Inesperadamente, pero por suerte, me topé con
la cabaña en medio de la niebla.
Parecía
haber sido construida deliberadamente en falsa escuadra, o tal vez fuera que
una parte del terreno comenzaba a hundirse bajo su peso. La pequeña ventana en
el primer piso, extrañamente colocada a cuarenta y cinco grados y casi
siguiendo la línea del techo, reforzaba la ilusión de que toda la construcción
estaba inclinada.
Si
bien podría haberme preguntado antes cómo era posible que la construcción
hubiera sobrevivido al constante bombardeo enemigo, la perspectiva de dormir
bajo techo, al menos una noche, resultaban más que tentadora. No sólo mis
piernas y mi espalda podrían descansar luego de horas de cabalgata sino que también
lo haría mi montura, que comenzaba a dar señales de cansancio. Aunque no
distinguía un establo en las proximidades donde desajustar sus correas para que
descansara con mayor comodidad, ni parecía haber nada allí que pudiera servirle
de alimento. El no tener que soportar mi peso sería, de por sí, un alivio.
Desmonté
y me acerqué a la cabaña. Miré al cielo antes de ingresar, pero era incapaz de
saber si era la noche cerrada, el atardecer o el amanecer lo que se encontraban
del otro lado de la niebla. Antes de seguir amarré al caballo a una estaca con
la que estuve a punto de chocar.
Para
mi sorpresa, la puerta estaba abierta de par en par. El interior se veía
revuelto y desordenado. Parte de los muebles parecían haber ardido y si las
paredes se habían salvado era solo por la humedad del lugar. No quedaba un
vidrio sano en las ventanas, y la oscuridad del interior era total.
Llamé
en voz alta a quienes se encontraran en el interior sabiendo que no habría
nadie y que allí no tendría reposo ni un plato de comida para calentar mi
cuerpo. La idea de dormir entre tanta humedad tampoco resultaba alentadora. Sin
embargo, me aventuré a ingresar.
Mis
ojos demoraron más de la cuenta en acostumbrarse a aquella penumbra apenas
diferente a la que me acompañaba en el exterior. Di unos pocos pasos tanteando
con los pies y con las manos atendiendo a que los míos eran los únicos movimientos,
y los únicos sonidos.
—Hola
—llamé una vez más para cerciorarme de lo que ya sabía. Ni el aleteo de un
pájaro asustado, ni el corretear de una rata escabulléndose entre los tirantes
del techo, quebraron el silencio interior. Nada.
Una
mesa, tan torcida como el resto de la casa, ocupaba un rincón de la habitación
en la que acababa de entrar. Por alguna razón no había ardido con el fuego que
consumiera algunas tablas del suelo. Tal vez el fuego comenzara en otro sitio,
o tal vez fuera intencional. Difícil saberlo sin una luz que iluminara la
cabaña, sin un día de pleno sol como los de antaño.
Poco
había para ver. El hueco de una puerta ausente que parecía una boca atrapada en
un bostezo sin final; una escalera que se veía en el extremo opuesto de la otra
habitación; e, inesperadamente, en uno de los rincones en el que se adivinaba
la existencia de un antiguo hogar, junto con los restos de un caldero de cobre
partido por la mitad: una mujer.
Su
sombra al menos.
Silenciosa,
en cuclillas, mirando el caldero, o las cenizas de antiguos fuegos, o la nada
más allá de todo eso.
—Disculpe
mi impertinencia, señora —dije al verla—. No pretendía ingresar en su casa de esta
manera. Llamé y nadie me respondió.
Tampoco
entonces respondió. Tampoco me miró, permaneció allí, en silencio y sin
moverse. N siquiera parecía respirar.
—¿Se
encuentra bien, señora? —pregunté—. ¿Qué hace aquí, en medio del páramo, sola?
¿Por qué no enciende el fuego? ¿Tiene algo para comer?
Ante
cada palabra me acercaba más a ella imperceptiblemente. Quería verla, saber si
era una mujer joven o una anciana. Sus ropas, claramente femeninas, no me
permitían darme cuenta de ello y, por alguna razón, en ese momento, era lo
único que me importaba.
Extendí
mi mano hacia ella al tiempo que escuchaba piafar al caballo, pero no era
momento de ir a ver de qué se trataba. De seguro se trataba de la habitual
llovizna que caía entre la niebla lo que le molestaba.
—¿Señora?
—Repetí al rozarle el hombro.
El
mínimo punto en que llegué a tocarla, seguido por el resto del brazo, la
cabeza, el torso y el cuerpo entero de la mujer, se deshicieron ante mis ojos
como si no fueran más que cenizas. Las telas de sus ropas, sus cabellos, todo
lo que había visto a su alrededor perdió por completo su forma.
