domingo, 26 de marzo de 2023

Un sinfín de pájaros muertos

Caminábamos por el parque cuando, como de la nada, casi que a quemarropa, me preguntaste:
    ―¿Notaste que cada vez se ven más pájaros muertos?
    Esperaba que hablaras, es cierto, para solucionar aunque más no fuera una mínima parte de los malentendidos que nos rodeaban. Pensar en comprenderlos era una mera ilusión, siempre lo supe. Por eso, porque esperaba otra cosa, tu pregunta me descolocó.
    ―¿Por qué será? ―agregaste después.
    Claramente no tenía una respuesta. Me quedé mirando el vacío que señalaba la punta de tu dedo, un poco más allá de donde en efecto se veía un pequeño gorrión muerto, entre el pasto mal cuidado y los yuyos, siendo impiadosamente atacado por las hormigas. Ignoraba, también, ese detalle, el que las hormigas comieran carne, plumas, piojos de ave, lo que fuera que tuviera el pobre pájaro caído. El pecho del gorrión era un infierno de movimiento negro de tantas hormigas que caminaban sobre él. Por eso miré un poco más allá, no demasiado porque no había mucho para mirar, en silencio, hundiéndome poco a poco en el mutismo compartido.
    ―No es el primero que veo ―dijiste al sentarte en una banca cercana al gorrión caído―. Es las últimas semanas he visto al menos uno día por medio. Incluso algunas veces hasta dos, y a muy poca distancia. No sé qué los estará matando.
    Parecías tan interesada en el tema que te dejé hablar solo para escucharte un poco más.
    ―Tal vez alguien los esté envenenando. Alguien muy malo e ignorante. Pero ambas cosas suelen ir juntas. Se es malo por ignorancia o se es ignorante por maldad. Además, es una ignorancia terrible, porque nos daña a todos. Los pájaros son necesarios.
    La emoción en tus palabras me inundaba, me llenaba, me abrumaba. Por eso mi silencio, uno que esperaba que entendieras, como lo había esperado siempre.
    ―Podría ser algo en el aire ―Mirabas hacia arriba mientras lo decías, hacia los árboles y lo que pudiera haber entre ellos―. En algún lugar leí que se usaban pequeños pajaritos en las minas para saber si había gases peligrosos en el interior de los túneles. Los pajaritos se morían primero por el tamaño de sus pequeños pulmones. Tal vez por eso están muriéndose y nosotros, con nuestros enormes pulmones, todavía no nos damos cuenta.
    La velocidad con la que las hormigas se encargaban del gorrión me dejaba sin aliento, casi como lo hacían tus palabras, tus ideas. Desconocía que pudieras saber ese tipo de cosas. Ese desconocimiento me aterraba.
    ―Algo los está matando ―continuaste―. No tengo dudas de que de una forma u otra es culpa nuestra. Siempre somos culpables. Siempre somos quienes volvemos todo peor de lo que era.
    ―Siempre ―murmuré, me escuchaste y te volviste, y me miraste.
    ―Es una situación semejante no queda más que una posibilidad. La misma que sabíamos que acabaría ocurriendo ―Me miraste en silencio buscando asegurarte de que te comprendía y sí, lo hacía, te comprendía―. Ambos sabemos cuál.
    ―Lo sabemos ―respondí a la pregunta no formulada.
    Te levantaste, extendiste el puño cerrado a modo de saludo, lo choqué levemente, sin ganas, sin emoción. Giraste y te marchaste por el camino de pedregullo hacia la salida del parque. Sabía que alguien más te estaría esperando y por eso, aunque lento como siempre, todo había sido demasiado rápido.
    Horas más tardes, cuando las farolas se encendieron, me levanté. Antes de marcharme en la dirección opuesta a la que tú tomaras, me acerqué a lo que iba quedando del cadáver del gorrión y lo pateé lo más fuerte que pude interrumpiendo el festín sin final de las hormigas.

26 comentarios:

José A. García dijo...

Cada día que pasa me convenzo más de que la comunicación entre las personas es un imposible.

Saludos,
J.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Esa reflexión sobre la muerte de los pájaros como un símbolo de algo que terminó. O por lo menos, eso entendí.

Saludos.

lunaroja dijo...

Excelente relato, tiene una reminiscencia Cortazariana. No sé por qué,pero,me lo recordó.
Es realmente alegórico.
Un saludo!

Alfred dijo...

