Se quejaba de lo que ocurría cada noche; y
varias veces, según él. Cinco segundos antes de quedarse definitivamente
dormido, una sensación, un pensamiento, una molestia, una imagen, el eco de una
risa, una palabra mal pronunciada, algo, lo que fuera, por mínimo e inocuo,
volvía a despertarlo.
Cerraba
sus ojos, relajaba cada músculo —aunque era imposible hacerlo con todos, esa
falsa construcción verbal le permitía sentirse de ese modo—, y se preparaba
para descansar, para olvidar lo que sucediera durante el día, lo que carecía
por completo de sentido. Se preparaba, según su propio decir, para vaciar la
memoria inmediata de basura, algunas veces incluso hablaba de la memoria caché
de su cerebro. Sin lugar a dudas, décadas de lectura de mala literatura de
ciencia ficción habían hecho mella en su comprensión de la realidad.
Aún
así, cada noche, cinco preciosos segundos antes de dormirse, algo lo lanzaba de
improviso nuevamente contra la realidad. Una mirada, una palabra, cualquiera de
las cosas mencionadas en el primer párrafo, lo que fuera, en menos de lo que
demora un pensamiento, lo retornaba, a la fuerza, a la vigilia.
La
duda era cómo sabía él que se trataban de cinco segundos y no de otra cantidad mayor
o menor de segundos, cómo estaba tan seguro, cómo era posible que lo supiera si
nadie posee tanto autocontrol de cuanto sucede en su cabeza como para tener
tanta seguridad. Pero así lo aseguraba él, él podía saberlo, no se cansaba de
decirlo.
La
solución, la respuesta a la que había llegado para poner fin a su predicamento,
para dormir, finalmente, en paz y armonía consigo mismo, era, por lo pronto,
controversial. Podría usarse otra expresión para referirse a ella, pero tampoco
creo que vendría al caso. Estaba dispuesto a borrar, cada noche, su memoria. No
sólo los recuerdos truncos o los registros corrompidos por el paso de las
horas, sino todo lo que hubiera sido asentado ese día. Creía que, de esa forma,
podría dormir y recuperarse para el día siguiente, porque su único interés era
atravesar la barrera de los cinco segundos previos al sueño para descansar,
todo lo demás carecía de valor.
En
nada le importaba las implicancias de aquella acción. El dejar de acumular
experiencias, el ponerle límite al progreso de su aprendizaje, porque lo
olvidaría todo, la evolución de su sistema operativo —que algunas veces llamaba
personalidad—, poco le importaban. Y, por cierto, luego de decírselo media
docena de veces, tampoco era gracioso para nosotros detenernos a cada paso para
recordárselo.
Lo
dejamos proceder sin fijarnos en lo que hacía, sin preocuparnos por si dañaba
lo algo que no le pertenecía.
Intuíamos su fracaso. Más bien, lo
anhelábamos, al igual que lo hicimos con sus anteriores intentos. El pasado que
él mismo decía ignorar, o actuaba de manera en que lo hacía, creyendo que, de
ese modo, su nuevo intento, tendría éxito.
Lo dejábamos continuar, más que nada
porque se había vuelto sumamente molesto el escucharlo gimotear y sollozar por
el sueño perdido mientras el resto de nosotros, en los cubículos contiguos,
intentábamos, con frustrado estoicismo, lo mismo.
9 comentarios:
Hay quien dijo que el universo tiende al olvido.
Pero también están esos recuerdos que no se quieren ir.
Que molesto eso de despertarse cinco segundos antes de dormirse.
Saludos
la memoria es muy sabia, borra todo aquello que no nos hace falta para dar cabida a cosas nuevas... yo soy toda una experta
besos
Esos cinco malditos segundos en que vas cayendo al vacío -hoyo negro- de la inconsciencia y ¡Plas! Te despierta el algo que te detiene.
Un abrazo José.
Borrarlo todo puede ser la curación.
Besos.
Nada se borra. Todo deja su huella. Por los siglos de los siglos. Saludos.
querido jose
buenas noches que los ángeles te cuiden a vos y a tus maravillosas letras
Me entró un frío de laboratorio, de tubo de ensayo gigante.
El texto tiene tu marca registrada, pero me recordó a Huxley y a Borges, que no es poco J.
También un poco a los capítulos más tristes de Futurama
Abrazo!
Algunos días también deseo comenzar de cero.
Después me percato de que, en verdad, viviendo en donde vivo, ocurre de ese modo lo quiera o no.
Gracias por las visitas y comentarios!
J.
Es difícil resetearse completamente, el disco, es muy duro, muy duro ;)
Un abrazo, José.
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