La multiplicidad de proyectos a la que me
impulsa el hecho de sostener demasiados pensamientos al unísono, como comentara
la semana pasada en la entrada anterior, lleva a que en verdad ninguno de esos
proyectos se desarrolle de la forma esperada. Claro que no se puede sostener el
impulso de pretender escribir tres novelas diferentes al mismo tiempo, pensar
en una idea patrón a partir de la cual recopilar los cuentos escritos en los
últimos años (y en consecuencias revisarlos para que se ajusten a dicha idea), queriendo
mismo tiempo continuar participando en los concursos literarios de los que llego
a tener noticias. Algo de todo ello quedará sin hacerse, mucho más será lo que quedará
hecho por la mitad y muy poco finalmente se concretará.
La
cuestión es saber encauzar las energías de la manera adecuada para que nada se
desaproveche, nada pase a segundo plano porque lo que importa en el momento es
lo que se está haciendo y no lo que se tiene que hacer después. Evitar la
distracción, evitar el despilfarro de atención, evitar el querer estar en más
de un lugar al mismo tiempo. Suena como algo sencillo, concentrarse en una
única cosa a la vez; lo difícil es ponerlo en práctica.
La
semana anterior terminé un trabajo de investigación en historia que tenía
pendiente desde el año anterior, tan sólo llegué un año tarde, pero bueno, son
cuestiones de calendario, no de proceso de construcción del conocimiento (es lo
que me digo para justificar el por qué de mi demora). ¿Cómo lo hice? Me obligué
a trabajar una cierta cantidad de días y horas hasta terminarlo, y a no hacer,
leer ni ver otra cosa que no fueran los materiales necesarios para ello.
Atiendan al verbo elegido: obligué.
Luego de ello acabé derrotado varios
días en cama tras haberlo entregado. Pero lo hice, lo terminé. ¿Podría volver a
intentar algo similar con los otros proyectos literarios? Entendiendo que
historia y literatura no son, nunca fueron ni serán, lo mismo, es de suponer
que el método de trabajo aún cuando luzca similar, no es idéntico. También
tengo que tener en cuenta que antes no me planteaba este tipo de interrogantes,
sino que las cosas fluían de otro modo. ¿Hay que escribir algo? Bueno, se
escribe y ya.
Pero
en este año, el dieciséis desde que comencé a escribir metódicamente, solamente
logré darme cuenta de que ignoro muchas más cosas de las que pretendía conocer
sobre ese arte tan curioso que es escribir. Puede ser algo bueno el reconocer
las propias limitaciones, porque conociéndolas es posible atacarlas hasta
vencerlas, tan sólo que hay que estar predispuesto a ello.
Me
refiero a reconocer los problemas y errores, esa es la parte difícil, admitir
que no somos perfectos; la segunda parte de la oración es, en definitiva, la acción
más sencilla.
Construimos
nuestras propias trabas y después nos negamos a reconocerlas como tales; como
una construcción que debe desmontarse para continuar adelante; como un
paradigma científico que fue útil en un momento, pero que ha de ocupar su lugar
en el museo o en el olvido, pero nunca en medio de la vida. ¿Será que encontré
mi límite? ¿Será que a partir del año diecisiete que se acerca semana a semana
lo único que podré hacer es concentrarme en un único proyecto a la vez?
Tal
vez vaya siendo el momento de dejar de cuestionarse tantas cosas y en verdad
comenzar a hacer algo. Diez páginas es cuanto logré escribir este año, tengo
una novela empezada y abandonada, dos ideas que no sé si van a ser novelas,
guiones de historietas o fracasos, y una docena de cuentos a los que debería
concluir o dejar que pasen a mejor vida (es decir, borrar el archivo). Hay
mucho para hacer, necesito una brújula para guiarme en el fárrago de palabras
que he construido, un laberinto en el que su único habitante (que no es otro
que yo mismo, por si no queda del todo claro) no pretende huir.
¿Se
estará muy cómodo allí dentro?
La imagen no tiene nada que ver con nada, es un
Liquidador de la zona de Chernobyl,
que se encargaban de recuperar aquellas cosas útiles de la zona de desastre y
de desechar todo lo que la radiación hubiera dejado inservible. Supuestamente
la fotografía es de 1986, si podemos creerle a la red, claro. El nombre del
trabajo es lo que más me llamó la atención.
10 comentarios:
Puedo entender que es eso de tener varios proyectos al mismo tiempo, que se quitan tiempo mutuamente, con el riesgo de no concretar ninguno. En mí caso, alguno es no elegido por mí, algo que prefiero no mencionar.
Y entiendo lo de sospechar lo de llegar al máximo nivel de algo. Pero prefiero desestimar este pensamiento.
No noto fallas de estilo en las entradas que escribís, están bien escritas.
Los laberintos están bien mientras se conozca el patrón matemático que ayude a salir. O se cuente con una Ariadna.
Saludos.
Escribir, probablemente, no sea otra cosas que intentar hacerlo.
Se me ocurre después de leer tus peripecias para lograr escribir, que podrías ser un liquidador de tu propio archivo, es decir, ir buscando cuanto hay de interesante en el, que te puede servir para insertar en tu novela y mientras vas liquidando, vas trabajando con tu novela.
Tal vez es una locura, pero, es cuestión de pensarlo.
mariarosa
Algunas decisiones se hacen con descuido quizá, porque nos han enseñado los caprichos que hay prioridades. A muchos les interesan los concursos, las becas, los mecenas y el reconocimiento. En base a eso dirigen sus proyectos. Otros en cambio, nos convencemos de que no necesitamos todas esas cosas para escribir, nos basta con la magia del momento, y a todo eso culpamos cuando la falta de lectores se hace evidente. Lo bueno sería encontrar el equilibrio, uno personal, claro. Hablando de límites, tengo algo por allí al respecto que se cocina lentamente.
Saludos.
Como te comenté en la entrada anterior,tal vez sea el momento de dejarse llevar por las sensaciones (un poco) y ver si es una buena brújula. Luego sí encauzar la maraña de ideas mediante la razón.
Me gustó tanto la imagen como el nombre. Tan así que me puse a buscar más imágenes de liquidadores. Impresionantes
Gracias por desasnar
Abrazo!
ENFOCAR VARIAS COSAS A LA VEZ, PUEDE SER PROBLEMÁTICO PARA TU SISTEMA NERVIOSO Y CREO QUE ES DIFÍCIL LLEGAR A BUEN PUERTO ,AUNQUE POR TU CAPACIDAD LO LOGRES, MARTHA
¿Cómodo el laberinto interno? ¡Jamás! Por eso es que nos inventamos las distracciones, el Facebook y todo aquello...
Abrazos.
Una vez una señora me dijo: no abras mas cajones de tu alacena interior. Deja de abrir cajones y empezá a cerrar los que dejaste abiertos. Le hice caso y no veas lo bien que me hizo. Suena a autoayuda pedorra, pero de verdad, pensalo.
Gracias por las visitas y comentarios, como siempre, resultan ser mucho más interesantes que la mayoría de lo que escribo en estas entradas.
Nos leemos,
J.
A veces es bueno tener muchas ocupaciones distintas porque nunca se sabe si nos puede venir bien un punto de vista diferente. Supongo que es cuestión de disciplina y de capacidad. Yo me bloqueo si tengo muchas cosas que hacer.
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