Luego de tantos años recorridos junto con Proyecto Azúcar, que comenzara en el lejano 2008, y para hacer valer las mil ciento once entradas que festejamos con esta publicación, quería regalarles a los lectores habituales algo especial. Pero no se me ocurrió nada, por lo que recurro a presentarles un texto viejo. En este caso uno de los relatos que apareció en el libro publicado en 2014, Fábulas del cuaderno verde. El título del libro remitía, de manera directa, al color de las tapas que tenía el cuaderno original en el que se escribieron estos relatos. Verde es, también, el color de la portada del libro, para que no haya confusiones. Libro de relatos que, al momento de su publicación recibió las siguientes críticas:
1 ― “Es una novela muy interesante”
2 ― “¿Publicaste un libro? ¡Qué simpático!”
3 ― “Antes de fin de año seguro que lo leo”
Ahora sí, el relato tal y como se escribió en 2011 y se conoció en 2014:
Peregrino sin dar un paso
Está decidido, padre. Por fin, luego de tanta frustración, he logrado pensar por mí mismo, desprenderme de la figura oscura, pesada, represora, de tu rostro pegado a mi hombro mientras me obligabas a tocar, una y otra vez, la novena sinfonía de Beethoven.
¿Recuerdas cuando apareciste en la puerta de la casa con dos marineros sudorosos y cubiertos de olor a pescado podrido que empujaron un piano hasta la sala? Esos hombres a los que diste, como pago por su esfuerzo, la opción de llevarse tres candelabros de plata de la abuela, o llevarse a mamá. ¿Dónde estará ella ahora? ¿En qué puerto tan lejano la habrán olvidado que nunca regresó?
Tenía seis años y me obligaste a dormir junto al piano, a no alejarme de él más que los tres metros de la cadena con la que me ataste a una de sus patas. Todavía tengo las marcas en mi tobillo izquierdo, como también tengo la espalda cubierta de las cicatrices de los cortes que me hacías cuando erraba alguna nota. ¿Cómo pretendías que no me equivocara si quien me enseñaba a tocar el maldito piano no sabía nada de música?
¿Debo recordarte que mi maestro siempre fuiste tú? Sobre todo luego de que el francés ese que hiciste venir a la casa amenazó con denunciarte a la policía al ver que me obligabas a vestirme como niña. A los ocho años comprendí todos los significados que la palabra vergüenza encierra en sus nueve letras.
Y tú aliento, espeso, siempre oliendo a alcohol sobre mi oreja mientras tocaba la novena, siempre la novena, una y otra vez hasta que te agitabas tanto que parecías a punto de morir. Pero no, te contentabas con gemir y suspirar.
Ni una tarde libre me dejaste. Siempre estudiando partituras viejas, borrosas y manchadas por la humedad, a la luz casi inexistente de las velas que robabas de la iglesia. Si, padre, también sé eso. Ninguna vela apesta tanto como las de la iglesia.
¿No pensaste que hubiera sido mejor para ambos que compraras una pianola en lugar de un piano? Así hubieras tenido tu aburrido Beethoven, y yo mi libertad por fuera de esa jaula de madera con barrotes de marfil.
Te odio padre. Te odié siempre. Por las enaguas, por los cortes y los golpes, por pretender que usara una bacinilla y nunca poder siquiera higienizarme mínimamente.
Te odio padre, mucho, infinitamente, desde el día en que te olvidaste la ventana de la habitación abierta y vi que lo que creía un sueño de niño no lo era, y que ahí afuera había, realmente, un mundo. Uno que no se reducía a una sala maloliente, llena de desperdicios y mal iluminada.
Pero, más que nada, y por sobre todas las cosas, te odio por lo que supe ese día, cuando le pregunté a un curioso que se asomó por la ventana, tal vez atraído por el olor, tal vez por mis gritos, que ningún otro padre obliga a su hijo a tocarle hasta el hartazgo la maldita novena sinfonía del maldito sordo de Beethoven, en un piano al que sólo le funcionan quince de sus sesenta y cuatro teclas.
Está decidido, padre. Me iré, huiré por la ventana que en tu borrachera olvidaste cerrar y porque a pesar de tu férrea vigilancia nunca notaste que la dura pata de caoba del piano esta suelta. Fueron años de lucha contra su resistencia pero, por fin, lo he logrado.
