sábado, 8 de abril de 2023

Lectura Voraz

Comenzaba a fastidiarse. Llevaba la mayor parte de la mañana, desde muy temprano porque había olvidado desactivar la alarma y sonó a la misma hora que el resto de los días aunque hubiera preferido dormir un poco más, sin lograr, a pesar del tiempo dedicado, concentrarse. Dejó el papel sobre la mesa, se refregó el rostro con ambas manos apretándose luego el puente de la nariz. Miró la taza de café vacía, tal vez ahora sí había pasado el tiempo suficiente para tomarse otra sin que más tarde le ardiera el estómago. No se levantó, enderezó la espalda contra el respaldo de la silla y giró la cabeza hacia uno y otro lado.
    Cuando volvió a la hoja de papel las letras continuaban bailando ante sus ojos, aunque un poco menos que antes. Bostezó y buscó el principio del texto dando vuelta la hoja. Buscó el título, que no estaba allí, y volvió a girar la hoja. Algo debía de haberle hecho darse cuenta de lo que sucedía cuando la giró por tercera vez, pero no fue así. Tal vez porque todavía estaba más dormido que despierto, volvió a dar vuelta la hoja. Luego la giró una vez más.
    Si no podía encontrar el principio, buscaría el final. Del lado de la hoja que tenía frente a sus ojos el texto no terminaba, por lo que la giró mirando la parte de abajo, notó que el texto no terminaba allí, por lo que dio vuelta la hoja una vez más. Y varias veces más después de esa antes de darse por vencido. El texto no tenía principio ni final y se sentía tan dormido como al principio. Como si fuera parte del relato de un escritor primerizo esperaba despertar de un momento a otro para descubrir que se había dormido abrazando una hoja de papel cualquiera o algo similar, pero no lo hacía, no despertaba, y eso a pasar de estar seguro de reconocer esa experiencia onírica y la mala calidad de la escritura.
    Volvió a la hoja y empezó a leer en un punto y aparte, un párrafo cualquiera, al azar.
    Leyó hasta que terminó la hoja y continuó leyendo del otro lado. Terminó también lo que allí decía y volvió a dar vuelta la hoja, como encontró la continuación de lo que acababa de leer siguió adelante. Por fin había logrado que el texto lo atrapara. Continuó leyendo, dio vuelta la hoja y continuó, dio vuelta la hoja y continuó, dio vuelta la hoja y continuó.
    Lo que leía comenzaba a tener un poco de sentido.
    Levantó la taza y continuó también con su café, sabía que la taza estaba vacía, pero también sabía que la taza tenía café. Vacío la taza y seguía habiendo café. Volvió a beber un poco más de café al dar vuelta la hoja.
    Si lograba no distraerse la lectura tenía algún sentido, pero debía lograr eso que muy pocas veces lograba: concentrarse. Debía evitar pensar cuando giraba la hoja hacia uno u otro lado porque el menor pensamiento ajeno a lo que leía rompería su atención junto con la continuidad del texto. Por eso comenzó a girar más rápidamente la hoja cuando llegaba a la última palabra, a la última línea, a la mitad de la última frase, antes de comenzar el último párrafo, sin haber leído ni una sola palabra, solo tenía que seguir girando la hoja y volver a girarla, y volver a girarla, y volver a girarla, hasta el final.
    Eso en el caso de que hubiera un final, porque no siempre lo hay. Pero, por las dudas, volvió a girar la hoja.

Imagen perteneciente al llamado "Manuscrito Voynich"

26 comentarios:

José A. García dijo...

Algunos días leer cuesta más que otros, sin dudas.

Saludos,
J.

Alfred dijo...

Todo principio tiene un fin, si no hay principio tampoco hay fin.
Saludos.

Tot Barcelona dijo...

Igual estaba escrito por la mano de Dios, recuerda que escribe recto con renglones torcidos ¡
Salut

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

---Y da la sensación de que lo escribo se niega a ser coherente, que no tiene inicio ni final.
Bien contado. Saludos.

Cabrónidas dijo...

Rediós, es como el bucle informático de la eterna condena.

gla. dijo...

Me gustó
La concentración a veces cuesta, tanto al escribir y al leer
Abrazos

J.P. Alexander dijo...

