sábado, 2 de octubre de 2021

Equilibrio

Esta mañana, en lugar del habitual: “Hola, ¿cómo está usted?”, recibí un: “Cómo llueve, ¿no?”. En ese instante supe que todo había cambiado. Cierto que fuera del refugio llovía torrencialmente como lo hiciera cada día de la última semana, pero eso no era una justificación suficiente para permitir un cambio de protocolo ni de etiqueta. Mi reacción, por lo tanto, no podría haber sido otra más que la de asesinar al culpable, trozar su cuerpo en innumerables fragmentos, comer su hígado y su corazón, afilar mis dientes con sus huesos antes de quebrarlos, beberme su sangre y borrar todo recuerdo suyo que aún perdurara en tan aciago mundo; todo esto antes de la llegada del transporte que pasaría por nosotros.
    Nuestro ritual había quedado establecido de manera casual pero formal luego del primer encuentro. Desde ese momento a su llegada yo debía recibir su “Hola, ¿cómo está usted?” con una leve reverencia permitiéndole aguardar junto a mí el arribo del transporte que nos conduciría hacia el Centro de Reacondicionamiento del Comportamiento Humano donde continuaría mi tratamiento mientras quien me acompañaba realizaría su trabajo allí, fuera cual fuera. Sabía que a lo largo del día el uno pensaría en el otro hasta la llegada del instante en que volveríamos a subir al mismo transporte, en la dirección opuesta, al final de la jornada y ya avanzado el atardecer nos despediríamos al bajar del mismo con una leve reverencia repitiendo un breve: “Hasta mañana”.
    Así funcionaba, así lo había hecho desde su puesta en práctica y hasta que decidió poner en riesgo la tradición modificando sus palabras, es decir que por los últimos tres días el universo había permanecido en calma. Romper esa calma es algo que no puede hacerse, todos lo saben. Por eso tuve que hacerlo aunque no hubiera querido hacerlo ya que por una cuestión similar se me obliga a asistir al Centro donde los expertos intentan demostrar el error en mi comportamiento mientras los miro en silencio, aguardando al final de la jornada.
    Los rituales son importantes en la vida para evitar caer en la desesperación del caos sin final. Son la base de ese orden universal secreto pero conocido por todos, por eso hay que respetarlos, desde el primero al último y desde el primer llanto hasta la última exhalación. Su no observancia puede conducir a la muerte, yo lo sé, al igual que todos los demás, aunque lo nieguen. Y es por eso que luego de su “Cómo llueve, ¿no?” en lugar del esperado “Hola, ¿cómo está usted?”, la única respuesta posible era asesinar al culpable, trozar su cuerpo en innumerables fragmentos, comer su hígado y su corazón, afilar mis dientes con sus huesos antes de quebrarlos, beberme su sangre y borrar todo recuerdo suyo que aún perdurara en tan aciago mundo, antes de la llegada del transporte que pasaría por nosotros. El mismo final que me hubiera esperado a mí de no responder de la manera adecuada a nuestro ritual, es decir, si no lo recibía con una leve reverencia permitiéndole aguardar junto a mí la llegada del transporte.
    Para el momento en que el transporte apareció en la lejana curva del camino, el sacrificio de expiación estaba consumado y el universo recuperaría poco a poco su equilibrio entre lo positivo, lo negativo, lo neutro y lo indiferente. Tal vez le tome un poco más de tiempo que la última vez, tal vez un poco menos, pero volvería a ese equilibrio perdido para que la existencia pueda continuar sin el menor desbarajuste. Lo sabía porque cada uno de mis esfuerzos se dirigía en esa dirección.
    Lo sentí, lo supe, hasta el instante en que me tocó subir al transporte y en lugar de la mirada silenciosa, hosca, cansada y un poco desafiante del conductor, este dijo al verme:
    ―¿Hoy estás solita, linda?
    El universo, la creación entera, se inclinaba, una vez más, hacia el caos.

Aclaración: Esta imagen NO es mía.

24 comentarios:

Guillermo Castillo dijo...

Los conductores de azúcar suenan arrogantes.
Dejo mi saludo.

José A. García dijo...

Algunas cosas no cambian (o no deberían cambiar) nunca.

Saludos,

J.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Parece que es un tanto peligrosa la chica. Aunque parece que es atractiva.

Saludos, demiurgo.

Paula Cruz Roggero dijo...

Mmmmm huele a asesinato impulsado por una extraña psicopatología...
Muy interesante relato.
Besos al alma.

Tot Barcelona dijo...

Nunca ha habido una segunda primera impresión. La chica sigue en sus trece. Promete.
salut ¡

Jose Casagrande dijo...

Usualmente veo que las mujeres tienen una especie de rigidez hacia los reglamentos, es obvio que esa feminidad se vio maculada por los actos extravagantes e inusuales del condutor y del fiambre.

Solo que castigar la ofensa del conductor solo implicaria que toda la rutina estaria interrumpida

lunaroja dijo...

Oh,sugerente y misteriosa mujer.
Todo lo que sigue a ese saludo queda a nuestro libre albedrío.
Muy interesante el relato.
Saludos!

Luiz Gomes dijo...

Também acho que o tempo passa, nada parece mudar. Um excelente tarde.

