Como intento hacer de la sinceridad mi lema o mi modo de relacionarme con el resto de los seres bióticos y abióticos de la realidad, diré que las mañanas no son lo mío. Tampoco lo son las tardes, las noches blancas ni las oscuras, las más largas ni las más cortas, los días hábiles ni los inhábiles, los pares ni los impares, los idus ni las nonas, la última década, la anterior a esa, o la vida misma. Nada era lo mío. Mucho peor después de…. Sí, después de eso.
Sabiendo que las mañana no son lo mío, no sorprenderé a nadie al decir que cuando abrí la puerta de la heladera en busca del queso parcialmente descremado, sin lactosa ni sabor, demoré bastante en comprender que el interior de la heladera había sido reemplazado por lo que parecía ser el estudio de filmación de una serie de televisión de ciencia ficción, una de esas como El Zorro del Cosmos, Los Tres Galácticos Chiflados, La Familia Adams visita el Sistema Solar o Bonanza en el Cinturón de Orión. Cualquiera de ellas, porque con el correr de los capítulos todas terminan siendo más o menos lo mismo.
―Saludos ―dijo una criatura que se parecía a una mezcla de Pitufo zombie, Tortuga Ninja y sobras pasadas del último fin de año ―. He venido a conocerlo luego de atravesar los confines más lejanos de la galaxia.
―¿Y cómo es que sabes hablar inglés? ―Ese y no otro era el problema al que quería darle una respuesta, porque se repetía en todas las series que mencioné y en tantas otras que ni siquiera recuerdo. Sin importar en qué mundo, universo, realidad alternativa o sueño alcohólico se encontraran, todos hablaban un mismo idioma y se entendían sin la menor dificultad, como si fuera posible entenderse uno mismo, mucho menos lo es cuando queremos entendernos los unos a los otros.
―Yo no hablo inglés, y usted tampoco.
―Ah, menos mal. ¿De casualidad no sabe dónde quedó el queso untable?
―Ahí ―señaló el segundo estante de la puerta que seguía abierta―. No debería dejar ese tipo de productos en ese espacio, porque se echa a perder muy rápido al perder el frío cada vez que se abre la puerta de este aparato tan deficiente en la conservación de la temperatura.
―Sí, sí, ya lo sé. Me lo dijo… ―ella, pero no se lo iba a decir a esa cosa.
Tomé el pote de queso y cerré la puerta, pero de alguna manera la criatura logró salir hacia la cocina.
―Como le decía. He venido a conocerlo, soy…
―Un viajero que viene de lejos. Sí, sí.
Busqué la tostadora y la conecté. Le señalé el aparato para saber si la criatura también quería una tostada, porque lo último que me faltaba es que luego anduviera por ahí contando que era un maleducado que ni siquiera le había ofrecido una tostada. Por suerte dijo que no, porque solo me quedaban dos rebanadas de pan de harina integral sin tacc.
―A conocerlo ―dijo―. A usted. A eso he venido.
―¿Por qué?
―Porque quería conocerlo ―dijo la criatura un tanto confundida―, acabo de decírselo.
―Me refiero a porqué quería conocerme.
―Usted es… creo que la palabra que mejor lo describe en sus términos habituales es “famoso” allí de dónde vengo.
―En los confines más lejanos de la galaxia, supongo.
―Sí, bueno, en realidad es un poco más lejos que eso, pero sí.
―¿Muy famoso?
―Es el ser más famoso de la creación.
Como no aclaró nada más, me preparé el café descafeinado con leche deslactosada y una pizca de azúcar sin glucosa tal y como hacía cada mañana. Al pan de harina integral sin tacc ya tostado lo unté con el queso parcialmente descremado, sin lactosa ni sabor. Un desayuno de campeones, tal vez porque el café estaba tan asqueroso como siempre y porque la tostada tenía el mismo sabor que un trozo de telgopor, era lo ideal para comenzar el día sin energías
Volví a mirar a la criatura que parecía un personaje mal diseñado de una serie de dibujos animados o una de esas pesadas marionetas tamaño mediano dentro de las cuales suele haber una persona para darle movimiento. Imaginé el calor que estaría sufriendo allí dentro y cómo le quedaría el cuerpo luego de tantas horas de encierro.
―¿Me dirá por qué soy famoso o tendré que adivinarlo?
―Oh, sí, se lo diré. Las noticias no han llegado a la Tierra aún ―dijo buscando en su cinturón un aparato que parecía un discman de la década de 1990 con luces led y antishock, y comenzó a recitar―. El Concilio Universal de todos los seres de la creación ha realizado una encuesta para saber cuál de entre los seres existentes en este momento del universo es el más superfluo e inútil de todos. Aquel ser que podría ser suprimido sin que la continuidad espacio-temporal se viera afectada en forma alguna ni se correría el riesgo de generar una entropía catastrófica que acabara con la realidad y…
―Déjame adivinar. Vino hasta aquí a visitarme, a conocerme, porque… ¿Soy el ser más superfluo e inútil de la realidad?
