Podría comenzar diciendo esto mismo de alguna
otra manera, pero lo cierto es que en este instante la manera ideal de hacerlo
escapa de mis posibilidades. Ese es, también, uno de los límites a los que
pretendo hacer referencias.
Cada uno de nosotros se encuentra
limitado, no sólo social, económica y políticamente (por no mencionar las
limitaciones culturales, claro), sino de un modo mucho más orgánico, por
denominarle de algún modo. Límites insalvables como las piedras en el camino
para vehículos con mala tracción, como una corriente en la dirección contraria
para un barco a vela, y alguna otra metáfora que ni siquiera quiero pensar. Límites
que nos demuestran que hay cosas, hechos, formas, situaciones, para las cuales
el hombre no está, ni estará preparado.
Pero lo que el común de las personas
desconoce es que los límites existen de a pares, a cada uno le corresponde su
contrapartida. Si quisiera realizar una comparación que solamente tuviera en
cuenta el aspecto físico externo del objeto y no la filosofía que le dio lugar a
dicha idea, diría que los límites son como en yin y el yang. De este modo lo
entenderían aunque no sabrían muy bien explicar por qué.
Años de investigaciones rebuscando
en colecciones documentales antiguas, esos trastos que solían llamarse libros;
años de consultas con los sabios de las ciencias alquímicas del dolor y el
sabor, me han llevado a la conclusión de que solamente hay una mínima serie de
pares de límites que son realmente los más importantes. Los que más afectan
nuestra existencia son solamente siete. Claro que también existen límites
secundarios, que son como los preavisos de dos semanas antes de los despidos, o
el hambre, o la intensa sensación de malestar cuando suena un tema de reggaeton
por cualquier medio de reproducción disponible, pero no son ni de cerca tan
brutales como los siete límites capitales.
Ellos son:
El Cansancio y el Descanso (cuyo
exceso resulta evidentemente mortal).
La
Ignorancia y la bienintencionada Sabiduría (siempre por partes iguales).
El Dolor, tanto como el Placer
(aunque la mayoría de las veces se los confunda).
El Miedo, junto con el innecesario Valor
(no podría ser de otro modo).
El
Error y el inesperado Acierto (que nos lleva a creer en nosotros mismos).
El
Amor y el Odio más acérrimo (usualmente mal dirigido en ambos casos).
La
Muerte y la Vida, como no podía ser de otro modo, si es que saben entender.
Esto
solamente para no pensar en las infinitas posibilidades de combinaciones (que
no son infinitas pero suena muy bien al decirlo en voz alta), cuando estas
parejas intercambian uno de sus componente por el de alguna de las otras. Casi
que se parece demasiado a un espejo de la vida real, solo que no lo es.
La
cuestión de los límites es que, en definitiva, sin ellos no seríamos
ilimitados, como la mayoría de los imprudentes e insensatos tienden a creer. Al
contrario, formaríamos parte de ese conjunto de seres inconcientes de sí mismos
que pululan por las ciudades con forma de humanos pero que, mirándolos directamente
al reflejo de sus ojos sobre las pantallas de sus celulares, nos percatamos de
que no son más que cáscaras vacías.
Los
límites están ahí, la cuestión no sería tanto como escaparse de ellos, sino
encontrar la forma de correrlos, cada día, un poco más lejos, un poco más allá,
hacia los lugares esos donde todavía no hemos llegado. Ese es el gran reto de
la existencia.
Claro que nadie dice que sea fácil lograrlo.
11 comentarios:
Buenas... Me veo obligado a actualizar un martes y no un domingo como venía haciéndolo, ya que el mediocre servicio de mi proveedor de internet se asustó por la lluvia del sábado y solamente ha regresado el día de hoy (y no todo el día). Así que intentaré ponerme al corriente con mis lecturas habituales.
Nos leemos,
J.
Pero eso límites son más bien el condimento de la vida. Muchos de esos condimentos me suelen caer mal, pero en algún momento volvo a probarlo, y así será, hasta que traspase y límite y llegue al de la muerte.
Saludos.
Todo en pequeñas dosis, menos la muerte, jajaja.
Salu2 vivos.
Entiendo las cuestiones de los límites...tanto para cada uno como para los otros
Límites que en realidad no sabemos dónde están...hasta dónde llegar y parar para no ir en contra de nosotros mismos
¿Cómo saber que soy una imprudente e inconsciente que no distingue mis propias limitaciones?
Tal vez no pueda salir de mi propia estupidez o no pueda parar (queriendo o no hacerlo)
Quizás ni siquiera me conozco y menos conozco el límite sin caer en el abismo y mi propia destrucción
Y...¿si cada uno dibujara sus propios límites a conveniencia? sabemos que eso lo hacemos la mayoría y aquí está la imbecilidad en donde todos estamos inmersos...siempre
Sin embargo me gustan esos límites que vamos extendiendo a medida de nuestros esfuerzos
Me gustaría saber mas o tal vez comprender mas tu texto
Un abrazo
Y todo porque somos unos contreras, me has sorprendido con tus conexiones entre los opuestos, así es la existencia del hombre.
Saludos.
y los límites, los imponemos o nos los imponen?
porque a veces se confunden ambas cosas....
besos
Tao.
Un abrazo José
Muy buena entrada, creo que le quisiste dar algo de humor, pero te salió algo serio y real.
Entre mis limites, esta el de no alcanzar los limones del árbol, o yo soy petisa o el limonero muy alto, creo que es lo primero. No logro editar libros, no me da el cuero, el cuero de la billetera que de tan flaco se pega. y tantos otros limites..... que no vale la pena y no te deben importar.
Saludos.
mariarosa
Se podría decir entonces que tu proveedor siempre atento a lo que escribes y para que sepas que está ahí, expectante, corrió un poco el límite.
Interesante ensayo.
Me gusta pensar en los límites no como una línea sino como una franja imaginaria que hay que correr. Pero claro, esto es también limitar el pensamiento.
Abrazo!
Interesante idea de que los límites vienen de a pares.
Saludos.
Muy pero muy interesante. ¡Saludos!
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