sábado, 19 de agosto de 2023

Fiesta

Arrepentimiento, no, no era eso. Era una sensación más profunda, más compleja, densa y pesada, que todavía no identificaba. Cuando lo hiciera, cuando supiera qué era lo que sentía, cuando por fin le pusiera un nombre, entendería. Mientras tanto continuaría en ese lugar que si bien no era precisamente el rincón de la habitación, se le parecía. Un espacio más o menos vacío en el que lo habían ido dejando solo, con un cuenco en la mano, rodeado por los ruidos casi tribales que desgarraban el aire y que debía interpretar como música, y la poca luz cada vez más ensombrecida por el humo y el innegable cansancio.
    En algún momento había tenido sentido aceptar la invitación a participar de aquella fiesta, aniversario, rito de fertilidad, sacrificio, festividad o lo que fuera, y ese no había sido ni siquiera el único error. Tendría que haber pensado en alguna excusa para no asistir, algo de último momento, y ahora estaría tranquilo en su propia casa, a punto de dormir, en silencio, sin olor a humo. Pero no, allí estaba, en medio del estruendo.
    No era, pues, arrepentimiento. Lo que sentía tenía otro sabor, otro tono. Algo más cercano al fastidio por no saber decir que no, al terror de que alguien más se enojara cuando no aceptara una imposición a participar de manera obligatoria de algo que no le interesaba.
    Fastidio, sí, porque por un momento…
    Carajo, se acerca el dueño de la casa. Carajo.
    ―Excelente fiesta, ¿no?
    ―La mejor.
    ―Y vos que no querías venir ―Entrechocaron los vasos y el dueño de casa se alejó tan rápido como había llegado.
    ―Cierto ―fingió una sonrisa lo mejor que le fue posible, sintiendo como cada músculo de su rostro se resistía al esfuerzo―. Gracias por volver a invitarme ― con cada palabra fue bajando el tono de voz hasta quedar en silencio.
    Ahora que ya me vieron, ¿puedo irme o todavía es muy temprano?

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25 comentarios:

José A. García dijo...

Se quejan cuando lo invitan, se queja cuando no lo hacen.
No entiendo a esta gente.
Ni a mí tampoco.

Saludos,
J.

gla. dijo...

Ir a una fiesta afonde te cuesta ir...mejor quedarse en casa
Quejarse porque no te invitaron...mejor no ir donde no te quieren
Sin embargo, las fiestas son aburridas en si misma
NO HACE FALTA IR MUY LEJOS
aBRAZOS

SÓLO EL AMOR ES REAL dijo...

Y te puedo decir que me ha pasado mil veces eso que tan bien describes

Paz

Isaac

SÓLO EL AMOR ES REAL dijo...

Hey! Y felicidades por tu libro

éxitos

Isaac

Tatiana Aguilera dijo...

Bueno, suele suceder -en realidad- más veces de las necesarias. Sí, es verdad, se nos presentan invitaciones que no tenemos ánimo para acercarnos y tenemos que hacerlo por obligación. Gran verdad.
Me gustó porque relatas un hecho que acontece más seguido de lo que aparenta.

Abrazos José y, muchísimas felicitaciones por tu libro.

J.P. Alexander dijo...

Hay veces que uno prefiere estar en casa cómodo leyendo que ir a una fiesta. Genial relato. Te mando un beso.

Gabiliante dijo...

y aún lo pintas bien si no tienes en cuenta las complicaciones logísticas. si has venido con alguien y el otro se lo está pasando bien, si has venido en coche, si has bebido sin tener u n plan de regreso ( quién conduce) establecido...
Además la gente tiene la mala costumbre de que si le rechazas cuatro invitaciones , luego ya no te invitan.
abrazoo

Tot Barcelona dijo...

Es complejo el entenderse ¡¡¡¡jejeje

Alfred dijo...

Cuantas veces estamos atrapados, simplemente por cortesía o una supuesta buena educación.

Saludos.

Fackel dijo...

¿Y a quién no nos ha sucedido alguna vez semejante situación? Una descripción apropiada, José.

Sergio Munari dijo...

Es la incomodidad con la que proyectamos nuestras inseguridades. Buscamos la aceptación del grupo, a veces no se sabe ni por qué. También me ha ocurrido lo contrario, que remiso casi del cuello acudí a una fiesta, en la que sorprendentemente o no tanto, la pasé de miedo. Me encanta remolonear,leer o escribir, actividades solitarias, aunque como dice un amigo guionista, él saca sus ideas de las fiestas y encuentros más inoportunos.

Felicidades por tu libro, J.

Jose Casagrande dijo...

Quizas si, sea una buena estrategia: Aceptar la invitación, ir por un rato y ESCAPAR lo más temprano posible.

Nuria de Espinosa dijo...

Si que es curioso. Saludos

Guillermo Castillo dijo...

