Al amanecer, cuando el viento cambió de dirección, comenzó a llegar desde la bahía el tan particular olor a humano, un olor característico, imposible de confundir con cualquier otro. Un olor que sólo traía recuerdos de muerte, destrucción y dolor. Con ese y no otro olor, despertaron.
Fue sentirlo y ver que los más débiles, los que no sabían luchar, quienes no querían volver a hacerlo, huían hacia el interior abandonando sus refugios, en los árboles o entre las plantas más bajas, tal vez por no ser del todo seguros. Pocos permanecieron en sus cubiles, en sus guaridas, en sus nidos, tal vez no preparados para luchar ni resistir, o resignándose a que volvería a suceder y en ese caso cualquier esfuerzo era inútil. Aún menos fueron los que se atrevieron a acercarse a la bahía, a la playa de arena entibiada por el sol, donde el viento jugaba con las olas.
Acercándose con sigilo, con movimientos lentos que apenas delataban su presencia y sus intenciones, alcanzaron la bahía. Quienes se desplazaban sobre la tierra detuvieron sus pasos donde terminaba la vegetación, quienes reptaban hicieron otro tanto. Los voladores miraban desde la altura buscando el origen, la fuente de la que emanaba tan característico y similar a la muerte hedor.
Tendido en la arena, sobre algunas tablas partidas, el tronco de un árbol derribado por una tormenta pasada, la resaca de las olas y otros restos que ya no pertenecían ni al mar ni a la tierra, yacía un humano.
Lo estudiaron, lo miraron, lo olieron desde la distancia mientras el sol continuaba sin viaje hacia su cenit y más allá. Ese humano no se movía. Pero el que no se moviera no significaba nada, no aseguraba nada. Ya otros humanos habían intentado algo similar. Primero llegaban uno o dos de ellos, luego eran tantos que ya se olía otra cosa. Parecía estar solo, parecía no moverse mientras la marea subía, pero no podían confiarse.
La marea continuó subiendo y cubriéndolo poco a poco, llevándose primero su aroma, luego sus formas, hasta llevárselo por completo, junto con parte de la resaca que lo cubría, algunas de las tablas y la intranquilidad de quienes acecharon durante todo aquel día desde las sombras, desde los árboles y desde las alturas.
El siguiente amanecer, cuando el viento volvió a cambiar de dirección, ningún aroma diferente, ningún peligro, venía entremezclado con el del mar y la sal.
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Inicio del Espacio Publicitario:
En la revista digital Letras Libre (España) se ha publicado el relato Toda esa niebla.
En el Número 79 de la revista digital El Narratorio, se ha publicado el relato: Una pausa para el café.
En el Número 1 del Volumen 2 de la revista digital Iguales (México), con la temática de “Amor en el fin del mundo”, se ha publicado el cuento En la tierra del sol muerto.
Fin del Espacio Publicitario.
24 comentarios:
Algunas cosas son mejores cuando no suceden.
Saludos,
J.
Todo lo improbable a veces por suerte sucede.
Saludos.
uy que buen relato. El final me sorprendió. Te mando un beso
Que tristeza da saber que los humanos estemos asociados a la muerte, la destruccion y el dolor. Que haya otros seres que sientan terror de vernos y sentirnos.
Algun dia nos ganaremos su confianza y respetaremos sus vidas, aunque suene a utopia.
Un gran relato Jose, con un gran mensaje.... para amar y respetar a todos los que integramos este mundo no?
Saludos profe 😊
Seguro también me asustaría, solo hay que pasar un poco la mirada a nuestro alrededor para darnos cuenta
Un abrazo
Pues los humanos nunca vienen dolos. Luego vendran mas, este muertos o vivos. Si vivos, muchos mas.
Abrazoo Jose
Es probable que nada inquiete más a un animal que el olor a humano. Aunque tengo al humano en tan bajo concepto, que quizás "olor" no es la palabra adecuada.
ya pueden darse por perdidos, tras un humano muerto hay cientos vivos, hambrientos y enfadados... los humanos siempre parecen enfadados...
Ese olor a putrefacción con que se impregna todo aquello que colonizamos...
Un abrazo.
Y la vida para estos seres siguió sin perturbaciones, porque ya sabemos lo que pasa cuando los bípedos ponemos los pies en algún sitio...
Buen relato
Saludos
Y capaz que e se era uno de los humanos menos peligrosos. Que sólo le tocó pertenecer a esa especie.
Bie contado. Saludos
Mujer de Negro creada por un hombre y uds le contestan como si fuera mujer
Nada saben de ella. Nació hace poco de un viejo llamado Diego español sin sentido que sarcásticamente se rie de todos Uds.Infelices jodidos
Todo volvió a la normalidad.
La alerta de supervivencia queda absolutamente reflejada en este relato buenísimo.
Un saludo.
¡Qué pena sentir y aceptar que la raza humana es la peor depredadora del planeta!. Lamentablemente es la realidad.
Muy buen escrito.
Abrazos José
Hacen bien en esconderse, saludos
Los humanos son de temer, pero mejor no ocurriera. Esta narración tiene algo de premonitorio.
Veo que estas muy activo en las publicaciones, en hora buena.
Saludos, José.
Humano a la vista; peligro en puerta. muy buen cuento.
mariarosa
Y todos ahí cotilleando y sin hacer nada...
Suele pasar.
Saludos.
Sobrevivir es lo que queda. Un excelente relato. Un abrazo.
Hermosa historia, muy bien escrita
Abrazos
Usualmente el mar hace eso: Con la marea trae cosas perdidas en otras latitudes. Toda una economía surge de esos tesoros que regala el mar.
Eso si, algunas cosas pueden ser realmente malignas, es mejor que el Mar vuelva y las reclame, que se las de a otros.
Uno de tus formidables relatos míticos llenos de grandeza y poderío.
Impecable, otro de tus greatest hits .
De una situación que parecía que iba a ocurrir, y finalmente no; quedó apenas el misterio.
Abrazos
Bueno, quedan los animales después de la catástrofe, propiciada por los humanos. El mensaje asumo es que son mejores que nosotros
Un abrazo. Carlos
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