Como leyera en el foro que encontrara en
internet, condimentó la ensalada con algunas semillas de mirto, la mejor manera
de atar a una persona por la que tenemos un sentimiento especial. Una manera de demostrar el aprecio que sentimos y, al
mismo tiempo, que no se aleje de nosotros. Es decir, exactamente lo que buscaba;
sabiendo que contaba cada vez con menos oportunidades para lograrlo, recurría a
tácticas tan poco ortodoxas desconociendo si tendría éxito o no.
La
regó con abundante aceite de oliva para disimular el posible sabor entre amargo
y dulzón, como también recomendaban, y preparó el resto de la cena limpiando y
ordenando todo lo que usara. Seguramente para ahorrar tiempo y no tener que
hacerlo más tarde.
Como
cada noche que cenaban juntos, la televisión encendida ocultaba la ausencia de
tema de conversación, también servía para evitar el mirarse a la cara y darse
cuenta de que ya no tenía sentido; pero la costumbre siempre acaba por
imponerse, de una manera u otra.
Cenaban
mecánicamente, apartando los ojos de la pantalla apenas para asegurarse de que
los cubiertos llevaban la dirección correcta hacia la boca, para recargar el
plato e intercambiar comentarios vacíos entre una imagen y otra.
—Pobre
imbécil, mira que hacer eso —dijo quien le acompañaba luego de que el
presentador del noticiario mencionara a un político que había reconocido ante
la justicia el recibir frecuentes sobornos.
—Otro
inútil, mira lo que hace —comentó al ver en pantalla a un deportista fallando
en su especialidad—, y le pagan por ello. No tiene que hacer otra cosa.
Pasaban
las noticias y los comentarios se volvían cada vez más agresivos; y eso que
sobre la mesa únicamente había agua.
—Ufff,
siempre hablan de ese hijo de puta —dijo al ver a un actor sonriendo en la
entrega de premios—, ni que hiciera las cosas bien. Actúa siempre haciendo el
mismo papel. Así cualquiera —agregó viéndolo guiñarle un ojo a la cámara.
La
cena, y la incomodidad, avanzaban poco a poco.
—Mira,
ahora seguro muestran alguna estupidez sobre lo que pasa en Medio Oriente —dijo
masticando con la boca abierta y escupiendo parte de su contenido—. Allí lo
tienes —acotó cuando aparecieron en pantalla.
—Prueba
la ensalada —le dijo por lo bajo acercando el bol donde la preparara.
—Si,
si —le respondió hundiendo el tenedor entre los vegetales sin mirar esperando
pescar alguno sin esforzarse demasiado.
Le
contempló comer sin preocuparse por otra cosa que no fuera la pantalla, sin
siquiera preguntar cómo había estado su día, cómo había preparado aquella cena
a pensar de haber trabajado y viajado de regreso; sin preocuparse por nada más
que por seguir tragando hasta que ya no pudo hacerlo. Ni siquiera había notado
que el suyo era el único plato sobre la mesa.
Luego
de tragar varias veces, y ya con el bol con menos de la mitad de su contenido,
le vio apoyar el tenedor sobre la mesa lentamente y, por primera vez en la
noche, atendía a otra cosa que no fuera lo que se dijera desde la televisión.
—¿Estas
bien? —le preguntó.
—Si,
si, pero no puedo respirar del todo bien.
Vio
como su rostro enrojecía a medida que la respiración se le hacía más y más
difícil. La piel de sus brazos se llenó de erupciones y una picazón tan atroz
que no podía evitar rascarse con tanta fuerza que las uñas marcaba surcos sobre
su piel.
Su
lengua se inflamó tanto que apenas cabía en el interior de su boca, lo que le
dificultaba aún más continuar respirando.
—¿Estas
bien? —le preguntó una vez más intentado al mismo tiempo disimular lo que
sentía al mirarle y aparentar no percatarse de ello—. ¿No quiere comentar algo
más de las noticias? —dijo volviendo la mirada hacia la pantalla.
