domingo, 21 de mayo de 2017

36 Noches

Llevo 36 noches idénticas. 
   Algo que ningún médico cree posible. Ni los expertos en sueño, ni los que se inventan teorías sobre la psique con cada nueva consulta, ni siquiera los que se supone que sólo saben de otro tema pero igual se les pregunta, por si las dudas. En el caso en que creyeran lo que les contara, ninguno ha podido darme una explicación. 
   36 noches en las que un mismo sueño se ha repetido una y otra vez, siempre igual, siempre del mismo modo, siempre la misma situación, idéntico de noche en noche. Porque como si no fuera suficiente con el saber que ya no se encuentra entre nosotros, ha aparecido una vez más en mis sueños. Momentos que resultaban eternos, extensos, interminables, en los que lo único que hicimos, desde el primero hasta el último, fue hablar. 
   Hablábamos sobre las vivencias en común, aquello que nos había unido y lo que nos separara, el final del camino, los problemas y las realmente escasas alegrías. Logramos solucionar todos nuestros problemas, los reales, los que recordábamos haber tenido e, incluso, los que ni siquiera imaginábamos poseer; tengo la certeza de que en algunas de esas noches inventamos problemas inexistentes para poder solucionarlos. Cada uno de los aspectos de nuestras vidas fue puesto en tela de juicio, como quien dice, para ver qué de todo ello sobrevivía. 
   La sorpresa fue que casi todo lo hizo sin problemas. 
   Despertaba cada mañana con un dejo de tranquilidad que persistía durante horas. Si bien no recordaba las palabras exactas, ni los contenidos específicos de nuestras conversaciones, tenía la sensación de que algo bueno había surgido de allí mismo. Tal vez por eso pasaba parte del día buscando de qué hablar en la noche siguiente. Claro que, también, sabiendo que aquello no era del todo normal, acudí, luego de dos semanas de escenas repetidas, a diferentes especialistas. Siempre sin suerte. 
   Luego, cuando ya todo parecía haber sido hablado, comenzábamos a quedarnos largos períodos de sueño en silencio, mirándonos sin pronunciar palabra alguna —lo que significa el silencio, si lo pensamos bien—. Las noches se volvían, poco a poco, incómodas para ambos. Sabiendo que despertaría, viviría todo el día siguiente y, por la noche, volvería a aquel lugar, comencé a sentirme un poco menos tranquilo cada mañana, cada atardecer. El atisbo de sonrisa que se me dibujaba había desaparecido —así me lo habían hecho saber—. Esa tranquilidad que sintiera durante los primeros días duraba cada vez menos, si es que me acompañaba más allá del despertar. 
    En los últimos días tomó forma una idea de lo que debía hacer para poner fin a ésta situación, para poder continuar, para no quedarme anclado en el momento que pasó y jamás regresaría. Debía lograr despedirme, algo que nunca pude hacer, por ridículo que pueda parecer, por estúpido que me haga quedar, nunca pude despedirme. Pero nadie dice que sea sencillo decidir hacerlo y, efectivamente, realizarlo. La mayor parte de las cosas que se dicen y no se hacen es porque resulta mucho más fácil decir lo que nos proponemos que realmente ponerlo en práctica. Cualquier ser humano lo sabe. 
    Pero he tomado la decisión aún a costa de la poca voluntad que soy capaz de reunir, y ésta noche, la número 37 desde el comienzo de este extraño predicamento, me despediré y, de éste modo, la noche siguiente, podré ser capaz de soñar con otra cosa, algo diferente. Algo más allá de aquellos diálogos sin final.
   Claro que nadie puede asegurarme que, esta noche, volvamos realmente a encontrarnos.

14 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Tu relato tiene una intriga, quien es quien aparece en los sueños y de que se tratan esos dialogos.
Bien contado, colega demiurgo.

José A. García dijo...

Nada peor que la incertidumbre.

Nada.

Saludos tod@s.

Nos leemos,

J.

la MaLquEridA dijo...

36 noches seguidas soñando lo mismo. Se me ocurre que con quién sueña el protagonista es con él mismo
por eso después de tantas noches ya se ha dicho todo. Ni más que hablar.

Un abrazo José

jfbmurcia dijo...

Con lo bonito que es soñar siempre distinto. Ya la vida es bastante reiterativa. Saludos

mariarosa dijo...


Es difícil convivir con alguien en sueños, ya es bravo convivir en la vida real, en sueños debe ser peor.

Se me ocurre... y si hablan de política? En Argentina hay tema y se aburren, sigan con Brasil... puede que te de resultado.

mariarosa

JLO dijo...

Parece la película de Bill Murray, donde todo los dias lo mismo se convertía en una pesadilla... Buen relato, saludos 🙋...

AdolfO ReltiH dijo...

UNA SITUACIÓN QUE ALTERA LOS SENTIDOS.
ABRAZOS

Amapola Azzul dijo...

Nunca se sabe...
Besos.

ოᕱᏒᎥꂅ dijo...

o como la Canción: 19 días y 500 noches...
yo quisiera poder tenerlo a mi lado no solo 36 veces, sino infinitas...
besos

gla. dijo...

Yo creo que puedes dominar tu sueño...pues eres el dueño del sueño y así poder despedirte...ir a por otro sueño con mas acción que lo que sea...pienso que en realidad no quieres despedirte y es por eso que no lo haces...quieres seguir hablando y hablando
Es tu decisión
Abrazos

Frodo dijo...

Estupendo que el giro del final se de de esa manera y no rebelando acerca de quién se trata.
¿La etiqueta K.O. Técnico es por aquello que decía Cortázar sobre la diferencia de cómo deben ganar el cuento y novela?

Abrazo!

serafin p g dijo...

El despojo que propone el despido de las cosas, garantiza que con el acto también nos despedimos de una parte nuestra y eso es lo que cuesta afrontar: la autoamputación.

Un placer repetido con experiencias distintas el de leerte José.

Sera

Mara dijo...


Harás bien en despedirte, aunque seas tú mismo, si tu sueño es distinto aquí esperamos que nos lo cuentes. Un saludo.

José A. García dijo...

Tal vez algún día sepa qué fue lo que finalmente sucedió.

Gracias por los comentarios y visitas de tod@s.

Nos leemos,

J.