Uy cuando uno lee algo genial se siente así. La lectura se vuelve aditiva. Te deseo un genial fin de semana y unas felices pascuas. Te mando un beso.

carlos perrotti dijo...

Borgeano relato. Me encantó...

Abrazo hasta vos.

unjubilado dijo...

Acabas de descubrir como se apañan los políticos para estar dos horas hablando sin decir nada y sin que nadie los entienda.
Saludos

Fackel dijo...

Parece que te has dejado llevar por el misterioso y obsesivo Manuscrito Voynich, y me gusta que haya sido así, una interesante recreación la tuya.

Buscador dijo...

Una vez leí algo cuya conclusión se escapaba de la realidad y entonces, escribí un texto con mucho sentido y aquel otro, sigue en mis dudas mas lo que escribí sigue aclamado por el público.

Un saludo amigo

Tatiana Aguilera dijo...

Y ¡vaya que sucede cuando se escribe!, esa sensación de que falta algo, de que la conexión no está del todo lograda, que no se logra dar con el sablazo final, porque esa estocada es la diferencia y no se logra encontrar.

Abrazos José. Muy buen relato. Me gustó.

Mucha dijo...

Me gusta leerte no espero que me escribas o me leas-Te pierdes en un mundo de cosas no buenas
un beso y...más

Mucha dijo...

Blogger carlos perrotti dijo...
Borgeano relato.
Es un relato de é
l no se lo pases a otro gordito

Luiz Gomes dijo...

Boa tarde de domingo, uma boa Páscoa e bom início de semana.

Luiz Gomes

Gabiliante dijo...

Sin duda la vista y la concentración son necesarias, pero, el texto, en su sabiduría, retroalimenta el contenido de la taza de café, que también es necesario para posibilitar la hoja de multiplaginas
Conocía pero no recordaba lo del manuscrito Voynich, así qye he tenido que mirarlo. Es curioso que pone no entienden nada de lo que expone, pero sun así dicen que es un texto inacabado.
Abrazoo

lunaroja dijo...

Tus relatos tienen algo estremecedor, sin parecerlo,pero,a medida que avanzás en la lectura entramos en tu personal mirada.
Un saludo!

Etienne dijo...

Cada lector tiene sus gustos, cada persona sus momentos de ocio y los problemas que arrastra y que le impiden concentrarse. También el texto tiene que atraparte, sino es dificil llegar al final (o siquiera a leer un párrafo).
Una vez que agarra ritmo, no hay freno que sirva...
Abrazo!

Chafardero dijo...

Una sensación parecida me atrapó a mi leyendo Ulises de Joyce, pero conseguí zafarme de su influjo tirándolo por la ventana

Doctor Krapp dijo...

No sé, pero tu texto me ha hecho evocar aquella Biblioteca de Babel de tu paisano, Jorge Luis. Seguro que a él lo valoraría porque le gustaba abismarse en el infinito.

Saludos

Jose Casagrande dijo...

Se me ha ocurrido una idea....
que tal si le preguntamos a la chat-gpt.....
"Que dice el famoso Manuscrito Voynich???"

Una inteligencia artifical podra descifrarlo o hallarle sentido

SÓLO EL AMOR ES REAL dijo...

Me recordaste algo a Cortazar

Paz

Isaac

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Tenía el ensalmo de la caja china. Un abrazo. Carlos

Ginebra dijo...

No será el bloqueo del escritor???. Escribir es un trabajo duro que necesita mucha disciplina, leer, en cambio, a mí me parece tan sencillo... y si un día no se tienen ganas pues no se lee, pero lo de escribir es diferente, creo que el hábito es esencial, eso y la disciplina, como comenté (es una opinión).
Saludos

Frodo dijo...

En mi podcast de ciencia preferido (todo el mundo debería tener el suyo) en un episodio hablaron del manuscrito voynich y los análisis que hay detrás de él.

Cuando arranco con la lectura automática, esa en la que leo pero estoy pensando en otra cosa, me gustaría darme una patada.

Abrazos herr J

Laura dijo...

Leer requiere de mucha concentración, porque si no la tienes (o tienes la cabeza en otro sitio) olvidas todo lo que has leído y lo único que haces es perder el tiempo.
Escribir requiere concentración e inspiración (y un poco de suerte también) y no todos los días el universo conspira a tu favor... jajaja
Besos.