Me iré, padre. Pegaré fuego a éste maldito piano, y si arde la casa entera, y si tú mueres dormido en medio de tu borrachera no me importará, porque ahora sé que ahí afuera existe un mundo sin novenas sinfonías ni pianos donde tocarlas.
27 comentarios:
Fábulas del cuaderno verde es un libro tan secreto que no se encuentra en Mercado libre ni en ningún otro lugar. Tan es así que ni siquiera la editorial sigue existiendo.
Algunos dicen que es para mejor, yo me incluyo entre ellos.
Saludos,
J.
Desde luego que 1.111 entradas no es una cifra cualquiera. Y si bien no podemos elegir padre y madre, podemos, al menos, elegir quitarlos de en medio y realizarlo. Por supuesto, las velas de las iglesias son las que más apestan.
Felicidades por ñas 1111 entradas, siempre ha que ser persistente cuando uno tiene un blog. Duro relato el que has escrito ojala el pobre hijo pueda liberarse. Te mando un beso
Te felicito por llegar a este número de entradas, por dedicarnos este cuento publicado en el libro.
En cuento al cuento, Bethoven recibió el odio del protagonista. Siendo que recibió un trato violento del padre.
Bien contado.
Te felicito por esta entrada.
Saludos.
De entrada felicitaciones por tus 1111 entradas, cifra respetable donde las haya.
Luego comentarte que me gusta Beethoven, me gusta la novena y me gusta el piano.
También decirte que yo hubiera saltado por la ventana.
Me has recordado a James Rhodes, aunque en su caso es la música lo que le liberó de la pesadilla de vida que tenía.
En cualquier caso un buen relato.
Un saludo.
Felices 1.111 entradas!!! Yo recien voy por la 143 😊, pero ya te voy a alcanzar 😉.
Es muy original El libro Fabulas del cuaderno verde"un gran regalo este post, es un relato triste, por todo lo que padecio este niño, pero que tuvo un final feliz, logro escapar de su peor tortura, su padre.
Hay padres asi, que son muy, pero muy exigentes con sus hijos y los obligan a hacer algo que no les gusta, por eso abandonan todo lo que emprenden.
Te felicito por tantos post muy buenos, de relatos cuentos e historias todas muy interesantes como dijo esa critica 😊. Ah por cierto no te guies mucho por las criticas
Besos.
Creo que me he perdido leer ese cuaderno verde y lo lamentaré porque si hay pequeñas joyas como esta merecerá mucho la pena.
Gracias, por traernosla.
Saludos
Fascinante, fascinante. Valoro más la cualidad que la cantidad, y lo percibo así. Voy a releerlo. Te animo a seguir.
Qué triste relato.
Besos.
Me gustó mucho el relato del
Niño y el piano del cuaderno verde tan secreto
Me gustaría leerlo completo
Felicitaciones por todos tus escritos
Abrazos
Una proeza que me hace decir sin querer sonar estridente: ¡Congratulaciones!
Sin duda en ese 2011 en el que nace este relato ya tenías el don desarrollado,dispuesto y generosamente "expuesto" en tus relatos.
Felicidades por ese gran número de entradas!
Este relato es asfixiante,has logrado hacernos sentir esa opresión, la absoluta represión,mantrato y abuso.
Por fin pudo volar. No hay duda que (quiero pensar) pudo salvarse.
Un abrazo
Tus historias siempre sorprenden, pero esta es tremenda,estremece el pensar que puede haber casos así. después me digo; no, es otra de las locuras de José. Muy buena tu elección para festejar tus 1.111 entradas.
*quise decir no te guies por las malas criticas 😊 sabes que todos tus relatos son muy bueno.
Otro beso.
1.111 entradas, bien valen ser festejadas con un estupendo cuento, así sea de cosecha pasada, pero es un cuento, que en la metáfora de este padre borracho y perverso (autoritarismo patriarcal), refleja el talante de los padres formados en la escuela familiar de machismo y dominio de la mujer y los hijos. Un abrazo.
Carlos
Excelente...
O quizás existe un mundo donde la novena sea finalmente libre
Paz
Isaac
Un relato escalofriante. Felicidades por esas mil ciento once entradas, que se dicen muy pronto. Que sigas así por muchos años mas y nosotros visitándote. Un abrazo.
Tremendo relato el que nos traes, un dramatismo que va "in crescendo" utilizando la terminología musical. Un texto escrito hace años que lamentablemente jamás va a resultar tema obsoleto.