La expresión de contrariedad de la máscara con la que sin dudas ocultaba su rostro la persona que se encontraba dentro de aquella marioneta, no tuvo comparación. Tendría que felicitar a los encargados de su realización, más que nada para lograr que los seis ojos de la criatura parpadearan por pares intercalados en perfecta sincronía. Sé que eso es un trabajo de programación bastante difícil.
―Al contrario ―dijo luego de un tiempo de silencio en el que pareció buscar las palabras adecuadas para continuar―. Usted no ganó.
―Ah, ¿no?
―No. Y es por esa razón que vine a visitarlo, a conocerlo, al ser más famoso de este momento del universo.
―Pero si me está diciendo que no gané ese concurso, encuesta o lo que haya sido. Quien sí lo haya hecho es quien debería de ser el más famoso.
―Y lo es, sí. No tenga dudas de eso. Pero nunca será más famoso que aquel ser al momento de realizarse la encuesta para saber cuál de entre todos los seres existentes en este momento del universo es el más superfluo e inútil fue descalificado precisamente por inútil. ¿Me permite?
Del mismo cinturón sacó otro aparato que sin dudas sería una cámara de fotos polaroid y tomó varias instantáneas ―incluso una sosteniendo el pote de queso parcialmente descremado, sin lactosa ni sabor y, creo, sonriendo―. Esperó un par de minutos y me dio una de las fotos mientras guardaba las restantes en otro compartimiento de su cinturón. Me agradeció palmeándome la espalda con sus cuatro manos de pulgares oponibles antes de introducirse nuevamente en la heladera exultante de alegría y cerrando la puerta tras de sí. Inmediatamente volví a abrir la heladera y comprobé que todo había vuelto a su lugar, incluso el pote de queso parcialmente descremado, sin lactosa ni sabor. Con esa seguridad, regresé al café que ahora, además de asqueroso, también estaba frío.
que así debería de verse el interior de esa heladera.
27 comentarios:
Qué suerte tienen algunos para recibir visitas...
Saludos,
J.
Podría decirse que la Tierra está en el confín de la galaxia. Así que está bien titulada.
Ser inútil incluso para ser calificado como el más inútil, no tiene sentido.
El visitante puede ser un competidor. Tanta admiración o tanta emoción contraria a la admiración. Pero no fue capaz de llevar algo de regalo, como un café bien preparado.
Saludos.
¡Vaya José!, tendré más cuidado cuando despierte en la mañana sin muchas ganas de levantarme, porque por lo visto, existen seres que nos observan y son capaces de traspasar galaxias y hablarnos desde su erudita sapiencia.
Mi criatura la imagino de color azul, porque me encanta ese color y porque además, viene de las estrellas. Tendrá extremidades largas a modo de ET y una cabeza alargada para guardar mucha información, ahora, no sé, si saldría del refrigerador. Creo que estaría oculto en algún árbol, planta y pasaría desapercibido por sus facultades de camuflaje…
Me ha divertido este cuento José. Espero que la soledad humana no sea tanta que necesitemos humanoides para conversar.
Abrazos
Hola Maestro, son tantas las cosas en que coincidimos ante la abrumadora industria del cine: caso concreto, la comunicación o el lenguaje común entre aquellos seres con los subdesarrollados terrícolas.
Vaya, si es abrumador encontrar a un ser de otra dimensión metida en nuestra propia sopa. que nos observan, nos observan, eso sí es muy seguro. Saludos.
Uy como va la vida en este planeta hay muchos seres superficiales. Dudo que los extraterrestres venga a conocernos por eso. Te mando un beso y genial relato.
José, qué afortunado eres por recibir la visita del más famoso del universo. Si te hubieses hecho un selfi y le hubieses pedido un autógrafo te estarías forrando ahora mismo...
Lo malo de la vida sana actusl es que la comida light es repugnante...
Salu2
Ha sido de los relatos que más me han agradado.
Es adulador de que al menos a uno se le considere campeón en algo, y que además se lleven unas fotos de recuerdo.
Miraré con más atención la próxima vez que abra la heladera, no sea cosa que además de consumos caducados y aberturas preferentes haya otros seres galácticos.
salut
Y luego creo que me a mí, me pasan cosas interesantes. Ja ja ja
Un saludo.
Cuántos seres -vivos, muertos, imaginarios y de paso- conviven en nuestros sueños, tomando el relevo de nuestras acciones cotidianas. Ese de la nevera podría ser uno de ellos.
Curioso relato, J. Hay quién ve duendes, luces, dragomes y tu personaje un extraterrestre. Es muy original aunque en cuestiones superfluas no me atrevería a juzgar a nadie. No creo en existencias anodinas, porqué cada uno se adapta al medio lo mejor que puede, en esta roca que vse acelera en su deriva por el espacio. Un saludo.
Ciertamente quedar en segundo lugar en ese tipo de concursos, es bastante desalentador,
pero ser DESCALIFICADO..... por la misma razon del concurso
realmente no ayuda a la autoestima.
