Ignoro si esta ha de ser la mejor forma de
comenzar a relatarlo. Pero, lo cierto es que de todos los intentos anteriores
nada se rescata. Quedará, pues, librado a mi pericia o impericia con las
palabras.
Ahora
vendría la parte en la que me presento. Pero no creo que ello sea necesario, así
que lo evitaré. Esto no quiere decir que intento sustraerme de la historia,
sino que lo importante de aquello que pretendo contar se encuentra en otro
lado, en algo sumamente ajeno al hecho de que sepan quién se esconde detrás de
tantas palabras.
Evitaré,
también, dar muchas especificaciones acerca del lugar o el momento en que
sucedió, para que los detalles no nos distraigan de lo realmente importante de
los hechos. Un relato sobrecargado de descripciones o que remita constantemente
a los sentimientos del lector, logra, entre muchos otros problemas, desviar e
interés desde lo importante y principal hacia lo nimio como la empatía y cosas
similares que carecen de valor literario.
No
hablaré, pues, de las condiciones emocionales con las que me encontraba
lidiando en aquel momento. Para que ello no sea visto como un intento de
justificación de los acontecimientos posteriores que, en definitiva, son lo que
realmente importan.
Las
descripciones superfluas, de ropas, peinados, las últimas aplicaciones de moda
en celulares y muñequeras, el cambio climático, el nuevo grito de la moda de
hacer silencio durante días, y la ley que permitía la venta libre de
antidepresivos estarán ausentes. Sé que igualmente lo notarán al tener la
oportunidad de leerlo, pero querría remarcarlo.
Los
hechos, sólo los hechos y nada más que los hechos, como siempre lo supo el
vilipendiando Leopold Von Ranke. Los hechos, en donde radican las respuestas a
las preguntas jamás formuladas; así ha de ser, o así debía de ser siempre. De
ésta forma el hombre se ahorraría muchísimos dolores de cabeza, así como en
otras partes de su anatomía.
Sin
lugar para las teorías freudianas, lacanianas, jungianas, einsteinianas y
macanianas; y también, por supuesto, sin sal agregada. Porque sabido es que
hacen mal a la salud si se las utiliza indiscriminadamente.
Tras
tan extensa introducción, necesaria para el correcto entendimiento de los
hechos, puedo decirles qué fue lo que en verdad sucedió hoy. Lo cual puede
sonar muy sencillo, pero nunca lo es, pero, por cierto: Me quedé dormido.
8 comentarios:
Espero que sepan entender lo que implica ese hecho.
Saludos,
J.
Puede ser que me haya pasado alguna vez. Pero prefiero mantenerlo en la ambigüedad. Así que podría ser que no.
Saludos.
Guauuu,!Qué lío de palabras!!!Martha
Como lectora, los hechos no son lo que más me fascina en un libro. Yo busco magos de las palabras. Aunque no me cuenten nada. Un buen ejemplo es la gran ALice Munro. Esta mujer escribe como los ángeles pero casi nunca cuenta algo.
Besos
Espectacular! Me tuviste en ascuas hasta la últimas tres palabras.
Me has hecho reír bastante, con eso de las macanianas y la sal agregada.
Creo que supiste distribuir muy bien las palabras para que la emoción y velocidad del relato tomen mucha fuerza sobre el final.
Felicitaciones, un texto muy bien logrado.
Abrazo!
El exceso de detalles cansa, pero la ausencia de datos desconcierta.
¡¡La gran siete, tanta vueltas para decir que te quedaste dormido!!
Sos original, no se puede negar.
mariarosa
Romper la cuarta pared con un texto, es a mi modo de ver algo complicado, pero te digo una cosa muy honesta. Te quedó mucho mejor que cualquier texto escrito por algun "socialista radical vegano que escribe textos políticamente incorrectos para despertar a las masas de la opresión" que tanto pululan en la internet o en el peor de los casos, mejor que el guión de Evangelion (hablando de productos del Japón, la serie Kimagure Orange Road lleva años cerrada en su país natal con 18 tomos y varias novelas que cierran el ciclo, es decir no sigue saliendo material nuevo de la misma)
Eso si, esa bendita condición de quedarse dormido donde sea...
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