domingo, 21 de febrero de 2016

Las aventuras intergalácticas de los sobres de ketchup caducos.

Capítulo 24 – Del adiós


Una fuerza imposible de negar, que los atraía sin posibilidad de hacer nada, llevaba a los sobres de aderezo caducados en un antiguo mes de abril, y en un olvidado mes de octubre, hacia un sector del cosmos donde estrella alguna brillaba, donde el movimiento parecía ser cada vez más lento pero más extenso; y, ellos, sólo podían esperar.
            —Se hace más fuerte por momentos —dijo el ketchup de abril.
            —Y más débil al siguiente, lo sé —respondió el otro sobre de aderezo.
            —Nos acercamos a algo inmenso, algo que no responde a nuestra realidad ni a nuestro tamaño.
            —Nada de lo que hagamos ahora evitará que caigamos en él —dijo el ketchup de octubre resignado y amargado como un tomate rancio—, aunque nunca hemos podido hacer mucho, claro.
            —¿Caer en él? ¿Sabes hacia dónde nos dirigimos? —preguntó el ketchup de abril.
            —Es un agujero negro, el gran misterio del cosmos, donde el tiempo se condensa y el pasado, el presento o el futuro confluyen en un mismo punto. Hacia allí nos dirigimos.
            —¿Estás seguro? —preguntó el ketchup de abril con un dejo de tristeza en el tono.
            —¿Sientes como cada vez nos atrae con mayor intensidad? —preguntó el ketchup de octubre.
            —Lo percibo sobre mi envoltorio.
            —Por eso mismo, estoy seguro. Una vez dentro, nadie sabe lo que puede suceder. Tal vez vayamos a morir, o a renacer, o a ser otro tipo de seres, en otra realidad.
            —Ojalá no nos condenen a ser humanos —dijo el ketchup de abril con verdadera preocupación en su voz.
            —No lo sabremos hasta que no hayamos pasado por él; pero, creo, que el que tú mencionas es un castigo demasiado cruel. Como sea, no creo que del otro lado continuemos juntos —respondió el ketchup de octubre, ¿era pena lo que se oía en su voz?
            —Entonces esto es una suerte de despedida —dijo el ketchup de abril.
            —Quizá para siempre, quizá por más tiempo —dijo el ketchup de octubre.
            —Buena suerte —dijo el ketchup de abril que apenas oía las palabras del otro sobre de aderezo caducado ahora que la separación entre ellos crecía en distancia tanto física como temporal.
            —Buena suerte para ti también —creyó responder el sobre de aderezo de octubre sin tener la certeza de haber sido escuchado o, siquiera, de haber pronunciado dichas palabras.
            La fuerza de atracción creció, el tiempo se concentró sobre ellos, fueron aderezo y fueron tomates. Fueron planta y fueron semilla. Fueron la potencia de una nueva vida y un sobre de plástico que los contenía. Fueron todo eso y más, porque nadie, salvo ellos, sabe qué es lo que se encuentra del otro lado de un agujero negro. Nadie.

3 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Y tal vez en el horizonte de sucesos se transformaron en información.
Es lo poco que he podido entender de los agujeros negros. Cada vez entiendo menos de la nuevas teorías científicas.
Saludos, colega demiurgo.

censurasigloXXI dijo...

Qué bueno ese volver atrás, aunque no sería lo mismo que renacer en realidad.
Estaría bien que la muerte fuera algo así.

¿Y ya está? ¿Ya no me contarán otro día sus divagaciones? ¿O están de camino a ninguna parte?

Oh.

No sé si dejarte el café, me quedé apenada, jajajaa.

Un beso y tu cafelito.

la MaLquEridA dijo...

Sepa la bola que habrá del otro lado, ningún sobre ha regresado para contarlo.


Un saludo