Decididamente, ese no era el momento de
detenerme a pensar; al contrario, era el momento de actuar, aprovechar aquella
levedad que sentía tras saltearme el desayuno, junto con la brisa que llegaba
desde el invisible mar del otro lado del cerro, y dejarme llevar.
Con
toda la fuerza que pude imprimir a los pedales de la bicicleta de alquiler, me
lancé en dirección a la ruta 37 sin preocuparme por lo que pudiera aparecer en
mi camino. A la velocidad que llevaba, en línea recta y en declive, nada podía
hacerme daño o todo lo haría; como fuera, no podía detenerme. El estado del
asfalto, a lo largo de todo el trayecto, no era bueno pero si desaprovechaba
esa oportunidad, si pensaba en mis acciones, todo se terminaría. Sería tan sólo
un día más, igual que los anteriores.
Debía
ganar la velocidad suficiente para que, al entrar en la parte urbana de
Piriápolis, restara un último esfuerzo que me llevara a atravesar las pocas
calles restantes hasta la Rambla de los Argentinos y lanzarme, desde la rampa
de ingreso a la playa, al mar, al amanecer y lo que viniera después con el sol
creciendo a mis espaldas.
La
bicicleta respondía, mis piernas también lo hacían, mi corazón no dejaba de
bombear sangre a cada rincón de mi cuerpo, mis ojos adivinaban lo que mis
reflejos percibían antes de que pensara en ello, la brisa me acompañaba y
apagaba cualquier sonido más que el propio.
Aprovechar
ese momento era, irremediablemente, imprescindible.
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Inicio del
Espacio Publicitario:
En el número
26 de la revista digital La Ignorancia, de España, pueden encontrar el relato Noche de Juerga
En el Número
1 del tercer año de la revista digital de ciencia ficción Teoría Ómicon, de
Ecuador, pueden leer el relato Cuando,
por las noches…
Y, por último,
en la Revista Polvo, de Argentina, pueden leer el relato La chica del helado
Fin del
Espacio Publicitario.
19 comentarios:
Mil y una noches de lecturas.
Nos leemos,
J.
Hay aventuras únicas o retos personales que asumimos por elección o por obra del destino. Creo en el libre albedrío cunado las decidimos con los ojos abiertos.
Te dejo mi saludo amigo.
Llegó a darme miedo esa velocidad, y más en bicicleta y con el asfalto en mal estado. Ir cuesta abajo impidió que me cansara, aunque cada vez que mencionabas las piernas y los pedaleos, sentía el esfuerzo... Sin duda, ese amanecer debe valer mucho la pena.
Un abrazo
Si está Cayetano Gea y Pere Muntaner ¡¡¡ en la Ignorancia...y yo sin saberlo ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
Gracias JOSÉ A GARCÍA
Ahora voy por las demás ¡
Un abrazo
Salut
Las bicicletas son para el verano y para soñar. Gracias por compartir tus sensaciones. Casi iba contigo en tándem. Saludos asintomáticos.
Tu relato deja con intriga.
Saludos, colega demiurgo.
Un momento mágico pedalear, que tu cuerpo y tu mente te respondan y que te te lances al mar. Sea ficción o realidad, el instante o la propuesta es magnífica. Yo he salido, después de la cuarentena de casi dos meses confinada en casa, ayer y hoy. Todo está pletórico, majestuoso en este parón humano y en su actividad frenética contra el medio natural. Los caminos estaban casi diluidos, cuajados de flores y vegetación. La basura había quedado escondida, disminuida... ¿cuánto durará este placer? me temo que poco, será pasajero porque muchos no aprenden ni a hierro y fuego.
Besos
Esa sensación de vértigo y poderío solo se siente muy joven en una bicicleta cuando contemplas los milagros de la movilidad desafiante.
Saludos
Estas mil y una noches,prometen!
Un placer volver a leerte José!
Un abrazo.
Lugar loco Piriápolis.
¿Es mar o río de la Plata, de dónde sopla el viento?
Tal vez cuando fui había sudestada, pero no tuve el gusto de ver lo que otros dicen, que se e el mar entrando.
Claro, esos otros no suelen pasar ningún antidoping. Pero... pude sentí algo de la magia de ese lugar.
Una sola vez estuve ahí, debería volver.
Abrazos!
Me gustará leer cómo sigue esta aventura...
Un beso.
No sabía que publicaste en Polvo. Me gusta muchísimo esa revista.
Y lo de la bicicleta, cuando la mente se deja aparcada y se sigue el instinto del cuerpo, las sensaciones vividas le hacen perder el sentido a la razón.
Abrazo, J.A.
Un relato con tintes de intriga, ahora toca saber que pasa cuando abandona la bicicleta y se introduce en el camino en busca de respuestas.
Un saludo Jose A.
Sin duda hay momentos mágicos en los cuales hay que dejarse llevar hacia donde los amaneceres lo dispongan.
Un saludo, José.
Ariel
Voy a regresar en bicicleta a leer más.
Abrazo
Hermoso relato...me gusta esa sensación de dejar ser y esperar lo inesperado
Espero por mas
Abrazos
Con el viento y la ruta a tu favor, para darse el chapuzón salino. Grato voilver a leerlo. Un abrazo. Carlos
ok, la bicicleta es completamente anormal para mí, así que ni siquiera podría imaginar el vértigo que impulsaría el pedaleo en bajada.
Me da gusto que esto continúe latiendo.
Saludos.
Guillermo Castillo: Aventuras única que, claramente, jamás se repetirán; porque de ser así dejarían de serlo. Tiene sentido, lo sé.
Alis: Iba en bajada y pedaleaba para dar más velocidad.
Tot Barcelona: Muchas gracias por tus palabras.
Jfbmurcia: Todo esto pasó en verano, al menos se supone que así fue.
Demiurgo: Sigue, y sigue y no termina, como un folletín de los de antes.
Ginebra: Casi nadie aprende, ni aunque los obligues a hacerlo y sea por su bien.
Dr. Krapp: Sólo en la juventud. Luego el cuerpo se cansa cada vez más rápido, y todo duele el doble. Ya lo sé.
Luna Roja: La lectura mutua es una de las pocas cosas que nos quedan, por ahora.
Frodo: Piriápolis es una ciudad de misterios, poblada por gente misteriosa, en medio de un país que nadie entiende y suponen un misterio aún mayor.
Julio David: Y con toda la velocidad posible.
Alma Baires: Claro que continúa.
La Zarzamora: Sí, de casualidad y con mucha ayuda logré ser aceptado en esa publicación. Gracias por tus palabras.
Dulcinea: Cualquier camino es siempre una búsqueda interminable de respuestas, cuando no de preguntas.
Raúl Ariel Victoriano: Pase lo que pase, sin detenerse.
La Noche de Medianoche: Puedes regresar cuando gustes.
Gla: Lo inesperado siempre oculta la cuota que está dispuesto a presentarnos. Y luego nos sorprende.
Carlos Augusto Pereyra Martínez: Era la idea, seguir escribiendo, aunque más no sea para no dejar de hacerlo.
Beatriz: Gracias. Nos leemos.
Gracias a tod@s por sus comentarios y visitas.
Nos leemos,
J.
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