sábado, 9 de mayo de 2020

Crónicas Charrúas # 02


Dicen que pasé dormido dos días, pudo haber sido más que tampoco me habría dado cuenta.
            El ómnibus de la línea 27 contra el que choqué, casi a la mitad del mismo, cerca de la puerta grande, quedó inutilizado. Por la fuerza del golpe, la rueda de la bicicleta de alquiler en la que me aproximaba a la playa, se incrustó en la chapa de tal forma que tuvieron de cortarla para poder sacarla (y luego, claro, tuve que pagar por ella).
            A mí no me pasó nada, sólo me desmayé. Pero, como no recuerdo el golpe, supongo que debí haber perdido el sentido mucho antes. Ni siquiera tenía un moretón, y podía irme luego de que la médica dejara de preguntarme qué pretendía hacer lanzándome de ese modo en medio de la tan transitada ruta. Pero, cuando estaba por irme, luego de que la médica se diera por vencida, vino la psicóloga del hospital; me preguntó lo mismo, con otras palabras, más estudiadas, como pretendiendo motivarme a hablar.
            La recepcionista del hotel, cuando finalmente volví, y una periodista de un diario local que vino a entrevistarme por la tarde mientras tomaba unos mates en el balcón, también, de una forma u otra, querían saberlo.
            A todas respondí de la misma manera.
            Ellas también respondieron de la misma manera a mis invitaciones a una cena para continuar la charla de manera, digamos, más íntima.
            Por esa razón terminé la noche en un pequeño bar escondido en una calle lateral de la peatonal de Piriápolis, comiendo una hamburguesa vegana, pero con queso, y una cerveza no artesanal, como corresponde, solo.
            Allí nadie me preguntaba nada, ni siquiera el mozo.
            Y eso se sentía muy bien.

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19 comentarios:

José A. García dijo...

Al menos la cerveza estaba lo suficientemente fría esa noche.

Saludos,

J.

Alís dijo...


Transmite mucha soledad este personaje. Claro que tampoco parezca que tenga muchas habilidades para dejar de estarlo...

Ya me extrañaba a mí que lanzándose cuesta abajo y alcanzando esa velocidad era muy peligroso. Espero la continuación

Un abrazo

jfbmurcia dijo...

Lo importante es que lo intentaste. No hay que perder oportunidad. El que la sigue la consigue. Saludos.

Tot Barcelona dijo...

Me ha gustado eso de seguir prolongando la conversación de manera más íntima. Por lo que veo, la cosa promete.
Salut desde Barcelona

Cayetano dijo...

Donde esté una buena cerveza después de un accidente que se quiten los cuidados médicos y psicológicos. No hay comparación.
Un saludo.

AlmaBaires dijo...

No sé porqué me pregunto si alguna o ambas invitaciones habrán sido hechas con el deseo de un sí o, por el contrario, con la seguridad del no y que la finalidad haya sido querer quedarse solo...

¿Quién sabe? ...tal vez ni siquiera él.
Un beso.

lunaroja dijo...

Yo habría hecho lo mismo, ante una circunstancia como esa,creo que habría preferido la soledad, la calma para recolocar todo ese momento tan fuerte.
Sobre todo porque no guardó memoria de lo que pasó exactamente.
Un precioso relato Jose, me encanta.
Un abrazo.

ოᕱᏒᎥꂅ dijo...

me es difícil imaginar el choque 🤔
demasiada velocidad tenias que lleva , y el golpe te afectó de tal maneras que fuese capaz de comer una hamburguesa vegana... 😉
besos

Guillermo Castillo dijo...

Espumas, nada más. una buena razón para seguir degustando el vértigo de la vida.

Mi saludo te dejo, amigo.

Alfred dijo...

No entiendo que no quisieran saber la verdad del encontronazo en un encuentro más íntimo que es cuando se presta a las confidencias, las considero muy poco profesionales. Menos mal que pudo rehacerse del golpe en la soledad de un local en que sirven auténtica cerveza y además bien fría.
Saludos.

Doctor Krapp dijo...

De todo se sale menos de la muerte

mariarosa dijo...

Respondo a tu pregunta en mi blog, después paso a leerte.
El marido de la historia, como much@s que se esperan, quería demostrar que podía ser feliz con otr@ compañer@ de vida.
Yo tuve un tío que demostraba a su primera esposa lo feliz que era con su nueva pareja, iba y venia cerca de donde ella vivia.. ¿Por qué lo hacía?
No sé.
Pero lo tome de modelo para este cuento y le agregué el humor final.

mariarosa

mariarosa dijo...

No lograste convencer a ninguna,para que te acompañara a una cana intima, pero lo más seguro que ni vos sabias que quisiste hace al correr locamente en tu bicicleta.
Saludos José.

Recomenzar dijo...

se sale de la nada cuando la muerte no llega
cariños ricura

Mara dijo...


Yo creo José, que ibas a toda velocidad porque huías de la policía que te iba a multar por no guardar la cuarentena y para disimular te desmayaste. JA JA JA. Un saludo.

José A. García dijo...

Alís: La soledad sólo es peligrosa para quien no la entiende y, por eso mismo, le teme.

JfbMurcia: O muere en el intento…

Tot Barcelona: Quienes no parecen verlo de esa manera son las mujeres que no aceptan la invitación.

Cayetano: La cerveza es la solución a casi todos los casi.

Alma Baires: La búsqueda del NO también es una forma de finalidad, o puede serlo. Es cierto.

Luna Roja: También puede ser que lo hiciera para olvidar.

Marie: Esa fue la parte más extraña de la noche, sin lugar a dudas.

Guillermo Castillo: Las excusas nunca faltan, o siempre sobran, ya no lo sé.

Julio David: O para escribir sobre ella.

Alfred: Lo inexplicable toma infinitas formas.

Dr. Krapp: Habrá algunos que contradigan ese aserto, pero no podrán demostrarlo.

María Rosa: Gracias por la aclaración.

Recomenzar: Y la muerte es entrar en la nada…

Mara: Todo es posible, todo puede ser, no diré nada.

Gracias a tod@s por sus comentarios y visitas.

Nos leemos,

J.

Frodo dijo...

Ja! Buena escena, de comedia dramática, te salían todas ese día.
Se siente lindo ser anónimo aunque sea por una noche
Abrazos!

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

La crónica deja ver, que a veces la felicidad puede ser quebrada, pero no totalmente, porque en el fondo la colisión con el ómnibus, la sentirías como parte de esa aventura en busca de la laya. UN abrazo

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Parece que fue una crónica de algo que pasó. Porque para de ser una ficción, era más conveniente que alguna hubiera aceptado. Es por menos, lo que suelo esperar como lector de una ficción.
Como una compensación del golpe que se dio el protagonista.