Un diálogo que no es tal, una habla y se contesta, el otro asienta e insinúa, pero no se cruzan ideas. El pájaro vuelve a volar, brevemente.
Un saludo.

Maia dijo...

Proyectar en el gorrión el propio vació y silencio para no afrontar que la relación ya terminó. En comunicación somos imposibles

carlos perrotti dijo...

Toda una metáfora: seres cada vez más distantes rodeados de pájaros muertos sin saber qué pasa...

Abrazo hasta allá.

Tatiana Aguilera dijo...

Uno habla, el otro esperaba solucionar antiguos malentendidos. El que escucha intenta que el que habla lo entienda y, los pájaros muertos, tan muertos como la comunicación.

Abrazos José

J.P. Alexander dijo...

Me impacto el final aveces solo escuchamos lo que deseamos. Te mando un beso.

Manuela Fernández dijo...

A veces queremos que se verbalice lo que ya sabemos, es una especie de obstinación en negar aquello que la comunicación no verbal nos está diciendo, cuando de todos los medios de comunicación, es la palabra la más engañosa.
SAludos.

Beatriz dijo...

Es una situación preocupante por decir algo, los pájaros muertos en la realidad o en la metáfora, son señal de algo.

Saludos, José A.

Gabiliante dijo...

Vaya, que ya no necesitamos escopetas para derribar pájaros.
Te podías haber callado, a ver como seguía adelante. Con una palabra que dijiste...
Si te sirve de consuelo, que supongo que no, el último vuelo del pájaro aterrizó en la cabeza del nuevo novio
Abrazoo

Jose Casagrande dijo...

Pero entonces no se supo al fin que mataba a los pajaritos?

Etienne dijo...

La comunicación como tal no dejará de ocurrir, lo que me hace pensar es que falla alguno de los componentes. Imposible, puede ser si lo que queremos es una total comprensión y adherencia sin condiciones, lo que nunca pasa porque la empatía requerida brilla por su ausencia.
Nostalgia de lo que pudo ser y se malogró; los platos rotos los pagan los restos del inocente gorrión.
Abrazo!

Tot Barcelona dijo...

Los gorriones son uno de los pájaros que no pueden vivir enjaulados.
Quizá sea preferencia del ave, que antes que lo encerraran prefiera morir.
Vaya uno a saber

Joaquín Rodríguez dijo...

Me ha gustado mucho este cuento, esa imagen de los pájaros como los de las minas, anunciándonos lo inminente sin que nos demos cuenta, es muy poderosa. Se nota que tienes el buen gusto de apreciar la buena ciencia ficción, esa que habla de ideas y no precisa de naves ni láseres. Un saludo

Joaquín Rodríguez Hurtado dijo...

Gran cuento

SÓLO EL AMOR ES REAL dijo...

Una historia sin final feliz, como tantas en la vida

Paz

Isaac

Recomenzar dijo...

Que bella entrada Sin lugar a dudas diferente-Aquí en Miami hay vida- Nunca vi un pájaro muerto
Te dejo un abrazo y te deseo
Lo mejor del mundo muchacho

Mujer de Negro dijo...

Cada uno en su propio monólogo y el silencio y falta de comunicación, entremedio
Abrazo, José

Cabrónidas dijo...

Y eso que la mayoría de veces hablamos sin tener nada que decir.

Gildardo López Reyes dijo...

Tienes razón. Cuántas veces parece imposible, al menos con ciertas personas.
Abrazos

mariarosa dijo...

Tanta importancia al gorrión y tan pocas palabras a una relació que termina... el que la estaba esperando era la hormiga de vuestra relación.

mariarosa

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Ella iba por otro camino, él por otro, en la conversación. El amor para ella moría, como el gorrión envenenado. Por eso sus palabras: 2ambos sabemos cual". Es un relato para que cada lector, lo asuma en su interpretación. Un abrazo. carlos

Viagens pelo Rio de Janeiro e Brasil. dijo...

Boa noite de quarta-feira. Obrigado pela visita e comentário.
Obrigado pelo texto maravilhoso, meu querido amigo.
Luiz Gomes

lanochedemedianoche dijo...

Un gran texto, gran metáfora no todos podemos patear el cadáver de un pájaro venido a menos, buenísimo amigo.
Abrazo

Frodo dijo...

Enrevesado.
Parece la comunicación entre periodistas deportivos o los actuales debates políticos

Abrazos, herr, que andes bien