sábado, 26 de febrero de 2022

Mucho para pensar

―Es una pregunta, nada más ―dijo con impaciencia haciendo replicar sus largas uñas contra el esmalte de la mesa de la cafetería―, ni que hiciera falta pensarlo tanto.
    ―Bueno, puede ser, pero no es una cuestión fácil ―respondí sin siquiera intentar contener su evidente malestar, ya no hacía eso, ya no me preocupaba, y ella lo sabía―. Da para pensarlo mucho y bien.
    ―Tampoco es una cuestión de filosofía metafísica, ni de teoría cuántica.
    ―Tampoco se pude responder con un simple sí o un no ―esto pareció calmarla un poco, al menos lo suficiente para que cambiara la mano con la que golpeaba la mesa―. Es mucho para pensar, porque se trata de una pregunta con muchas derivaciones, y además sé que sea cual sea mi respuesta generará más preguntas de tu parte, esas respuestas no serán satisfactorias para ti, todo degenerará en una discusión. Y ya sabemos que nuestras discusiones se terminan en dos lugares posibles.
    ―Tu cama o la mía ―respondió sin el menor atisbo de una sonrisa.
    ―Exacto ―dije―. Por eso es que necesito pensarlo.
    Además, pero esto no se lo dije, aunque en efecto lo pensaba, no existía forma de que en medio de un diálogo común y corriente entre dos o más personas se filtrara una cuestión semejante. Intuía que allí había algo más y que tenía que descubrir qué era ese algo más antes de dar mi respuesta, de otra manera el ciclo se repetiría y mi intención de llegar aunque más no fuera una única vez a su cama o a la mía sin discutir, acabaría en fracaso. No tenía dudas de que ese era su objetivo, volver a derrotarme cuando, al regresar a la mesa luego de un rápido paso por el salón para damas, me miró y preguntó:
    ―Supongamos que, por alguna particularidad lingüística o neuronal que aún no conocemos, pero que de todas formas actúa sobre nosotros, cada vez que alguien piensa o hablar sobre suicidarse, se le restan, digamos, unos cinco minutos a su vida. Si fuera así, ¿cuánto tiempo de vida te quedaría?
    A nadie se le ocurriría de la nada preguntar algo semejante. Pero esa, aunque ella sostuviera lo contrario, sí era una cuestión de filosofía metafísica en la que convenía detenerse a pensar seriamente para llegar a una respuesta acorde a la cuestión y no simplemente fingir que de la nada nos quedamos sin aliento y caer muerto allí mismo, sobre la mesa en medio de la vajilla usada.
    ―Probablemente ―dije aclarándome la garganta luego de tomar el último sorbo de mi taza de café y preparándome para la tormenta que sin dudas se acercaba a mí―, nunca hubiera nacido.
    La vi cerrar el puño y esconderlo debajo de la mesa; llamé al mozo y le pedí la cuenta con la intención de demorarme lo menos posible allí dentro. La pelea se percibía en el cercano horizonte, la rabia en sus ojos y el ceño fruncido no me invitaban a pensar lo contrario. Haciendo cuentas su casa quedaba más cerca que la mía, por lo que era de suponer que una vez solucionaríamos nuestras discusiones en su cama.

18 comentarios:

José A. García dijo...

Posible continuación indirecta del relato anterior. O no. Nunca se sabe.

Saludos,
J.

lunaroja dijo...

Buenísimo!
Excelente relato, y que nos lleva indudablemente a otras discusiones similars en un café con nuestras parejas.
Además esa respuesta merece ir a su casa!
Saludos!

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

No sé si una continuación pero si lo mismo personajes.

Y es una pregunta de compleja respuesta. Es para plantear otras preguntas, sobre si incluye una posibilidad teórica o tiene que haber una real intención, si incluye la negativa al suicidio.
Creo que la respuesta fue hecha con intención de producir la discusión, sabiendo adonde deriva. Y que hasta la pregunta fue planteada con esa misma intención.
Lo positivo es que no hay indiferencia.
Saludos.

J.P. Alexander dijo...

Buen relato las discusiones en pareja siempre terminan así hasta que se acaba el fuego y todo termina. Te mando un beso

Tot Barcelona dijo...

Y yo creo que hay preguntas que no tienen respuesta, como la efectuada.
Salut

mariarosa dijo...

Vaya preguntita.... y que se yo.... soy tan simple que preferirìa ir a su casa, o a la mìa y despuès con la mente relajada; analizar y responder.
Buen domingo Josè.

mariarosa

Guillermo Castillo dijo...

Es preferible discutir con ella que ir a la cama con otra.
Saludos.

Beauséant dijo...

Sí, he visto la relación con el relato anterior... me gusta mucho el desarrollo y la narrativa que le has dado.

Doctor Krapp dijo...

La metáfisica es intensa y genera intensidad entre quien la practica. Un buen afrodisíaco para entregarse a pasiones inútiles por mundanas.

Saludos

Amapola Azzul dijo...

Una duda pequeña si se resuelven las discusiones.

Besos.

Recomenzar dijo...

me gusta lo que has escrito es de valientes y me gustan los hombres valientes mil abrazos compatriota

Tinta en las olas dijo...

A veces se necesita una pequeña discusión para avivar la pasión. Un abrazo

SÓLO EL AMOR ES REAL dijo...

Me ha encantado y con un final genial

Paz

Isaac

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

reo que no hay respuesta. Sólo la cama. Un abrazo. Carlos

Jose Casagrande dijo...

Parece que estos tortolos han encontrado un metodo exitante de mantener emocion en la relacion de pareja que llevan:

Hacerse preguntas indiscretas!!


Vaya planteare la misma pregunta a una dama que conozco a ver que pasa.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Interesante observación. Como que encontraron una de las verdades trascendentales.

Frodo dijo...

La gran diferencia es que el relato anterior era verosímil, este, en cambio, es tan surreal que asusta. ¿Quién se puede creer esa discusión de pareja sin uniforme del viet-cong?

Abrazos

Bubo dijo...

Odio cuando nos obligan a responder.