Coincido con el personaje: hay ocasiones en que se está en el lugar equivocado cuyo telón de fondo es indeseado. También es cierto que uno puedes ser el problema cuando no encaja entre la gente normal. Saludos.

!Congratulaciones por su nueva producción literaria¡

Cabrónidas dijo...

Por poner un ejemplo, el mejor amigo es aquel que nunca te invitaría a su boda.

Carlos augusto pereyra martinez dijo...

Creo que hay algo más para haber decidido estar ahí, en esa fiesta molesta. Acaso, una obligación política o estalinista? Un abrazo. Carlos

lunaroja dijo...

Ay de esos "Noes" no dichos, por quedar bien,por compromiso,por deferencia y tantas veces por inseguridad.
Me siento super identificada con este relato.
Un saludo!

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Suele suceder el fastidio por no haber pensado una efectiva excusa para faltar, para que no ofender a quien hizo la invitación. Y confirmar que era preferible quedarse en casa.
Bien contado. Saludos, colega demiurgo.

Etienne dijo...

Yo diría que es el momento perfecto. Luego se puede decir que estuviste por ahí pero no nos hemos vuelto a cruzar.
El miedo a quedar fuera del círculo social deseando estarlo. Cosas que pasan.

mariarosa dijo...


Habia cumplido.
Lo habían visto.
Era hora de salir despacito y silbando.
Saludos.

alear dijo...

La delgada línea entre el querer ser, no estar y desaparecer que nos aqueja a los introvertidos.

Hace tiempo que no pasaba, un deleite leerte como siempre.
Abrazo!

Dyhego dijo...

José:
creo que a todos nos ha pasado alguna vez: estar en una fiesta o comida y preguntarse, ¡qué horror, qué fastido, qué aburrimiento, ¿por qué se me habrá ocurrido venir?!
Salu2.

Frodo dijo...

Hay fiestas a las que uno ya sabe que fue, incluso antes de ser invitado. Por ejemplo: las actuales fiestas de niños en saloncitos, o de 15 o casamientos. El que fue a una fue a todas, porque tienen el mismo formato.

A las que uno va con muy bajas expectativas, por lo general en casas o "quintas" son las únicas a las que le tengo fé.

Por supuesto que voy a comprar un ejemplar. Gran noticia. Pero quiero más detalles acerca de la presentación y demás. Tal vez si no me invita, voy.

Abrazos herr J.
Suerte con eso, espero más info tarjeta de crédito en llamas pero en mano

carlos perrotti dijo...

Me pasa seguido, amigo, por lo que me identifico una vez más...

Abrazo hasta allá.

José A. García dijo...

José: La queja es permanente.

Gla: Es cierto, pero algunas veces hay que mantener las apariencias, obligatoriamente.

Solo el amor es real: Y seguirá pasando al menos otras mil, sin dudas. Gracias por las felicitaciones.

Tatiana Aguilera: El problema siempre es la cuestión de la obligatoriedad. Eso lo arruina todo.

J. P. Alexander: Algunas veces o casi siempre, es cierto.

Gabilante: Claro, está escrito desde la perspectiva de alguien que lo ha hecho todo por su cuenta.

Tot Barcelona: Algunas veces demasiado.

Alfred: Más de las necesarias, sin dudas.

Fackel: A quien no le haya ocurrido alguna vez algo semejante que arroje la primera piedra…

Sergio Munari: Qué suerte la de tu amigo, nunca he podido sacar siquiera un comentario de valor de las fiestas a las que me han invitado.

José Casagrande: Qué bueno sería tener un aparato que nos permitiera hacer todo eso sin que nadie lo note.

Nuria de Espinosa: Curioso, es cierto.

Guillermo Castillo: Algunas veces no nos queda otra más que estar. Gracias por las congratulaciones.

Cabrónidas: A la boda no, ¿qué hay del funeral?

Carlos Augusto: La obligación siempre impera en las relaciones humanas, no tengo dudas.

Luna Roja: Qué bueno saber que no soy el único que siente igual que el personaje.

Demiurgo: El fastidio de no tener la velocidad de pensamiento suficiente para pensar en una excusa adecuada para negarse sin ofender a los demás, es cierto.

Julio David: Uno más y hasta luego.

Etienne: Una vez que te han visto quienes debían hacerlo, todo lo demás es innecesario.

María Rosa: Exacto, era la hora del adiós.

Alear: Una línea sumamente delgado, sí señora. Qué bueno que vuelvas a blogger.

Dyhego: ¿Por qué no inventé algo para no venir…? Muy cierto.

Frodo: A todas las fiestas a las que asisto siempre lo hago con bajas expectativas, así no me decepciono tanto. Así y todo, logran decepcionarme. Gracias por el comentario sobre el libro. Ya habrá novedades por aquí al respecto…

Carlos Perrotti: Más de una vez, seguro. ¿Quién no?

Gracias a tod@s por sus comentarios.
Nos leemos,
J.