sábado, 15 de abril de 2023

Alarmas

Sonaron las alarmas para ir a trabajar.
    Maldito sea, de por vida y si hay algo después de este castigo maldito que lo sea también entonces, quien tuvo la idea de las alarmas. Porque no solo tuvo la idea de que sonaran las alarmas, sino de que sonaran en cada esquina a partir del sistema de altoparlantes siempre a la misma hora, por lo que imposible decir que nuestra alarma personal no había sonado, porque salvo otro holocausto nuclear, la alarma pública siempre sonaba. Y allí estaba, sonando, obligándome a despertar para ir a trabajar. Sabía que desde que dejaban de sonar tenía veintisiete exactos minutos para hacer todo lo necesario antes de salir y cumplir con el horario de trabajo impuesto. Luego de todas esas horas haciendo cosas que no tenían ningún sentido para mí, otra alarma me diría que ya podía regresar.
    Uno de mis tantos problemas era que cada día me costaba más salir, de la cama primero, de la casa después. La modorra, el insomnio y las noches en blanco que solo al amanecer remitían, justo cuando estaban por comenzar a sonar las alarmas, causaban estragos en mí.
    Me arrastré por los diferentes espacios de la casa cumpliendo cada paso del ritual mañanero. El desayuno, la afeitada, el baño, el acicalamiento general, el darme cuenta que otra vez había olvidado lavar el uniforme. Las cosas normales que se hacen antes de salir a trabajar. Hasta que no completé cada uno de estos pasos no me percaté de que la alarma, tan incorporada a mi vida, a mi rutina, que aprendiera a ignorarla, no había dejado de sonar.
    Esto me ponía de un humor peor al que ya tenía porque la continuidad de la alarma indicaba que debíamos evacuar la ciudad. Era la tercera vez que lo hacíamos en el último mes. Ya ni gracia me hacía, porque el tener un día de no trabajar y de descanso implicaba que al día siguiente habría que hacer un esfuerzo doble para ponerse a tiro con todo lo que se había atrasado y se adeudaba. No sé por qué nos hacían evacuar la ciudad, no le encontraba aún ningún sentido.
    Me cambié el uniforme de trabajo por ropa más cómoda, cerré puertas y ventanas, y escondí lo que no quería que encontraran, porque corría el rumor de que durante la evacuación las autoridades registraban las casas vacías, aunque nadie estaba seguro de qué era lo que buscaban. Luego guardé una vianda y el resto del equipo de supervivencia en la mochila y salí a la calle.
    No era el único que se había tomado el tiempo para hacerlo.
    ―Vecino, buenos días.
    ―Vecina ―respondí. Algo me decía que había estado esperando junto a mi puerta desde hacía un buen rato. También a ella la detestaba, no tanto como el inventor de las alarmas públicas, porque con él no podía desahogar mis más básicas necesidades biológicas, pero se le acercaba bastante. Mi error había sido ayudarla durante la caótica primera evacuación, desde ese momento no pude lograr que dejara de insistir, aun a pesar de mis constantes negativas. Dudo de que la ayuda que reclamara aquella primera vez haya sido tal real y no un mero engaño en el que caí como el mayor de los incautos.
    ―¿Lleva todo lo necesario en ese mochila?
    ―Hombre precavido vale por dos ―dije. Esa frase la repetía mi abuelo cada sábado a la noche antes de salir a sus bailes de solteros mostrándome una pastilla azul. Nunca supe qué era esa pastilla y como toda medicina fue prohibida hace años por las autoridades de la ciudad, solo me queda su frase y su recuerdo.
    ―Qué bueno. Lo que es a mí, creo que en el apuro se me olvidó algo ―se adelantó unos pasos y con una mano bajó parte de la calza deportiva negra que traía, me quedó claro que otra vez no llevaba ropa interior―. No sé qué será, soy tan despistada ―sonrió con picardía y la mirada cargada de deseo.
    ―Ya tendremos tiempo de descubrirlo ―respondí.
    No sé por qué pasaba nada de todo esto, no sé por qué evacuaban la ciudad una y otra vez, no sé porque esa mujer no dejaba de buscarme, pero mientras las cosas continuaran de eso modo no me quejaría.
    Bueno, no. Sí me quejaría, de las malditas alarmas, que ya podrían ir dejando de sonar.

