domingo, 13 de septiembre de 2015

Año Dieciséis, Semana Nueve

Esta semana podría llevar como título: El ataque de la gripe, lo que daría una imagen muy cercana a la realidad de cómo resultaron los días anteriores. Más aún teniendo en cuenta que la labor docente no contempla, al menos en Argentina, ni siquiera como posibilidad, el hecho de que un docente es una persona, es decir, un ser humano (aún cuando según los estudiantes muchos tan sólo lo aparenten), y, por ende, uno puede enfermarse.
            Un docente se puede tomar un día o dos por enfermedad, pero es tan complicado conseguir el certificado médico con los sellos correspondientes, las firmas debidamente notariadas y el mapa con la ubicación del tesoro nazi, la sangre del último dragón hembra en libertad en los montes del norte del Himalaya y la primera edición de las Memorias de Sócrates, que lo mejor es ir a los colegios a trabajar enfermo y propagar la enfermedad a todo quien se acerque. Y son muchos si tenemos en cuenta a los otros docentes, al personal de limpieza, los auxiliares, la gente que trabaja en el buffet (si la escuela tiene uno, por supuesto), el portero (o la portera), los directivos y, también, claro, los alumnos. Situación no difiere ni en la benemérita escuela pública ni en la tan despreciada por algunos, escuela privada.
            Por suerte, y esto no es un decir, el viernes por ser el día en el que se celebra el paso a la inmortalidad (para que aprecien lo bien que aprendió a utilizar los  eufemismos la escuela…) de Domingo Faustino Sarmiento, quien en Argentina es importante para la educación. ¿Qué ganamos con eso? Que el día de su muerte los docentes tenemos el día libre, establecido en el calendario oficial y que a pesar de los intentos de los últimos años por quitarlo todavía no han podido. Con lo cual tuve un día más para reponerme. Pero esto quiere decir que la semana fue nula en el aspecto creativo. Algo que viene repitiéndose en los últimos meses.
            Lo que resulta más ilógico aún es que el discurso habitual del estado deplorable de la educación culpa a los docentes que son, en este engranaje, la parte más expuesta y más desprotegida, de todo el sistema. Sin recursos en las escuelas porque el estado no envía fondos suficientes, sin materiales didácticos con los cuales trabajar por el mismo motivo que el anterior, sin interés por parte de los alumnos que ven en la educación una pérdida de tiempo (hasta que ya es demasiado tarde para cambiar de opinión), con el desprecio de los padres que ven en la educación una carga de la cual no les interesa formar parte, con la persecución policíaca de los directivos que siempre ansían que los docentes hagan más y más trabajo por el mismo magro sueldo, la lupa de los medios de comunicación que repiten las ideas de quienes no forman parte de la ecuación de que todo está mal y que vamos rumbo al fracaso, y una acumulación de factores continua que es imposible de numerar.
Se puede faltar un día al trabajo por tema de salud y pero si al día siguiente no hay forma de demostrarlo, porque el certificado médico no aparece por arte de magia, te descuentan la mitad del sueldo correspondiente a ese día. Si pretendés ir a un hospital público, a la guardia, si no está saturado de gente esperando y con personal insuficiente, al llegar tu turno para que te atiendan te aclaran que la provincia (de quien depende el hospital, al igual que las escuelas) no les permite entregar certificados de atención con validez laboral.
            Entonces, la Provincia te exige que lleves un certificado médico de un hospital público para certificar la ausencia, pero los hospitales no dan certificados con validez laboral. ¿A alguien más le suena un poco a Kafka todo esto? Ese es el mayor problema de la educación, y de la mayor parte de las dependencias públicas, la falta de coherencia entre lo que una exige y lo que la otra puede otorgar.
            Pero no todo es negativo, aún cuando lo parezca leyéndome. Me queda la esperanza (aunque leve, es cierto) de haber contagiado a algún que otro alumno y que éste, a su vez haya contagiado a otros y, cuando regrese a dar mi clase semanal, me encuentre con la mitad de los estudiantes ausentes por culpa de la gripe…

Pd: Si encuentran un reloj como el de la imagen, y que funcione, ya saben, me lo hacen llegar.

3 comentarios:

Noelia A dijo...

Buenísimo texto. Mucho supongo que es autobiográfico y bien actual. Me ha gustado mucho la forma en que expusiste el tema. Un gusto pasarme por acá. Un abrazo

thor dijo...

Algo similar me cuentas mis amigos profesores, en concreto uno, que da clases de inglés en una institución llamada para sistema, aqui en Venezuela un para sistema se define a las instituciones donde la gente asiste a terminar su bachillerato y la mayoría que he visto son entes privados, y en una academia de inglés.

A riesgo de equivocarme, tanto en la tierra de Gardel como en la cuna de libertadores, la labor docente es tratada con doble discurso. Por un lado el gobierno de turno la adula y por otro el mismo gobierno se pone con payasadas con la misma. Pareciera que quieren gente inculta, bruta y sin conocimientos con el fin de mantenerse en el poder.

Yo estoy ejerciendo mi carrera por mi cuenta y dado el estado de la economía de los bolsillos de los ciudadanos de la cuna de libertadores, mis servicios no son necesarios hasta nuevo aviso.

La burocracia te hace buscar esos requisitos tan dantescos con el fin de que te desanimes o para que les des unos centavos al primo del burócrata con esto de las fotocopias, con la finalidad de hacerte perder las ganas de volverte a enfermar.

PD: Entre las razones por las cuales me agrada spiderman, se encuentra una muy interesante. Es el enemigo número uno del presidente actual de Venezuela

la MaLquEridA dijo...

¿Ta has dado cuenta de algo? Te quejas de no tener tiempo para escribir y sin embargo lo haces. Eso si tus textos son cada vez más cortos. Algo es algo.

Abrazo