sábado, 16 de diciembre de 2017

Sueños Breves # 23

Un día despertamos, la población completa de la Tierra, para descubrir que en el espacio, a pocos millones de kilómetros de distancia, había surgido de la nada un agujero negro. Los científicos estaban exultantes por la cantidad de experimentos y descubrimientos que podrían hacer. La mayoría de la población se encontraba en el abanico se emociones que iba de la indiferencia más atroz al desasosiego sin igual, de la apatía a la desesperanza.
            Al día siguiente la Luna fue tragada por el agujero. Seguíamos viéndola, y todo el proceso de tragado había sido trasmitido por los medios, como si se encontrara del otro lado de un velo que la separaba de nosotros que aún nos permitía contemplarla. El agujero era relativamente pequeño, por lo que todo el proceso de traspaso de la Luna fue más bien extraño, comenzó como si quisiéramos introducir una pelota en un orificio demasiado pequeño, claro que no pasa, pero luego la Luna se tornó tan maleable como la goma, se achicó, comenzó a estirarse volviéndose cada vez más fina de un lado del agujero y recuperando su forma habitual del otro, hasta ser devorada por agujero completamente
            Le tocaba el turno a la Tierra.
            Lo miraba todo desde el techo de mi casa. El cielo nunca había resultado tan extraño, tan llamativo, tan perturbador y, al mismo tiempo, tan acogedor que los gritos de desesperación y la cacofonía del caos que llegaba desde la calle apenas me distraían.

2 comentarios:

José A. García dijo...

En verdad este sueño fue más de lo que llegué a describir en palabras, tal vez sea el futuro guión para un corto de ciencia ficción con muchos, muchísimos efectos especiales.

Saludos,

J.

Frodo dijo...

Esperaremos ese corto