Camino por la calle, la misma que recorro cada mañana para ir a trabajar. Hay gente, como siempre, caminando en diferentes direcciones, haciendo sus cosas, mientras amanece. Siento el bolso sobre mi espalda intentando recordar qué día es porque, dependiendo de eso, mi camino varía.
Una mujer que caminaba unos metros delante de mí, se esfuma. Estaba allí y luego ya no lo estaba.
Continúo caminando sabiendo que aquello era algo que sucedía todo el tiempo; algo que se ve cada día. La gente estaba allí y, cuando volvía a mirar, ya no lo estaba.
Un hombre se esfumó en la vereda opuesta a la mía.
Un chico, vestido de escuela, que caminaba en la dirección opuesta, hizo lo mismo.
Entiendo que debería de estar asombrado ante algo semejante, al menos sorprendido por ver que ocurra de manera tan frecuente y sin que nadie más reaccione de modo alguno. Pero, sin variar mi camino, continúo caminando, como si cualquier cosa que hiciera luego de que alguno de ellos se hubiera esfumado fuera por completo inocuo.
—Al fin y al cabo —me digo convenciéndome de lo que sé de antemano—, las personas siempre se alejan.
3 comentarios:
Y pocos son los que regresan.
J.
Muy pocos si es que nadie.
Un abrazo
Este es el Sueño Breve que más me gustó, tal vez porque he tenido algún que otro sueño similar.
Felicitaciones. Todas las personas, tarde o temprano, se esfuman
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