Luego de la más de media hora que llevaban recorriendo el lugar explicándole los diferentes procedimientos que debía realizar en su nuevo puesto de trabajo, en el caso de que efectivamente le fuera asignado, el gerente de personal lo miraba con cierta desconfianza cuando le preguntó:
―¿Entiende todo lo que tendría que hacer?
Su única opción era responder por la afirmativa esperando que no llegara luego ese momento que temía que llegaría.
―Sí, entiendo ―respondió antes de sentir que su mundo se venía abajo ante la siguiente pregunta del gerente:
―¿Puede repetírmelo?
―Bueno ―dijo inspirando largamente antes de girar la cabeza―. Cada mañana debo llegar exactamente a las 7:12 según el reloj que se encuentra en la puerta de entrada. A las 7:15 debo colocar medio gramo de margarina en la plataforma indicada de color rojo sobre la cual resbalará un huevo que debe llegar sin romperse, luego de atravesar los rieles de un tren eléctrico en miniatura, hasta la siguiente plataforma. Si el huevo se rompe deberé reiniciar el proceso. El peso del huevo presionará el botón de encendido de una cocina eléctrica sobre la cual previamente deberé colocar un jarro lleno en un 50% con agua. Cuando el contenido hierva el calor cortará un hilo de seda al que se encuentra atada una cuchara de madera, si el hilo no se rompe deberé colocar más agua y continuar esperando hasta que lo haga. La cuchara caerá, golpeará otro botón, más grande y azul, antes de caer dentro de la olla que se encuentra junto al jarro con agua. Ese botón azul abre la puerta de una pequeña jaula en la que se encuentra un hurón que saldrá corriendo hacia un plato de comida para hurones (de la cual desconocía su existencia) ya que lleva todo el día sin comer. El plato de comida se encuentra sobre una balanza, a la cual el hurón no puede subir y sólo puede meter la cabeza por un pequeño hueco. A medida el hurón coma, la balanza subirá y encenderá un fósforo de cera que a su vez encenderá el cabo de una vela que pondrá en funcionamiento el tren eléctrico (es el mismo tren de antes). El tren tiene un cuchillo extremadamente afilado, el cual no debo tocar, atado en el extremo de la locomotora. Al pasar debajo de la mesa el cuchillo cortará la tela de las bolsas de harina de maíz que se encuentran allí colgadas, y que cada mañana debo reemplazar. La harina caerá llenando los vagones de carga del tren que seguirá su viaje subiendo por las montañas de mentira que lo llevan a la mesa donde terminará su recorrido. Allí arriba hará tope con un interruptor que enciende la hornalla de la cocina eléctrica sobre la que se encuentra la olla también cargada con agua. Cuando el agua esté lista, el cabo de la vela se habrá consumido lo suficiente para liberar la tanza que sostiene los guantes de boxeo que se encuentran colocados sobre el tren, que caerán y golpearán directamente contra los vagones haciendo caer al maíz en una olla con el agua. Usaré la cuchara de madera que para revolver la mezcla, y cuando la maicena esté lista deberé servirla en pequeños platos de desayuno y esperar a que alguien más venga a retirarlos. Una vez que vengan a buscarlos debo dejar todo preparado para el día siguiente y retirarme sin hacer ruido. Creo que eso es todo ―dijo y suspiró.
El gerente de personal hizo un par de marcas sobre un papel que no pudo ver, asintió levemente con la cabeza y, luego de un rato, como si repasara lo que se encontraba allí escrito, dijo:
―Parece que sí, no se ha olvidado de nada. Si todo está bien le avisaremos en el transcurso del día cuándo debería comenzar. ―El gerente señalando la puerta y preparándose para la siguiente entrevista―. Puede retirarse
―Disculpe ―se animó a decir desde la puerta antes de salir―. Tengo una duda.
―Dígame ―dijo en tono profesional el gerente de personal.
―¿Por qué tan complicado todo? Se pierde más tiempo con esta máquinas de lo que efectivamente se hace. Ese desayuno puede prepararse mucho más rápido de cualquier otra manera
―Puede ser, pero yo no tomo esas decisiones, sólo contrato al personal de reemplazo cada vez que alguno de los empleados termina enloqueciendo. Esto que ve aquí es el más sencillo de los procesos que desarrollan en toda la casa ―El Gerente señaló la otra puerta―. No se da una idea lo complicado que es lavarse los dientes cada mañana…
―Ah, entiendo.
―¿Sí? ―dijo el Gerente de personal―. Pues qué suerte. Llevo quince años trabajando para la familia de Rude Goldberg y sigo sin entenderlo.
