Semana Catorce
Habrán sucedido, sin ninguna duda, un número
ilimitado de acontecimientos, de mayor o menor envergadura. Pero, como ninguno
de ellos se parece a lo que pretendo que sean mis días, que es continuar
escribiendo y no hacer nada más que escribir, alimentándome y respirando
puramente literatura, el no poder hacerlo es como si nada hubiera ocurrido.
La semana simplemente se escurrió
hacia el fina de su carrera y cuando quise darme cuenta ya era domingo por la
noche y el ciclo se encontraba pronto para su reinicio. Esa es la verdadera
excusa de porque no hubo actualización la semana anterior; algo que no vale de
mucho explicar, por la relativa falta de interés general, pero que a veces es
mejor dejar en claro.
Terminé de leer un libro sobre
historia nacional, pésimo de por sí, pero tenía que leerlo para entender cómo
es posible que algo semejante haya llegado a publicarse. Pronto haré una reseña
sobre el mismo, porque de tan malo es necesario avisarle a los posibles futuros
lectores sobre el mismo para que no cometan el mismo error que cometí yo, que
fue el pagar por el libro.
Semana Quince
Continúa la sequía; una que poco tiene que ver
con la cantidad de lluvia caída durante la estación (que no ha sido poca
tampoco), sino con algo igualmente necesario para mi vida pero que se encuentra
tan ausente que comienzo a pensar que quizá deba hacerme a la idea de que lo
poco que tenía se perdió irremediablemente. La última vez que pude dedicarme a
escribir un par de horas continuas sin interrupción fue en el lejano mes de
mayo; seis meses después, aún recuerdo ese día como uno de los más interesantes
del largo otoño que éste año vivimos en este rincón del mundo.
Una mala interpretación del mito de
Pandora nos lleva a creer que la esperanza es lo último que se pierde porque es
lo último que quedó en su lugar luego de que Epimeteo abriera el ánfora donde
los males se encontraban encerrados. Lo que nos olvidamos al repetir frases y
refranes tan viejos y cristalizados como el anterior, es que la esperanza
formaba parte de los males que los dioses griegos habían alejado de los hombres
y que ellos mismos, personificados en Epimeteo (cuyo nombre significa pensar
después o luego de las acciones), volvieron a dejar en libertad.
Por eso mismo, aún espero, sin tener
noción del tiempo que ha de transcurrir, a que eso que alguna vez supe hacer,
retorne con toda su gloria y volver a escribir durante horas, incluso días, sin
que nada más que el hambre o el sueño interrumpa mis funciones. Todo lo demás,
en esos momentos, se torna necesariamente secundario.
Les dejo otra foto que tomé hace unos días en
la ciudad:
6 comentarios:
Pinta que será un año muy denso y aburrido...
Saludos
J.
Me gusta la foto.
Comparto deseos, una de mis ambiciones es dedicarme casi exclusivamente a escribir y hacer historietas, tener los conocimientos e inspiración para hacerlo, oportunidad de demostrarlo.
Y que el resto sea placentero, que me ayude a tener inspiración.
Lo de los malos libros de historia es algo que debes saber más que yo.
Por fin alguien que cuenta bien el mito de Pandora, algo que interpretan mal incluso en libros para mitos, no muy eruditos, sino para difusión escolar.
Es que sos un demiurgo leído.
Saludos.
¿Alguien podría haber rechazado a Pandora?
Casi que lo entiendo a Epimeteo.
Cómo tener tiempo para dedicarse sólo a escribir? Tus pretensiones son demasiado grandes, para eso tendrías que vivir en un país donde se puede vivir sin trabajar o que con un sólo sueldo alcance.
José: eres bastante inteligente para saber que eso no se puede, ni aquí ni en la China, amén que encuentres una esposa diputada o integrante de algún gran partido político y que ella te mantenga.
No te olvides de agregar el titulo de ese libro de historia, para no caer en sus redes.
Un abrazo.
Escribir y escribir, grandes pretensiones las tuyas, seguro encuentras la inspiración.
Para dedicarte a lo que te gusta necesitas dar el primer paso: escribir para las masas, tendrás éxito sin dudarlo. Best Seller de José A. García. ¡Llévelo, Llévelo!
Después de agotada la primera edición vendría la segunda luego la tercera y... olvídalo. Ya casi nadie compra libros. Ni modo, sigue soñando.
Saludos
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