25 comentarios:

José A. García dijo...

En el capítulo de hoy de "cosas que nunca en la vida le pasarían a josé..."
Hay premio doble para quien adivine la referencia musical que se esconde en el texto.

Saludos,
J.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

¿Es bueno o malo que nunca pasen cosas como en el relato?
Es una pregunta que nunca tendrá respuesta.

Muy intrigante el relato.
¿Hasta que punto es molesta la vecina?
¿Cuál es el trabajo que no le gusta al protagonista?
¿Por qué evacuarán la ciudad? Yo sospecho que es un pretexto para revisar las casas, en busca de artículos prohibidos.

Bien contado.. Saludos.

lunaroja dijo...

Uf tus relatos tienen ese toque Orwelliano, si se puede decir asi...
En cuanto al tema musical entre líneas...quizás un tema o de Yes o Pink Floyd, pero que no recuerdo sus títulos...(estoy muy mayor ya)
Saludos!

Guillermo Castillo dijo...

Una singular y extraña evacuación. Salud.

Alfred dijo...

Me viene a la cabeza "El Muro" de Pink Floyd

Un saludo.

Tatiana Aguilera dijo...

¡Ay! las alarmas...¡Cómo la odio cuando suena los días Lunes!...Muy intrigante el trabajo del protagonista. Si usa equipo de supervivencia su labor es peligrosa, tal vez, por esa razón lo detesta. Ahora, lo de la vecina y su insistencia, simplemente a él no le gusta y se deja querer.
Abrazos José

J.P. Alexander dijo...

Buen relato con tintes apocalípticos. De una realidad que se ve venir. Te mando un beso

carlos perrotti dijo...

Alarmas suenan cada día y por todos lados, en casi cada quehacer y acontecimiento mundano... Señal de que algo está a punto de suceder... Excelente relato-metáfora, amigo

Abrazo!!

Tot Barcelona dijo...

Yo creo que lo que hay que hacer es poner una alarma para cuando se acerque su vecina, es peligrosa.
salut

Buscador dijo...

Un texto excelente. Las alarmas me devuelven a otro tiempo que amenaza con ser presente. Ahora,la alarma que escucho cada día es la de despertador y yo, como un autómata, llevo la misma ceremonia desde que madrugo hace infinidad de años.

Muy buen texto

Un saludo

lanochedemedianoche dijo...

En nuestro interior no cesan de sonar alarmas, creo que no nos acostumbraremos jamás, muy buen relato.
Abrazo

Jose Casagrande dijo...

La vecina....si, necesito una asi, un poco olvidadiza.

Y es que ahora la alarma suena en el telefono celular.... el sonido de URGENCIA nos persigue, no importa que hagamos o donde estemos

Chafardero dijo...

Trabajo en un lugar donde suenan pitidos y alarmas procedentes de un montón de aparatos que nos rodean. Cuando suenan varias a la vez a veces no sabes para dónde tirar. Y no aparece ninguna vecina ardiente a echar una mano

Beauséant dijo...

La referencia musical ni idea, pero si hay mucho de Orwell aquí :) Esos individuos atrapados en sistemas más grandes, mucho más grandes de lo que puedan imaginar y que ya han dejado de hacerse preguntas, simplemente viven como automátas siguiendo la señal de las alarmas, de las pantallas, de lo que sea que rija sus vidas..

Saludos

mariarosa dijo...

¿Llegaremos un día a un mundo así, controlado y regido por alarmas y un gobierno dictador?
Puede que si, lo que no va a cambiar es la coqueteria femenina...

mariarosa

DULCINEA DEL ATLANTICO dijo...

Yo creo que esa vecina algo quiere de tu protagonista, tanto olvidarse de las cosas algo esconde.
Las alarmas de una u otra forma están por todos lados.
La referencia musical ni idea, ya nos contarás cual es
Un saludo José A
Puri

Etienne dijo...