Sabía
que faltaba poco para que todo terminara cuando le vio caer de la silla
tomándose la garganta en un desesperado intento por lograr que un poco de
oxígeno ingresara a sus pulmones.
Escuchando
como aún se esforzaba por lograr respirar esperó sin moverse de su sitio. Cuando
los gorjeos terminaron, y mientras el noticiario terminaba mencionando cómo estaría
el clima al día siguiente, se levantó acomodando la silla en su lugar. Arregló
si ropa y se acercó hacia la puerta de salida, allí tomó el teléfono de línea
que dormía junto a la puerta y marcó el número de emergencia. Le apreciaba tanto
que haría en intento, claramente frustrado, de salvarle la vida para demostrarle
su verdadero sentir.
Quien diría que la recomendación de
tener sumo cuidado con el uso de las semillas del mirto, porque podía generar
reacciones alérgicas terminales, sería verdadera. Se leen tantas cosas ridículas
en internet en estos días que nunca se sabe.
--
Inicio del Espacio Publicitario:
En el número 40 de la revista digital El
Narratorio pueden leer el relato Gran Maestre.
Y, también,
en la revista Extrañas Noches pueden leer el relato Nata
Fin del Espacio Publicitario
16 comentarios:
Algunas veces las cosas no salen del todo como se las espera...
Saludos,
J.
Uyuuyuy. Que bárbaro. Lo más triste es que puede suceder de verdad. Una reacción alérgica muy grave, si no se ataja a tiempo, es así de rápida.
Por desgracia, puede pasar.
🤦🏽♀️ Saludos
No siempre salen las cosas como esperamos y deseamos que salgan
Gran relato!
Muy bien construido y llevado.
La frialdad absoluta de ella es para mi la guía de todo el texto.
Genial.
Saludos!
Nunca escuche hablar de esas semillas, pero es bueno saberlo, una nunca sabe cuando las va a necesitar...
Muy buen cuento José.
mariarosa
Karin Rosenkranz: Tal vez eso mismo sea lo que se buscaba…
Trini Altea: Algunas veces sí.
Lunaroja: ¿Ella? ¿Dónde lo especifica?
Maríarosa: Exacto, nunca se sabe cuándo este tipo de conocimiento puede resultar útil.
Nos leemos,
J.
¿Viste Breaking Bad? Sino, deberías
Te dejo un link a la pasada...
http://frodorock.blogspot.com/2014/06/rock-gol-caballeros-de-la-quema.html
Abrazo y que viva el rock Medina Bello!
Le salió el tiro por la culata. Saludos. carlos
¡¡¡Ufff¡¡¡
¡Qué relato¡
La verdad es que te quedó genial.
Besos.
Enigmática mujer. No sabemos si se pasó con la dosis. Si la información de internet era falsa. Si realmente quería asesinar al marido. Si padecía un síndrome (no recuerdo el nombre pero es real: se trata de infligir daño a alguien querido para cuidarlo a continuación y demostrar más "amor"). Ya digo, enigmática mujer (y peligrosa) jajaja.
Salu2, José.
Una manera muy drástica de conseguir que alguien esté junto a nosotros para siempre. Yo diría que prefiero, claramente, que me quieran menos.
Como nos tienes acostumbrados un relato excelente.
Porque querer atar a alguien a nosotros en y contra de su voluntad?
y encima tonto!
Esplendido, con ese toque de humor negro que le da sabor a los platos literarios.
Frodo: La empecé, luego me aburrí.
Carlos Augusto: Puede ser, o le salió muy bien.
Amapola: Gracias por el comentario.
Dyhego: ¿Por qué dices que era una mujer?
Manuela: Esta forma de querer sí que resulta problemática. En más de un sentido.
Magne: Exactamente.
Dr. Krapp: Gracias. Más que nada por la mención del sabor.
Nos leemos!
J.
Semillas de mirto. Sin querer se aprenden cosas por si se ofrece.
Abrazo
O sea lo que realmente pretendía es un envenenamiento.
Bien contado.
Publicar un comentario