El visitante parece ser de ese tipo de turistas japoneses que quieren tener recuerdo de todo
Interesantísimo tu relato,con varias lecturas...
Me encantó esto de comer todo lo que se recomienda para los desayunos de campeones,que ya no tiene ni gusto ni sabor.
La naturalidad,con la que el señor inútil, se encuentra con ese ser,sin siquiera movérsele una pestaña-
Estamos en una era de seres anestesiados que ya no se asombran ni emocionan por nada?
Me encantó.
Saludos.
Me gusta la historia
Si señor
Abrazos
Si
El hombre es un ser racional, por ende debe saber como debe proceder en un mundo en peligro y no lo hace
Abrazos
Me queda la duda de si toda la historia se ha debido a una gestión de queso caducado.. por lo general el queso caducado da gases, esa sería la pista para saberlo ;)
Me has hecho buscar que demonios era el pan sin TACC :)
Me queda la duda de si toda la historia se ha debido a una gestión de queso caducado.. por lo general el queso caducado da gases, esa sería la pista para saberlo ;)
Me has hecho buscar que demonios era el pan sin TACC :)
Él era el digno ganador, el más inútil incluso para ganar, pero no lo hizo. Ese jurado estaba comprado y el concurso amañado.
Bueno, la fama no es para todos, así se viva en el confín dexla galaxia
Un abrazo. Carlos
El caso es que hablen de ti, para bien o para mal, con o sin lactosa
Hilarante. Me encantó. Buen relato como síntesis para un cortometraje.
Abrazo hasta vos.
jajajaja cierra ya esa nevera... madre mía qué imaginación...
Besos.
¡¡Cuidado José!!
Cuando comenzamos a hablar con seres diferentes y que parecen de otro planeta es que estamos entrando en zona peligrosa. Fue enteretenido leerte.
Saludos.
Necesitas un horno de microondas para calentar todas las cosas que se te van quedando frías.
Saludos
Espero que encuentres el modo y forma de escapar de la depre mañanera, que yo también sufro con una intensidad digna de mejor causa así podremos seguir leyendo tus estupendas historias, como esta misma.
Saludos
¿Sabes una cosa? no se si será mi imaginación o ese deseo de saber que no estamos solos, siempre me acompañado que tenemos seres que nos vigilan y acompañan, lo he sentido desde mi niñez y la verdad tengo que decirte que me fascina sentir ésta sensación "ese acompañamiento invisible" por todo ello me ha encantado leerte, por la naturalidad y sencillez que has relatado tan bella historia.
Un gran abrazo desde éste rincón de Andalucía
Wow! grata visita, creo. A mí ya nadie me visita ni en la heladera ni en las escaleras, como solía pasar.Pero tu historia me hace resonancia y sonrío.
Saludos-
José: Qué suerte tienen algunos de no recibirlas…
Demiurgo: Ser el más inútil es, necesariamente, algo inútil, es cierto.
Tatiana Aguilera: Hay muchas posibilidades sobre cómo serían esas criaturas que lleguen a visitarnos desde otra galaxia. Mientras no lo hagan, la creatividad siempre podrá darles el cuerpo que uno quiera.
Guillermo Castillo: Hablando de sopas, ¿cuántas veces no nos habremos tragado a alguno de esos seres sin percatarnos?
J. P. Alexander: Superficial e inútil no son, necesariamente, sinónimos.
Anónimo: Lo malo es que la comida que se llama light no lo es…
Tot Barcelona: Alguna vez en la vida deberíamos sentir que hicimos algo bien, aunque más no sea haberlo hecho todo mal.
ODRY: Hay quienes nacen con suerte…
Fackel: Muy cierto, me olvidé de los seres imaginarios. Deberé considerarlos en la próxima escritura.
Sergio Munari: Lo bueno de las creencias es que no tienen forma de ser iguales para todos. Hay gente que cree en el horóscopo…
José Casagrande: Los japoneses y sus fotos…
Luna Roja: Ya ni siquiera la anestesia tiene sabor, es cierto.
Gla: No sé por qué deberíamos seguir considerando al hombre como un ser racional.
Beauséant: Todos los días se puede aprender algo nuevo, lo digo por lo del TACC.
Cabrónidas: No hay dudas de que el ganador del concurso estaba puesto desde antes de ser llamado.
Carlos Augusto: No sé si quiera ser famoso por inútil…
Chafardero: Que hablen, qué más da.
Carlos Perrotti: Gracias por el comentario.
Laura: Para peor, cuánto más tiempo abierta, más electricidad consume-
María Rosa: ¿Y si esa zona peligrosa es todo lo que nos queda?
Un Jubilado: Sin dudas, si me puede decir dónde conseguir uno a un precio accesible…
Dr. Krapp: ¿Por qué escapar cuando se la puede abrazar y contemplar el vacío con el rostro carente de expresión durante las horas laborales?
Enca Gálvez: Si esos seres existen, espero que no nos acompañen 24x7…
Beatriz: ¿En el zaguán tampoco?
Gracias a tod@s por sus visitas y comentarios.
Nos leemos,
J.
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