domingo, 19 de noviembre de 2017

Sueños Breves # 08


Me encuentro en un campo arrasado, no como si hubieran preparado la tierra para la próxima siembra, sino como si todo lo que allí hubiera habido alguna vez, hubiera sido arrancado de cuajo. La tierra lucía removida y arruinada. Intentaba caminar sin tropezar cuando noté, no muy lejos del sitio donde me encontraba, a un caballo que masticaba los últimos restos de algo que parecía una planta, pero no puedo estar seguro de qué era.
            Masticaba mirándome con esos grandes y vacuos ojos negros típicos de los caballos; esos ojos que es imposible saber si te están mirando o te analizan hasta la fibra más profunda del ser.
Intento avanzar, pero no dejo de tropezarme con los terrones mal desarmados de la tierra apelmazada. El caballo, sin mover la cabeza, o moviéndolo imperceptiblemente a medida que también me muevo, continúa mirándome. Me estudia, me analiza, saca sus propias conclusiones que nunca sabré de qué forma utilizará.
Quién sabe lo que estará pensando, pero no deja de mirarme.

2 comentarios:

José A. García dijo...

¿Sueñan los caballos con banquetes de alfalfa?

Saludos,

J.

Frodo dijo...

Más que un caballo creo que era una yegua negra

Abrazo