He vuelto a recorrer tus calles luego de tanto tiempo
que ni siquiera pretendo especificarlo. La infancia apenas se acababa, y no
porque yo lo decidiera de ese modo, la última vez que pisé tus calles, sé que lo
recuerdas tan bien cómo yo lo hago.
Descubro
que perduran muchos menos árboles en tus aceras, el sol pega con demasiada
fuerza, con más peso, sobre mi nuca descubierta; sólo resta reponer los árboles
perdidos, con aquellos que guardo en mi recuerdo, pues los han quitado a casi
todos. Camino y veo en el recuerdo que allí supo haber un álamo, el otro lado
de acera lo ocupaba un sauce y, en la esquina, un tilo. También lo recuerdas, ¿cierto?
Un
edificio rectangular, impersonal, aburrido, gris, ocupa el sitio de una de tus
viejas casas, que podrían lucir viejas y desvencijadas, pero eran de la forma necesaria
para una familia. De la casona de la otra esquina tampoco queda rastro alguno,
otro edificio se levanta en su lugar, igual de gris e impersonal que el
anterior.
Las
casas que aún perduran han sido refaccionadas, remodeladas y pintadas tantas
veces que soy incapaz de distinguirlas. Seguro tú sabes cuáles son, pero yo no.
Han quitado los antiguos adoquines y
el asfalto inunda las calles. El tránsito ahoga tus sonidos, hay ruido
constantemente; tanto que ni siquiera puedo concentrarme para pensar para qué
fue que vine hasta ti.
Las viejas familias, si es que
alguna queda, serían incapaces de reconocerme, así como yo tampoco podría
hacerlo. El almacén, la tintorería, el repartidor de periódicos fueron
reemplazados y son, apenas, y como no podía ser de otro modo, recuerdos.
Has
cambiado barrio. ¿Tú también lo notas?
Tu
aroma ha cambiado, barrio viejo, viejo barrio, no sólo tu color o tu aspecto,
tu espíritu, si es que tal cosa existe, se ha ido, quizás al mismo momento en
que me marché; por eso es que aquello que pretendía encontrar ya no lo posees.
Pero el atroz recuerdo de lo que viviera en tus calles me impulsó a volver y
reconocer algún detalle en tu geografía, por ínfimo que fuera, que fuera mío y
sólo mío.
Entiendo,
quizá demasiado tarde como para ahorrarme el viaje de regreso, que si hubieras
sido mío, viejo barrio, barrio viejo, o tú parte de mí, nunca hubiera
abandonado tus calles. Así como tú no serías tan sólo un recuerdo, sino una
realidad. ¿Puedes entenderlo?
Aunque,
la verdad, ¿sabes qué? Al diablo contigo barrio viejo, viejo barrio. Tú no me
perteneces. Ni yo te pertenezco a ti. Tienes tu vida aquí, con otra gente que
te recordará en el futuro; y yo tengo mí propia vida en otro barrio, uno que sí
querré recordar, puedo asegurártelo.
Así,
pues, hasta nunca.
15 comentarios:
La mayoría de las veces, regresar, es innecesario.
Nos leemos,
J.
Hay veces es que es aconsejable decir hasta nunca.
Bien planteado, colega demiurgo.
Volver a un lugar que no se visita desde hace mucho tiempo es como viajar al pasado. Todo huele a nostalgia.
Los regresos suelen ser desalentadores: nada está como uno lo recuerda, por eso es mejor dejar el pasado en el pasado.
Muy bien descripto el sentimiento de frustración.
Muchos saludos, José.
Un tango que al final se retoba, me gusta!
saludos José!
¿Porqué siempre el recuerdo es mejor que el presente? es sorprendente tu narración aunque si lo veo desde mi prespectiva del recuerdo, yo pongo el presente sobre mis recuerdos.
Saludos cálidos desde un norte frío.
Es así, los barrios cambian y nosotros también. Bonita entrada José, sentimental, hasta que llegó el final y dijiste, basta y chau.
mariarosa
Y aunque el lugar sea mismo, nosotros ya no lo somos...
Como suele decir mi peque ¡A la porra, ya no me gusta! :))
UN beso y tu cafelito de hoy.
Hace 32 años que vivo en éste barrio....y lo peor es querer huir y todavía estar aqui...
Por una parte nostalgia.
Por otra parte no querer recordar.
Besos.
yo vivo en un barrio viejo y protegido, en La Judería, aquí nada cambia y no dejan cambiarla... parece que no pasan los años por aquí, excepto porque envejecemos los habitntes...
besos.
HUy! que melancolía! Menos mal que terminó como no lo esperaba.
Buen relato!
Lo de ls árboles que ya no están me dejó knock out! Me hiciste recordar algunos viejos árboles extintos y también pensar en aquellos hermosos jardines llenos de plantas que se convirtieron en garages.
Yo cada tanto vuelvo, como diría el tango, a la casita de mis viejos, y me encuentro con las pequeñas variaciones que los vernáculos no parecen percibir.
Abrazo!
Suele pasar que lo que se recuerda no se parece en nada a lo que uno encuentra con el pasar del tiempo...
Me recuerda un pasaje de "Las memorias de Mamá Blanca", uno de los pasajes más hermosos que he leído sobre la nostalgia. Me ha gustado mucho el giro que has dado al acertar que después de todo, el viejo barrio tiene su vida con otra gente que lo recordará en el futuro.
Abrazos!
Gracias a tod@s por las visitas, comentarios e interpretaciones sobre un texto con tan mala construcción. Espero tener la habilidad suficiente para mejorar con el tiempo.
Nos leemos,
J.
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