Se miraron en silencio y luego de cercad e un minuto, como si se hubieran puesto tácitamente de acuerdo, cada uno continúo adelante.
Inicio del Espacio Publicitario:
En el N° 32 de la Revista La Ignorancia Crea (España) pueden leer el relato Diosa.
Fin del espacio Publicitario
17 comentarios:
Pasa el tiempo y nos vamos dando cuenta que todos los trabajos son innecesariamente complejos y sólo para mantenernos ocupados en no pensar...
Saludos,
J.
Me parece una interesante conclusión para tu cuento.
Que está bien realizado.
Saludos.
Gracias. Algunas veces es difícil mantener el ritmo semanal, pero se hace lo que se puede. Mucho trabajo insignificante danto vueltas...
Saludos,
J.
Super blog
Me pregunto si los millonarios asumen que todos sus empleados son sirvientes?
Algunos llegan a tener tanto dinero que se enloquecen como era el caso de Howard Huges
Ya de por si antes de que los millonarios del mundo empresarial fueran importantes, las casas de Nobles ponian a la gente a hacer cosas inutiles..... como las piramides y tantos otros monumentos.
Excelente relato
Qué buen relato, opresivo por momentos, enloquecedor, y un reflejo de estos trabajos monótonos, repetitivos que nos van convirtiendo en una especie de entes.-
Saludos.
Vaya sí, está elaborado al mínimo detalle, cosa que requiere de concentración.
Un placer regresar por este dulce lugar.
Saludos.
Este es un relato (ficción) no muy lejano de la realidad; el hombre es parte de la máquina y en el proceso de "pulsar un botón" cada cierto tiempo; lo hace enloquecer, se deshumaniza y se vuelve en objeto útil o inutil. El trabajo dignifica al hombre, pero no este tipo de trabajo. Muy buen texto. Un saludo cordial. H.
Todo parecido con la realidad no es pura coincidencia, cuantas veces hemos hecho trabajos por el puro placer de un excéntrico jefe. Muy bueno. Un saludo
Que cosa de locos debe ser esa cocina. Pero para mi gusto falto un detalle; espolvorear canela en la maicena y tal vez, un poco de azúcar.... digo yo....
Un abrazo
Bueno, no todos los trabajos son complejos, algunos son mecánicos, de hecho el que se describe es más mecánico y monótono que complejo (compleja la maquinaria que utiliza:)))). rebuscada diría yo.
Un relato interesante.
Saludos
La cadena de montaje aplicada al trabajo puede hacer que acabemos enloqueciendo como el personaje de Chaplin en Tiempos Modernos por la simplicidad de la tarea o esta magnífica versión kafkiana donde la simpleza se reconvierta en supuesta complejidad.
Estupendo muy descriptivo relato.
Saludos
Este me ha gustado mucho...
Llevaba todo el rato pensando en el nombre de esa familia que tenía en la punta de los dedos y me los has resuelto al final de todo :)
Un relato absolutamente formidable, felicidades
Paz
Isaac
Rajani Rehana: Gracias.
José Casagrande: No tengo dudas de que es así, somos mera decoración para ellos.
Luna Roja: Todos los trabajos son más o menos opresivos, la cuestión es que en algunos casos se puede disimular un poco mejor.
Beatriz: No sé si será concentración lo que requiere, si mucha atención y no olvidarse de ningún paso…
Homeronica: Es la alienación marxista, claramente. Y tiendo a poner en duda de eso de que el trabajo dignifica, porque hay muchas personas en la actualidad que no trabajan, sino que viven de herencias, rentas o regalías y nadie lo señalaría como indignos…
Tinta en las olas: Claramente no es coincidencia.
María Rosa: Tal vez aún no encontraron la forma de incluir el detalle de la canela en la máquina.
Ginebra: La vida se ha vuelto demasiado rebuscada.
Dr. Krapp: No tengo dudas de que Rudé vio esa película al pensar en sus máquinas.
Beauséant: El chiste para mi era ver si alguien captaba la referencia. Gracias.
Sólo el amor es real: Gracias por pasar.
Gracias a tod@s por pasar y comentar.
Nos leemos,
J.
La observación de una metáfora de la realidad máquina, para dar la sensación del trabajo útil. Un abrazo. Carlos
Como en cualquier laburo. Un par de veces que hacés lo mismo, hasta que le agarrás la mano, y te rajan.
Abrazos, Herr J.
PD: le debo una contestación, téngame ud paciencia
Publicar un comentario