domingo, 14 de mayo de 2017

Mejor no pensar


La mañana siguiente sentía como si el descanso de la noche anterior no hubiera hecho efecto alguno. Persistían los mismos dolores, las mismas molestias, la misma sensación de incomodidad que sintiera durante la última semana y que le acompañaría el resto del día. Las delicias de la vida en sociedad, adulta y responsable, se dijo sin que sentimiento alguno se reflejara en su expresión.
            Mejor no pensar.
            Resultaba más fácil unirse a la corriente habitual de los acontecimientos, dejarse llevar, antes que enfrentarla, junto con el mundo entero y el universo que simulaban no darse cuenta de los problemas que afectaban a cada individuo. Al menos por ese día, lo mejor era dejarse llevar hasta que acabara el confuso —desastroso— despertar. Llegarían los días en los que la corriente se transformaría en un remanso y podría hacer en ella lo que quisiera. Pero, para la llegada de ese tiempo, aún faltaba.
            Con la mente en piloto automático, cumpliendo la rutina y el siempre idéntico trabajo, continuó con los mismos gestos, los mismos movimientos, las mismas respuestas ante similares situaciones y estímulos. Como una más de las innumerables repeticiones con mayor o menor sentido. Pero sabía la cantidad exacta, como en los once mil días anteriores; pero tampoco quería imaginar números.
            Mejor no pensar.
            Otros, todos, estarían haciendo exactamente lo mismo y sabrían disimularlo de mejor manera. De seguro ellos tenían el interés de que así lo fuera; de que no se reflejara en el exterior cuanto acontecía en el interior. De que lo imperturbable fuera lo falso y la desazón oculta la norma. Siempre en silencio, un secreto compartido en silencio por cada uno de todos los demás.
Y si la mañana comenzaba de ese modo, las sucesivas capas de cansancio, fastidio y vulgaridad de cuanto debía hacer y suceder, se acumularían sobre sus hombros agotándolo de tal manera que las pocas horas de sueño de la próxima noche tampoco serían suficientes para sentirse mañana, al menos en parte, un poco mejor.
            Mejor no pensar.
            Pero, por supuesto, nadie sabe lo difícil que es dejar de pensar para una mente, una cabeza, un cerebro, acostumbrado a saber que esa y no otra, esa y solo esa, es su función.
            Siempre puede intentárselo, lo difícil es lograrlo. Pero vale la pena intentarlo.
            Claro que, mejor, no pensar.

12 comentarios:

José A. García dijo...

Gracias por sus visitas. Muy domingo para pensar en otra cosa.

Nos leemos,

J.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Pero el descontento ya implica pensar.
Saludos, colega demiurgo

JLO dijo...

Relato opresivo, como si viviera en un loop del que no se puede liberar...

Me gustó... Y si, un relato muy de domingo 😉

Dyhego dijo...

Todos queremos, en algún momento, dejar de pensar. ¡Pero no lo logramos! Las ideas, o los problemas, vienen y cuando parece que se han ido, zas, vuelven y vuelven. ¡Qué desesperación!

Frodo dijo...

Menos mal que estoy leyéndolo hoy martes a la tarde. Si hubiese pasado por aquí este domingo, justo este domingo y pensaba ¡chau!
Menos mal, porque describiste muy bien esa sensaciones de cansancio mental, o tal vez físico, pero muy de domingo, de fin de fiesta de eterno retorno
Abrazo!

AdolfO ReltiH dijo...

SÍ MI HERMANO, A VECES ES MUY LÚCIDO NO PENSAR.
ABRAZOS

la MaLquEridA dijo...

Para los que piensan no existen los días de descanso.


Un saludo

gla. dijo...

Mejor no pensar...es difícil no pensar...dejar todo en blanco y que sea lo que sea...pase o no
Abrazos

serafin p g dijo...

Mejor no, es en si ya, linda paradoja expresada en texto.
saludos José!!

Sera

taty dijo...

Al contrario, seamos honestos con esa infelicidad colectiva. ¿Sólo entonces posible el cambio?

Abrazos domingueros.

thor dijo...

No pensar, ese juego al que los políticos socialistas les encanta que participe el mal llamado pueblo; con tal, están ganando una guerra imaginaria

Recomenzar dijo...

interesante tu texto
y los comentarios cada uno ve la vida desde su punto de vista...
es decir todo es
percibir
abrazo