Lo bueno de atragantarte con
arene en la playa, es que el mar está cerca y, a pesar de la sal, lo que podría
solo empeorar la situación, es posible enjuagarse la boca. Lo bueno de que esto
pase en Uruguay es que habrá por lo menos media docena de personas dispuestas a
ayudarte y ninguno de ellos estará sacando fotos o haciendo videos para subir a
las redes asociales. Van a ayudarte en serio, con ayuda de verdad, y luego van
a olvidar lo que sucedió, por lo que una caída tan estrepitosa como vergonzosa no
será, al menos en ese pueblo, el problema que podría ser en cualquier otro
lugar.
No
fui el único que se la dio contra la arena; la mochila que llevaba me acompañó
en el viaje, por lo que todo lo que había en su interior, ropa, libros, comida,
se llenó por igual de arena. La ropa puede lavarse, el los libros limpiarse, el
hambre era un tema diferente.
En
in intento por olvidarme de lo que acababa de sucederme, caminé por la playa
hasta llegar a El Águila, cualquier
guía de turismo que se precie da información sobre ella, pero esto no es una
guía de turismo. Al llegar descubrí que ese día se encontraba cerrada y que no
podría mirar el mar a través de sus ojos. El cuerpo todavía me ardía por la
arena, el sol de apenas pasado el mediodía y la caminata innecesaria; al menos
sentía como una suerte el no haberme cruzado con nadie en el último kilómetro,
si es que no más. Debía, ahora, regresar. El hambre me impulsaba.
Eso
para no mencionar la sed y el regusto a sal que todavía sentía (y que no me
abandonaría hasta que no fuera yo quien abandonara Atlántida).
Tenía
varios días para pasar allí y no pretendía hacer todas las cosas posiblemente
divertidas en el primero de ellos, algunas deberían esperar. Lo que no podía
evitar era regresar por el mismo camino, hasta el mismo exacto punto en el que
se produjera mi caída para volver a subir al pueblo y entrar, finalmente, al
hotel que viera apenas llegar pero que, en mi ansiedad, dejé de lado para
conocer la playa.
El
agua es otra cosa a destacar. Casi tan clara, e igual de fría, que en
Piriápolis, en esa enorme playa parecía tan diferente y tan cercana. Tan digna
de dejarse mecer por sus olas hasta llegar a ese punto del cual no hay retorno,
el punto exacto en el que el mar y el río se vuelven parte del océano.
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En la Revista Digital Nagari Magazine pueden leer el cuento Ser como Odín.
Y en la
Revista Digital Siete Artes encontrarán el relato La Chica del Helado.
Pueden
pasar y leerlos cuando gusten.
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17 comentarios:
Siempre me pregunté quién decide cerrar una atracción turística en plena época de visitas masivas. Claro que hablar de algo masivo en ese lugar...
Saludos,
J.
Todos nos hemos caído alguna vez, lo bueno es saber levantarse.
Un abrazo
Salut
Es de extrañar, por cierto, lo de que el agua estuviera tan clara. Desde la otra orilla, jamás la vi trasparente.
Salut
Son mucho más tranquilos que nosotros, pero tal vez (como el personaje de Capusotto) tienen la cámara de fotos escondida en el termo, o en el mate.
abrazos!
Viaje de recuerdos! Me están encantando estas crónicas!
Un abrazo.
por lo que voy leyendo sos de perderte, de caerte... solo en las playas o en todos lados? ja...
el uruguayo es calmado pero ve todo! saludos
Vengo con la caña de azúcar. La he comprado en especial para ti Te la mando vía avión Es orgánica dorada con sabor a misterio. Y mientras la tomo con mi té con leche, disfruto la narración
Me alegra que haya un lugar en el que se ayude al que sufre un accidente en lugar de grabarlo y subirlo a la redes, algo deleznable que se ha "puesto de moda" en este mundo inmoral que estamos creando.
abrazos
JOSÉ A. GARCIA
Descubrí este lugarcito, y quise detenerme a saludar tu relato, mi viejo y querido R.O.U. lo recuerdo con cariño, allí por Maldonado, y alrededores, hace un breve tiempo atrás, los ricos productos, Conaprole, Pilsen, y Pizza Imperial, no se irán de mi memoria.
Un abrazote amigo, que lo pases bien.
LÚCAS
Por el incidente de darte de bruces contra la arena, ya la crónica da la idea de un lugar, que como en los viejos tiempos (recuerdo los paseos de olla al río) se iba a gozar del agua, y del lugar, y no a exhibirse, como se hace ahora con la tandalada de fotos selfie o videos, que después nmadie mira, o hay que sacar del celu, para que no se atasque. Un abrazo.
Por lo que veo eres definitivamente persona de playa. Con todo y la experiencia de la atragantada en cuestión no se cambia tu gusto por ella. Yo no, lo confieso. Soy más de campo y espacios verdes. Pero reconozco que en las idas a la playa uno se la puede pasar bien... en los bares y antros cerca de ésta.
Los que hemos vivido durante casi toda nuestra vida junto a una playa a veces nos asombra como las personas que no han pasado por tan larga experiencia contemplan esa realidad extraña a sus ojos.
Un saludo
Esa realidad extraña, que dice mi antecesor, es porque habemos personas que no estamos habituadas a una playa, pues en mi caso, vivo a cuatro horas del océano Pacífico, donde es normal atravesar nuestras montañas andinas y descender valles entre verdes y amarillos (como en la otra crónica) para contemplar los exóticos parajes y colores que no vemos en los grises centros urbanos de cualquier país.
Saludos de siempre.
Tot Barcelona: Cierto, todos nos caemos, algunos no sabemos levantarnos. Es cierto, también, desde la otra orilla el agua siempre está sucia, pero es culpa nuestra.
Frodo: Puede ser, pero en la época en la que parece haber pasado todo esto no estábamos tan inundados por la tecnología todavía.
Luna Roja: Gracias, espero que continúe el interés.
JLO: ¿Estas queriéndome decir que siempre me pasan todas? Tal vez sea que solo se recuerdan ese tipo de cosas.
Recomenzar: Gracias, espero el envío con ansias.
Julio David: Ellos saben ayudarte, sin dudas.
Ginebra: Cada vez se va a ser más necesario ir al diccionario a buscar esa palabra.
Lucas: Gracias por pasar, leer y comentar. De seguro nos estamos leyendo.
Carlos Augusto: Si me fui de vacaciones y no saqué fotos, ¿me fui realmente de vacaciones?
Alexander Strauffon: Como sea, en época de vacaciones, todos los lugares están repletos por igual, es la moda.
Dr. Krapp: Es extraña, sin lugar a dudas, como dice Guillermo justo después de ti.
Guillermo Castillo: Por otro lado, Buenos Aires es una ciudad gris, triste y nostálgica de un río al que le ha dado la espalda desde el inicio de su historia, entonces queremos algo que no sabemos que ya tenemos y despreciamos.
Gracias por sus visitas, lecturas y comentarios.
Saludos,
J.
Tus crónicas están muy buenas,
como para no perderse ninguna,
un gusto visitarte mi amigo.
Besitos dulces
Siby
Menos mal que la arena no se te metió en los calzones, habría Sido mayor problema 😱😱😱
Gracias Siby Y la MaLquEridA por sus palabras.
Nos leemos,
J.
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