Desperté a medianoche, como lo hacía la mayor
parte de los días (sí, llamo días a las noches y también a los días, para no
innovar demasiado); en medio de aquel muladar al que aún consideraba, o al
menos denominaba, mi hogar. Caminé sin mirar, tentando a la suerte de no pisar,
en mi recorrido hacia el baño, nada que pudiera lastimar la suave planta de mis
pies descalzos.
La
piel de gallina que inundó mis brazos no era producto del frío de aquella
madrugada, sino porque, por la pequeña rendija en la parte inferior de la
puerta, asomaba un sobre de papel color madera. Aquello solamente podía
significar una cosa, ya que existía una única razón por lo cual preferir el
antiguo formato de correo físico antes que la simpleza de organizar un evento
en las redes asociales.
Había llegado el momento de rendir
homenaje, una vez más, al gran hombre a quien todos seguimos; aquel cuyo
nombre, aunque se conozca, no se menciona, y no por una cuestión de respeto.
Era tarde para escapar, la invitación quemaría en mis manos, literalmente
hablando, y él sabría que la había recibido.
Podría
hacerme el tonto, como en ocasiones anteriores; pero ya no era un niño, cualquier
excusa a la que recurriera carecería de valor. Lo único que me salvaría de
honrar aquella invitación era estar muerto. Y, como por lo pronto no lo estaba,
ni lo estaría antes de la fecha elegida para la Gran Danza del Sol, nada
justificaría mi ausencia. Algo semejante significaría el retiro de mis actuales
privilegios, en el caso de que recordara cuáles eran.
Con
un movimiento del brazo limpié la mesa de la cocina arrojando al suelo cuanto
había sobre ella; sabía que en algún otro momento no lo limpiaría. Necesitaba
un lugar donde sentarme, extraer el cartulario que contenía el mapa que me
enviaran y memorizarlo antes de su destrucción. Aquella mesa era la única
superficie lo suficientemente grande para hacer todo esto. Clavé mi colmillo
izquierdo, el que tenía mejor filo de ambos, en la yema de mi pulgar y marqué
mis iniciales en el sobre para que el lacreado me aceptara como aquel ante
quien debía abrirse, y esperé.
Apenas
necesité mirar el mapa para reconocer en qué lugar de las antiguas praderas se
llevaría a cabo la próxima Gran Danza; inmediatamente el papel comenzó a chamuscarse poco a poco desde las
puntas con el fuego silencioso contenido en su tinta.
Abrí
la ventana de la cocina, la que miraba hacia el sur, por donde llegaba la brisa
nocturna; su caricia sobre mi piel desterró las huellas finales del breve
sueño. Frente al rectángulo de cielo negro realicé mi rutina de calistenia
habitual para desentumecer los músculos.
En
algún momento terminé de desnudarme, aunque solamente llevaba unos viejos y
rotos pantalones, para subir al alfeizar de la ventana. Era tarde para negarme
o intentar cualquier otra cosa, por lo que abrí cuan extensas eran mis alas
evitando mirar hacia abajo para que el vértigo que siempre me invadía en estos
momentos no hiciera su aparición.
—Amo
de Toda la Vida —exclamé en voz alta—, hacia ti voy.
Y
me lancé hacia las praderas ocultas entre los rascacielos, el humo de la noche,
el sudor de los malos sueños y el aroma del café recién preparado.
12 comentarios:
Y se fue...
Saludos,
J.
Un vuelo la mar de inquietante.
Tener un amo siempre es una mala idea. El único amo debe ser uno mismo, es una opinión.
Saludos
Me deja perpleja el relato, no se si se trata dd un suicidio o una metamorfosis
del personaje que extiende alas y se va.
En todo caso no deja indiferente.
Un abrazo.
Son tremendos tus relatos. Tienes el don de transmitir.
Por eso es siempre un placer leerte!
Estoy recién poniéndome al día después de unas semanas ausente.
Un abrazo!
A esas mismas praderas que me lanzo todas los dias, las 5 de la mañana es el día o la noche? Bueno, según tu sujeto de enunciación, da igual.
En fin, se va acercando la medianoche... debo ir planchando mis alas
Abrazo
se fue para no volver
y se dió cuenta que nadie lo extrañaba
Hasta el sol volvió a salir a la mnadrugAdA
Wawww que cuentito, es para ir leyendo e imaginando el final que no logré identificar hasta que leí final...
Muy bueno.
mariarosa
Confiar en el tiempo, es buscar salidas o, si se quiere, formas de escapar.
Saludos.
Hermoso relato... Se marchó...
Un placer leerte.
Besos.
pues aquí estoy pensando en el final...
tratando de entender si se fue el buena del evento al sol, o decidió quitarse del medio para no ir?? 🤔
besos
Ícaro 2000 y pico. Mejor tener una alas para escapara que unas alas para obedecer.
José: Andá a saber dónde.
Ginebra: ¿Cómo ser el amo de uno mismo si ni siquiera estamos seguros de quiénes somos?
Amapola: Las opciones quedan abiertas, mejor así, ¿no?
Luna Roja: Gracias. Me gustaría saber qué trasmiten para vos.
Frodo: Para los que trabajamos de noche, el día siempre es nocturno…
Julio: Y con ganas de acompañarlo, sin dudas.
Recomenzar: Muchos se van sin que nadie lo note y, aún así, tampoco hace falta que regresen.
María Rosa: Gracias, por la visita y el comentario. Tampoco sabía cómo terminaría cuando lo comencé.
Guillermo: ¿Escapar hacia dónde?
María Dorada: Se fue, tal vez para no volver.
Marie: Te dejo que tomes la decisión que mejor te parezca.
Dr. Krapp: Para algunos, obedecer es la mejor forma de escapar. No entiendo cómo, pero así parece ser.
Gracias a tod@s por las visitas.
Nos leemos,
J.
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