sábado, 16 de diciembre de 2017

Sueños Breves # 22


Parecía una cañada, pero en lugar de rocas, la pared era de arena; blanca, pálida, caliente, que descendía directamente hacia el mar, hacia donde resplandecía el sol y las olas llegaban con una placidez sin igual. Hacia uno y otro lado ¿Oeste y este? ¿Norte y sur? ¿Derecha e izquierda?, la playa se extendía hasta donde llegaba la mirada.
            Apoyabas un pie en la arena y comenzabas a deslizarte, lo quisieras o no, hacia el agua, hacia la gente que allí miraba con cara de sorprendida como la arena te llevaba. Bailabas lo quisieras o no, en la dirección en la que a ella se le antojara.
Se formaban parejas, que danzaban mirándose o ignorándose, estirando los brazos en cualquier dirección para no caer, buscando regresar a la situación anterior o ansiando quedarse allí, junto a ese otro/a nuevo/a que nos presentaba la arena. La alegría, pero también la desesperación, reinaba brevemente en la playa.
Puse un pie, y luego el otro, claro, sobre la arena, esperando sumarme a las emociones en pugna y ver qué me deparaba la playa, qué sorpresa, qué fastidio, pondría frente a mí.
No me moví ni un milímetro.

2 comentarios:

José A. García dijo...

Puede fallar...

Máxime con mi suerte.

Saludos,

J.

Frodo dijo...

Falsa arena movediza, muy bueno!