En el ómnibus veo, entre la
gente, a una chica. Es alguien que creía poder recocer de alguna otra parte. Su
rostro parecía una combinación de otros rostros y una sumatoria de sensaciones
encontradas. Pero eso no era ni siquiera lo más interesante de la situación.
Tenía
una remera cubierta con letras góticas que dificultaban su lectura, además de
que es sabido que en los sueños no se puede leer, sino que se entiende lo que
se ve. Era llamativo y complejo, o era llamativo por ser complejo, o tal vez era
complejo por ser llamativo. Como sea, no podía dejar de mirarle la remera.
Llevaba, además, un peinado de esos que parece que no se han peinado en días, y
lentes negros que ocultaban la mayor parte de su rostro, por lo que era incapaz
de saber si se había percatado de la insistencia de mi mirada.
Cuando
me encontraba cerca de mi destino ella también pareció querer bajarse del
vehículo, se levantó de su asiento y se acomodó la ropa de forma tal que la
remera quedó por completo extendida sobre su estómago y pude leer/entender lo
que decía.
Estaba en
inglés, por eso no había reconocido las palabras al principio. Supe entonces que decía: Yes,
its hurt when I smile too.
Pensé
en preguntarle algo sobre frase, como un plan para comenzar una charla.
Pensé en
muchas cosas, pero ella bajó del ómnibus antes de que me decidiera.
4 comentarios:
Tal vez fue mejor así.
Saludos,
J.
O no, no podrás saberlo.
Saludos
Siempre es mejor así. ¿Sabés los años que me hubiese ahorrado el darme cuenta de que los encuentros callejeros no auguran nada bueno?
Hay un cuento de Cortázar de este estilo, pero que transcurre en el metro de París. "Manuscrito hallado en un bolsillo" creo que se llama.
Me gusta la idea de estos "sueños breves"
Abrazo!
La dejaste ir, al menos le hubieras preguntado por qué le dolía sonreir...
mariarosa
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