saber nada de soldados ni de uno mismo cuando las penumbras nos atrapan en sus olvidos.

Gracias Josè,siempre gracias.


Un abrazo

J.P. Alexander dijo...

Me gusto mucho cuando los soldados no saben ni porque pelean se vuelven en eso zombies. Te mando un beso.

Chafardero dijo...

Buen relato. Por mi tendencia al humor lo hubiera acabado descubriendo que su tarea era comprar ropa interior o cambiar el aceite del coche, pero quién sabe, quizás esté llamado a más altos destinos

Cabrónidas dijo...

El porqué de la batalla es algo que al final todos acaban olvidando con el tiempo; todos quieren saber y nadie sabe responder.

Jose Casagrande dijo...

Bueno tenía una legión a su disposición,
asi es mas facil salir de cualquier obstáculo

Maia dijo...

Quizás aquí algo te sobra, J. pero no me malinterpretes, no pretendo corregirte, solo que a veces se alguna letra se pone rebelde y si me sucediera me gustaría que me lo dijeran.

"El sutil vuelo de un ave, oscura entre el follaje alto es como uno recuerdo que se acerca a nuestra memoria sin mostrarse por completo.

Alfred dijo...

Avanzar está bien, pero saber el porqué y el para qué, también.

Saludos.

lanochedemedianoche dijo...

El que queda, sera quizas quien se presente para dejar todo claro, asi es llegar, como también partir.
Abrazo

carlos perrotti dijo...

"Mis ojos han dejado de buscar lo que no volverán a ver. Dentro de los pesados guantes de cuero mis manos siguen frías, saben que ya no se templarán bajo las faldas de ninguna moza. Mi lengua anhela los sabores que supiera disfrutar. Ni tan siquiera el ulular del viento llega a mis oídos. Las cicatrices de antiguas batallas, las reales y de esas otras batallas nocturnas en el interior de los aposentos, arden por igual cuando las toca la brisa..."
Disfruto mucho leer así.
Abrazo!!

Tatiana Aguilera dijo...

Yo lo interpreto como un conjunto de varios soldados que no saben que murieron. Se supone que aquellos que fallecen de improviso continúan por un tiempo atrapados en este plano, hasta que logran descubrir la luz que eleve sus almas.

Abrazos José

Dyhego dijo...

José:
también quiero saber dónde se dirigen y por qué...
Salu2.

gla. dijo...

Yo también imaginé que eran soldados que ya estaban muertos y no sabían que lo estaban, tampoco porqué estaban yendo y adonde

Abrazos

JLO dijo...

Lindo relato, bien escrito, como siempre por acá. Saludos!

Nuria de Espinosa dijo...

Un relato inquietante que has manejado con gran sabiduría. Me gustó de principio a fin. Un abrazo

lunaroja dijo...

Yo lo sentí como una figura Quijotesca, quizás enloquecida, o tal vez también, guerreros en una especie de limbo después de haber perdido la vida en la batalla.
Genial como siempre.
Saludos

El Sentir del Poeta dijo...

Bello relato, los soldados están en busca de la luz porque donde están todo es oscuridad.
Un placer leerte
Cariños

Nuria de Espinosa dijo...

Nos dejas la intriga abierta a la imaginación. Muy buen texto. Te aplaudo. Un abrazo

Erik dijo...

Marchar a ningún lugar.
Es un bucle de sombras.

Salud.

Alís dijo...


Intuyo que esa batalla, que ya fue, se repetirá una y otra vez

Atrapante relato

Un abrazo

SÓLO EL AMOR ES REAL dijo...

Me gusta la ambigüedad de tu relato tan bien escrito

Paz

Isaac

Recomenzar dijo...

El dia por aca maravilloso siempre es primavera en Miami
No leo casi nada pero comento lo que me sale, y me da las ganas.
Por lo menos te escribo
saludos a mi Patria

BEATRIZ dijo...

Con uno se extravían los otros. Me imagino que sucede con casi todos los soldados, siguiendo al que se pierde tarde o temprano entran al bosque, ¿será que no saben que también ellos estan extraviados?

Saludos, José.

Manuela Fernández dijo...

Quizás todo aquel que vive algo tan brutal como un cuerpo a cuerpo, no sabe luego salir de aquella sinrazon y esté condenado a vivirlo por siempre jamás.
SAludos.

Guillermo Castillo dijo...

La guerra, el arte de lo incierto, lo que nos lleva a un principio de incertidumbre con nombre propio. Saludos.

BEATRIZ dijo...

También pensé que ya están del otro lado y no se han dado cuenta, pero me gustaría saber con seguridad a donde van.

Saludos y feliz fin.

Carlos augusto pereyra martinez dijo...

Cuando puede el absurdo como las obras de Ionesco. Un abrazo. Carlos

Frodo dijo...

Usted como buen historiador debe saber aquello de que Facundo Quiroga tenía un ejército de capiangos, hombres-yaguaretés, almas en pena reclutadas en el mismísimo infierno.

Abrazo, herr J