Enhorabuena, no por la cantidad de años que llevas escribiendo, eso lo puede hacer cualquiera, sino por la calidad de tus relatos, relatos que llegan, eso ya no lo consigue cualquiera.
SAludos.
Felicidades. No es fácil publicar tantas entradas. espero seguir leyéndote.
Salut
Boa tarde meu querido amigo. Parabéns pelo seu trabalho.
Enhorabuena por la constancia. Cuatro unos son bastante buenos para jugar a las cartas. Un relato siniestro pero muy bien narrado, que se disfruta como supongo que se disfrutará tu libro.
Abrazos.
Pues felicidades por ese vasto número de entradas, que sean muchas más, te deseamos.
Saludos
Que relato interesante, triste y desgarrador vivir esa locura. Felicitaciones por tantas entradas, y por ese cuaderno verde que me gustaría leer entero.
Abrazo
Compartir viejos textos es una buena idea,
creo he sido negligente y no he ido con mi submarino a las
profundidades ocultas del blog
enhorabuena por mi y por los niños que viven vidas como las de ese relato, que merecen que sean contadas.
Dicen que en el rincón de una estantería al que solo se accede con una escalera que esconde el conserje del club de al lado, y en un salón para socios de una biblioteca del conurbano Norte de bs as.con la cuota al día, se encuentra una copia apenas adulterada del libro
Abrazos
José: Un secreto sólo sirve mientras son pocos quienes los conocen. Eso es lo que lo vuelve un secreto. ¿No?
Cabrónidas: Es una cifra mística, eso diría si creyera en el misticismo.
J. P. Alexander: Gracias. Algunos años la persistencia es más difícil que en otros, sin dudas. Pero de una forma u otra hay que continuar.
Demiurgo: Creo que cuando empecé con el blog, no era algo que creía como posible. ¿me estás diciendo que hay gente que no odia a Beethoven?
Alfred: La verdad es que no conozco la historia de Rhodes, así que la buscaré y veré de qué trata. Gracias por el comentario.
Gra: Voy a estar esperándote las 968 entradas que te faltan.
Dr. Krapp: Gracias por el comentario. No sé si algún día volverá a existir el tal Cuaderno o no. Uno nunca sabe.
Fackel: Claramente, la calidad supera a la cantidad. Salvo que hablemos de otras cuestiones donde la cantidad siempre es mejor que la calidad. Gracias por el comentario.
Amapola Azzul: Muy cierto, es un relato triste, de los muchos que he escrito.
Gla: Gracias por la visita y el comentario. Sí, muchos quisieran leer el Cuaderno, yo entre ellos.
Guillermo Castillo: ¡Gracias!
Luna Roja: Gracias por tan buen comentario sobre mi escritura. Claramente no escribo como en el 2011, al menos es lo que quiero creer. Me falta mucho por aprender todavía.
María Rosa: No recuerdo muy bien, el 2011 está muy lejos, pero me parece que el germen del relato fue una noticia o un comentario sobre algo que había sucedido.
Gra: Se entendió, claro que sí. Gracias.
Carlos Augusto: Tantos padres actuales, pasados y espero que no futuros. Sin dudas.
Issac: Que sea libre la sinfonía y quien sea que la toque. Gracias.
Tinta en las olas: Se dice muy pronto, pero se logran luego de varios años de escrituras y publicaciones. Eso también en válido. Gracias.
Manuela Fernández: Cierto que el relato necesitaría una mayor utilización de la terminología musical, pero mi desconocimiento en esa área me jugó en contra.
Tot Barcelona: No, no lo es. Seguiremos leyéndonos, claro.
Luiz Gomes: Gracias por la visita y el comentario.
Gildardo López: Cuatro ases en una mano es una mano única, sin dudas. Gracias.
Ginebra: También espero que sean muchas más. Gracias.
La noche de Medianoche: Gracias por la visita y el comentario.
José Casagrande: Algunas veces compartir cosas viejas pone en evidencia los problemas en la escritura. Algunos superados, otros no.
Vodka: Todas las vidas merecen ser contadas. El problema es encontrar quien quiera hacerlo.
Frodo: La parte más difícil, sin dudas, es la de tener la cuota al día.
Gracias a tod@s por sus visitas y comentarios.
Nos leemos,
J.
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