Sin
dejar de mirar atrás salí de la cabaña cuando el sol finalmente quebró el manto
de nubes y sus rayos inundaron brevemente el páramo.
Algo
brilló en el interior reflejando un perdido rayo de aquel sol y llamando mi
atención. Era uno de los fragmentos del caldero de cobre que viera antes y que,
ahora, ante esa luz, comprendía lo que significaba aquella cabaña abandonada,
los restos de antiguos fuegos y la humedad impregnándolo todo.
Monté
una vez más y, al galope, me alejé de aquel extraño lugar mirando como la
huella de hollín en mis dedos no desaparecía a pesar de intentar una y otra vez
limpiarla. Una y otra vez.
23 comentarios:
Un pequeño y breve homenaje en los 130 años del nacimiento de H. P. Lovecraft.
Nos leemos,
J.
Hermoso
Me gustó mucho
Abrazos
Un bien logrado homenaje, digno de un integrante de El Círculo de Lovecraft.
Por alguna razón, me recuerda a Sueños en la casa de la bruja
Hola José: mientras lo leía, pensaba en Poe, pero al leer que era un homenaje al otro gran maestro, Lovecraft, entendí que estuve cerca. Hermoso cuento.
mariarosa
H. P. Lovecraft
American writer
Description
DescriptionHoward Phillips Lovecraft was an American writer of weird fiction and horror fiction, who is known for his creation of what became the Cthulhu Mythos. Born in Providence, Rhode Island, Lovecraft spent most of his life in New England.'nO TENIA LA MENOR IDEA PERO LO PONGO QUIZAS ALGUIEN NO LO CONOCIA
Qué buen homenaje, y que sea a partir de la construcción de un cuento, a la altura de la arquitectura, del maestro del suspenso. Un abrazo. Carlos
Excelente relato muy Howard Lovecraft el maestro del terror y el misterio. Una buena descripcion del lugar: palabra a palabra muestran la oscuridad de ese bosque formando el camino sinuoso que recorre este hombre a caballo la atmósfera nos arrastra hacia esa cabaña desolada por el fuego; en donde desea encontrar un refugio y sólo encuentra el reflejo de un alma en pena. Que se pulveriza ante los primeros rayos calidos del sol, penetrando y disipando la niebla; que aprovecha para continuar su camino.Llevandose en sus dedos recuerdos del hollin de los restos de esa extraña cabaña.
Un hermoso y merecido homenaje!!
Aplausos Jose!!
Me ha parecido un cuento interesante. Bien escrito y atrapando la atención desde el primer momento. Especialmente, me gusta la descripción de la casa al principio. Un abrazo fuerte.
Interesante de verdad.
Salut
Un homenaje a la altura de Lovecraft de un escritor inmenso.
Saludos.
Ufff me has hecho pasar un poco de miedo, me ha encantado. Soy una enamorada de Lovecraft y de Poe. Un abrazo.
Me pasó lo mismo que a Maria rosa...lo leía y recordaba a POe, luego vi que era el homenaje a Lovercraft, y anduve cerca casi casi.
El relato me parece brillante,tienes de verdad un don.
Saludos.
Impresionante el relato.
Besos.
Muy sugerente. Poe, Lovecraft, yo pondría en la lista una hermosísima leyenda de Becquer.
Saludos
Me ha recordado al Maestro Poe, muy en ese estilo de terror gótico, con casa en ruinas y fantasmas incluidos. Muy entretenido (soy amante de la novela de terror).
Saludos
Un relato magnífico, atrapante, que delata la intensidad de tu hacer.
Abrazo
Un relato que hace germinar el imaginario mientras se lo lee.
Me ha gustado mucho, te queda bien es género eh!
salute!
Sera
Es un buen homenaje.
He leído mucho a Lovecraft, pero hace mucho. Creo que mi relación con él pasó de sobrevalorarlo casi hasta la devoción a infravalorarlo rayano en el olvido.
En la actualidad estamos logrando un equilibrio.
Como las agujas de la balanza en las viejas farmacias cuando se sube un gordo de golpe y tarda en estabilizarse, ... o como cuando mi verdulero lanza los 2 kilos de papas y los saca rápido para cobrarme más.
Abrazos
Muy buen relato, muy logrado el clima que me llevó a leer conteniendo la respiración. Esa mujer que se deshace con un leve contacto me parece impactante.
Y pensaba en todo lo que se nos deshace en cuanto lo tocamos, sobre todo algunos recuerdos.
Un abrazo
Muy impresionante y atrapante
tu relato.
Besitos dulces
Siby
Muy bueno, José.
La verdad es que no he leído nada de Lovecraft...
A ver si algún día me pongo a ello.
Salu2.
Eso de aventurarse en la niebla sin saber si es de día o de noche...y encontrarse con los restos del incendio, es de valientes.
Saludos.
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