Mientras limpiaban la habitación me encaminé al
minipuerto de Piriápolis.
Además del tamaño, llama la atención
que todo está limpio y ordenado. Todo lo limpio y ordenado que puede estar un
puerto, se entiende. Pero resulta incomparable con los puertos que conozco de
Argentina; siempre sucios, malolientes, llenos de lobos marinos apestosos y con
tantas machas de aceite, petróleo y salitre en el agua que dan ganas de nunca
jamás regresar a visitarlos.
Tampoco
hay barcos. Por eso pienso que es un puerto de juguete.
Y,
si no hay barcos, es poco lo que queda por verse más allá del agua rompiendo
contra las paredes de concreto, alguna que otra solitaria gaviota buscando su alimento,
algún que otro uruguayo con su termo bajo el brazo, no mucho más.
Por
suerte cerca de se encuentran las aerosillas que invitan a la loca aventura de
alcanzar la cima del cerro San Antonio sin hacer esfuerzo, aunque pagando por el
ahorro. Desconozco quién tuvo la idea de algo semejante y, a los que pregunté,
tampoco parecía interesarle. Pienso que podría agregárseles alguna cosa más,
como juegos para niños, por ejemplo, para que no quedara tan despojado. Pero lo
que hoy hay es la posibilidad de subir, o bajar, el cerro, y nada más. También
se puede bajar, o subir, siguiendo el camino que recorre en espiral la mayor
parte del cerro, por lo que ni siquiera en eso es algo realmente especial.
¿Qué
hará la gente de Piriápolis en invierno? Cuando no hay turistas en las playas,
cuando hay tormentas, cuando está nublado, cuando se quedan solos y no hace
falta sonreír todo el tiempo. ¿Qué hacen? Esa es otra de las cosas que nadie
supo, o nadie quiso, responderme. El secreto, si es que existe, permanece.
Tal
vez visitan el puerto y se quedan mirando melancólicamente el mar embravecido
tomando mates, como hacen, también, en pleno verano.
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Inicio del Espacio Publicitario:
En el número
51 de la revista digital El Narratorio, pueden leer el relato Gente Pequeña.
En la revista
digital Teresa Magazine, se publicó el relato Lunes en la cafetería.
Pasen y
lean cuando gusten.
Fin del
Espacio Publicitario.
14 comentarios:
En la foto pueden ver uno de los horrendos catamaranes de Buquebús intentando amarrarse en el puertito de la ciudad.
Saludos,
J.
¡Si casi no cabe en el puerto! como no frene rápido, sale volando por el otro lado.
La foto es preciosa, creo que se tomó cuando hacían pruebas en el puerto. El barco Francisco de Buquebus realizó esta mañana (viernes, 10 abril 2020) una maniobra de prueba para evaluar las condiciones y solicitar reanudar el tramo Buenos Aires - Piriápolis para la temporada estival. El servicio había sido suspendido en 2003.
El barco, solo con el capitán, estuvo probando el muelle multimodal de Piriápolis y si se adapta a las necesidades de esa embarcación. Fuentes de la empresa informaron a El País que la maniobra fue perfecta, que los puntos de amarre son excelentes y que se contó con la autorización de la Dirección Nacional de Hidrografía y la Prefectura Nacional Naval.
Un saludo.
En la foto desde arriba se ve que sí, que el agua es más de mar que del Río... o tal vez es la ausencia de Lobos Marinos, que veo que te gustan tanto como el petróleo y el aceite, ja
Abrazos!
Antes que nada me alegro que estes bien despues del accidenta. Bah no se si te paso a vos o fue un personaje inventado. Yo estuve en Montevideo en 2012. Me meti en el Rio de la Plata. Increible jaja. Aca esta todo contaminado mas alla de que ahi pude comprender el porque Buenos Aires le da la espalda al rio. En cuanto a lo del termo bajo el brazo iban todos. Por la 18 de julio, la rambla, en los colectivos. No se. A mi me resulteria incomodo. Pero bueno. Sobre gustos no hay nada escrito. Saludos!
Pues supongo que en invierno la vida se les convertirá en letargo. Que habrán pocos turistas y menos movimientos, y que ninguno de los cinco catamaranes se verá con fuerzas de enfrentarse a un rio que se convierte en un mar que a su vez se trasforma en océano.
Salut
Uno piensa que el lugar de veraneo siempre ofrece ese aspecto bullicioso y soleado a lo largo del año porque es la imagen que se tiene de él, hasta que te acercas por allí algún día de invierno y te encuentras con otra realidad, donde el mal tiempo y lo solitario de sus playas no invitan a quedarse. O tal vez sí. También tiene su encanto.
Saludos.
Yo creo que estos lugares netamente turísticos tienen diferentes matices, según la estación obviamente,pero,también ofrecen el colorido y la seña de identidad del lugar cuando no hay tanta gente foránea.
Aquí en esta isla,sucede lo mismo,en uno de los pueblos pesqueros del norte, donde les encajaron un Buquebús que cruza a las otras islas, y arruinaron uno de los puertitos más característicos de la isla.
Un abrazo!
Yo, que vivo cerca y lejos del mar, aun así quisiera conocer las locaciones de tus crónicas.
Dejo mis saludos a todos.
al menos tienen las vistas del mar, aquí, en una ciudad de interior, solo tenemos soledad
besos
Hay vistas marítimas, bueno para muchos.
Pienso que esos lugareños cuando mejor están es cuando no hay turistas. Quizá ese sea su secreto. Observar las nubes, el mar, las tormentas, quedarse en casa y escuchar llover... pasear entre los pocos parroquianos de lugar...
Saludos
Se asiente en tu crónica ese aire pasado, de un lugar que tiene un interés neutro, para quienes pisan su terreno. Un abrazo. Carlos
Desconozco ese paisaje y no por falta de ganas. Tengo familia en Uruguay emigrada en tiempos de hambre y penurias.
Saludos
nunca me gustó piriápolis, ni en verano - cuando es intransitable, ni en invierno - cuando es un apocalipsis zombie.
sin embargo toda la zona que la rodea tiene a mi gusto las mejores playas del uruguay.
vivo en la capital entre semana, y de vienes a lunes en una casita cerca.
no hay como un buen libro, una copa de vino y la leña en la estufa, luego de que el viento helado casi te corte la cara caminando frente al mar.
es impagable.
asi como el encierro estival huyendo de los turistas y el ruido.
piriápolis es una necesidad logística.
abrazo oriental.
ps: muy buena crónica piriapolesca
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