Buscando la referencia musical, me fijé en los altoparlantes y me hizo pensar en V de Vendetta y la alarma que anunciaba el momento en que todos debían quedarse en sus casas a la noche.
A mi tampoco me pasa que me hagan evacuar tres veces en un mes, me parece abusivo!
El Gran Hermano, el poder que todo lo ve, seres que no piensan por si mismos, Orwell y Huxley a pleno.
Abrazo!

Ginebra dijo...

Alarmas de evacuación: guerra, pandemia... nada bueno. En general, las alarmas son molestas sobre todo ese tipo de alarmas.
Saludos

Mara dijo...


Bueno José no te quejes porque parece que todo termina bien.
Aún tengo en mi cabeza el sonido de la sirena que de joven sonaba para ir a trabajar. ¡Nunca me acostumbré!
Saludos.

Doctor Krapp dijo...

Texto con incógnita y excelente como siempre.
Alarmas y las pastillas del abuelo. Yo ahora estoy con las alarmas para tomar las pastillas porque soy olvidadizo.
Es tiempo de ser abuelo.
Saludos.

Frodo dijo...

Pienso en vencedores Vencidos, pienso en el disco de No te va gustar "Suenan las alarmas", pienso en eso que decía les Luthiers que "hombre prevenido vale por dos, pareja desprevenida vale por tres"...
Pienso en Pink Floyd.

Con intriga,
Abrazos J

SÓLO EL AMOR ES REAL dijo...

Un escrito muy tuyo, formidable, agobiante

Paz

Isaac

Laura dijo...

Alarmas por todas partes. Yo las de despertarme ya ni las oigo, suenan y suenan y se pierden...
Con gran parte del relato me he sentido identificada... cada vez me cuesta más ponerme en marcha.
Besos.

José A. García dijo...

Demiurgo: Todas esas preguntas quedarán sin respuestas, al menos en el relato. El lector puede llegar a las propias, si es que las necesita.

Luna Roja: Gracias por la comparación con Orwell. No lo pensé por ese lado, pero veo la relación.

Guillermo Castillo: Muy extraña.

Alfred: No, la canción no viene del lado inglés.

Tatiana Aguilera: También odio las alarmas, pero no solamente la de los días lunes.

J. P. Alexander: Una realidad que se ve venir y que dejaremos que ocurra, sin dudas.

Carlos Perrotti: Las alarmas han reemplazado a los sonidos de la naturaleza que, si los escucharíamos hoy, no sabríamos cómo reaccionar.

Tot Barcelona: Claro, sumar una alarma más.

Buscador: Nos volvimos autómatas que cumplen funciones según suenan las alarmas, No tengo dudas de ello.

La Noche de Medianoche: Nos acostumbramos tanto que solo notamos cuando dejan de sonar, y no estoy del todo seguro que eso sea lo mejor.

José Casagrande: La mayoría quería una vecina así, pero de seguro rápidamente comenzarían a esquivarla.

Chafardero: Trabajar rodeados de alarmas es una gran dificultad.

Beauséant: Estamos atrapados en sistemas tan inmenso que no se ven y como no los vemos creemos que podemos ser libres cuando lo único que estamos siendo es ser funcionales a ese mismo sistema.

María Rosa: Llegaremos, sí. Espero no verlo.

Dulcinea: La cuestión será saber si el protagonista entiende qué es lo que quiere la vecina o no.

Etienne: Excelente adaptación de la historieta original, que claramente se basa en la obra de Orwell y otros escritores similares.

Ginebra: Cuanto más rápido nos acostumbramos, más rápido avanzan.

Mara: Nunca acostumbrarse a las sirenas, eso es lo importante.

Julio David: Muy interesante la clave musical, pero no va por ese lado. Con el resto del análisis concuerdo un poco más.

Dr. Krapp: Cierto, las alarmas para las pastillas. A no olvidarlas. A ninguna de las dos.

Frodo: La intriga continúa.

Solo el Amor es Real: Agobiante, esa era la sensación buscada.

Laura: Es peligroso acostumbrarse tanto a algo que ya dejamos de sentirlo.

Gracias a tod@s por sus visitas y comentarios.

Nos leemos,
J.

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Siempre hay un pretexto para acercarse al otro. Un abrazo. Carlos