Gra dijo...

Hola Jose!!
Que interesante relato, entrar en la mente de una asesina y como es su "razonamiento" no?, cuantas veces estamos en presencia de personas con trastornos psicológicos, o con alteraciones mentales que creemos leves y terminan siendo asesin@s psicópatas, que son externados de esos hospitales psiquiátricos.
Que buena fotografía retro del 60, colectivo que tomaba en los 90s para ir a Martinez, a la sede de la UBA de San Isidro. Lindos recuerdos!!

abrazos Jose!!

mariarosa dijo...


"Hola, cómo está usted?"

¿Contenta?
No pienso cambiar mi saludo aunque llueva, truene o nieve.

"Hasta mañana".

miquel zueras dijo...

Uf, me pregunto como reaccionaría ella a el saludo "Señorita, a sus pies... y voy subiendo." como dice un cómico muy popular por aquí.
Creo que la chica se sintió un poco descolocada.
Saludos, José!
Borgo.

gla. dijo...

Interesante relato
Ya pensaré si el transporte se queda sin conductor o la que vive en el caos es ella
Abrazos

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

Conductual relato, que no deja bien parada la mentalidad femenina. Un abrazo. Carlos

Ginebra dijo...

Y luego dicen que las palabras no matan.... A veces hieren más que las balas. Saludos

eli mendez dijo...

ayyyyy..pretender entrar en los vericuetos de la mente, nunca da buenos resultados , a veces ni siquiera para los que creen dominar estas cuestiones, y pretender modificar algunos ritmos del universo tampoco. El cambio de una pequeña acción habitual puede llegar a generar un caos. Que relato!!! y sobre todo ese final...mmmmmm
Me ha gustado. Saludos José!!!

Manuela Fernández dijo...

Ahora ya pasa que vas por la calle y muchas veces, porque dices algo que no gusta, ya te agreden, por lo menos que sepamos qué es lo que no debemos decir.
SAludos.

Beauséant dijo...

Totalmente de acuerdo, empezamos cambiando los saludos y nos acabamos cuestionando nuestro lugar en el mundo... y de ahí, al caos, a la ruina, a un derrumbe que sólo puede curarse con sangre...

DULCINEA DEL ATLANTICO dijo...

De un saludo tan normal desarrollas una truculenta histora.
Un saludo Jose
Puri

vodka dijo...

esta muy mal cambiar los rituales. Se lo merecía.

Frodo dijo...

Hermosa.
Ese final me recordó aquel relato que se suele contar para sacarnos de la estructura, donde una "eminencia" es siempre masculina.

Hasta la próxima, Herr

Doctor Krapp dijo...

¿Susceptibilidades provocadas por caníbales irrespetuosos con las formas, sabiendo lo que puede ocurrir o quizás una forma de eutanasia programada o exigida por las circunstancias?

Un saludo

Anónimo dijo...

Resulta interesante pensar cómo estamos configuradas las mujeres, al leer tu relato me imaginé que quien sentía esas ganas de "rozar su cuerpo en innumerables fragmentos, comer su hígado y su corazón" era hombre aunque en realidad estabas hablando de una asesina...

SÓLO EL AMOR ES REAL dijo...

Absolutamente extraordinario y con un delicioso humor negro

Paz

Isaac

José A. García dijo...

Demiurgo: Tal vez sea ambas cosas, no lo sabremos, no quedan testigos.

Paula Cruz: Gracias por la visita y el comentario.

Tot Barcelona: Hay gente que sabe y gente que no.

José Casangrande: Si es la ley es la ley y hay que cumplirla, no hay discusión posible.

Luna Roja: Libre albedrío por sobre todas las cosas.

Luiz Gomes: Nada tendría por qué cambiar si estaba bien en un principio.

Gra!: Es cierto, muchas veces damos por sentado que conocemos a la gente cuando no nos conocemos ni a nosotros mismos. Sí, la foto es de esa línea, una de las más conocidas en Zona norte del conurbano bonaerense, al menos para quienes la usamos.

María Rosa: Exacto. Cambiar es malo.

Miquel Zueras: En ese caso los desmiembra a él y a toda su familia, sin lugar a dudas.

Gla: El caos siempre está presente, sin importar qué.

Carlos Augusto: Exacto, la conducta mental femenina, eso.

Ginebra: La mayoría de las veces lo hacen, pero no tienen tanta repercusión.

Eli Mendez: El aleteo de una mariposa puede… Eso.

Julio David: Las cuestiones del humor no son para tomárselas a risa, ya se sabe.

Manuela Fernández: Cierto, pasa, pero todavía nadie se come a sus víctimas. ¿O han comenzado a hacerlo?

Beauséant: Y luego cuestionamos al mundo en sí y todo lo demás. Así no se puede.

Dulcinea del Atlántico: Todo es posible. Gracias.

Vodka: Claramente, se lo merecía.

Frodo: Por supuesto, el final está calculado.

Dr. Krapp: Exacto. Porque todo es posible.

Anónima: No sabemos si es asesina o no, no sabemos qué figura jurídica le cabría al caso. Podría ser otra cosa.

Solo el amor es real: Humor, sin color, por las dudas.

Gracias a tod@s por sus visitas y comentarios.
Nos leemos,
J.