lunes, 21 de septiembre de 2015

Año Dieciséis, Semana Diez

Esto tendría que haberse publicado ayer, domingo, pero no hice a tiempo.
Intenté construir un reloj que contuviera más horas que las habituales, la cantidad exacta que necesito para ser y hacer cuanto me propongo. Pero las convenciones del día de 24 horas, el año de 365 días y los doce signos del zodíaco, impiden los cambios. La inercia de lo que ya existe nos lleva a creer que la vida ha sido siempre del mismo modo en que la conocemos en la actualidad. Por eso mismo creemos que si las fotografías de principios del siglo XX eran en blanco y negro se debe a que ellos aún no conocían el color.
            Nosotros sí conocemos los colores.
            El color de la sangre, el del odio y el de la desesperación. El color de la envidia, los anhelos frustrados y los celos desmedidos. Colores que palidecen cuando algo, lo que sea, no sucede como pensamos que debían de hacerlo.
            ¿Conocemos el color? La rutina dice que no, ya que la repetición incesante de gestos, palabras, rencores y dolores desluce incluso a los metales más nobles y brillantes.
            Dicen que los sueños también pueden morir, si bien es un tema en el que nadie quiere pensar creyendo que de esa forma se torna más verdadero. Quizá sea porque cuando muere un sueño muere, también, un poco el soñador que no sabe desprenderse de ellos en el momento justo. Algo que a la inversa nunca sucede, los sueños concretados sobreviven con creces a sus creadores porque saben cómo ser felices sin cuestionárselo todo a cada instante.

Aunque no lo parezca, en el hemisferio sur del globo terráqueo llega la primavera en medio de un clima cada vez más otoñal. En algún punto las prioridades cambiaron de tal forma, se disfrazaron de tal manera, que parecen seguir siendo las mismas cuando, si supiéramos cuándo y dónde mirar, descubriríamos todas sus diferencias. Es sólo que, mantener los ojos cerrados resulta mucho más sencillo.
            Es poco lo que se dice acerca de mi última semana, pero lo cierto es que tampoco me pasan cosas dignas de ser contadas todo el tiempo, ergo…

7 comentarios:

Martha Barnes dijo...

Amigo querido muchacho...por lo que yo se, el mundo siempre fue igual,Se repite una y otra vez,,,,y en cada comienzo se utilizan los adelantos conseguidos en la otra etapa,que se van superando en la'próxima´vida ,,,y una y otra vez!!!!Los que seguimos en la "Edad de piedra somos los humanos" !Humanidad,nos queda grande!!!! Alguna vez ,confío que sabremos cual es el gran misterio,,,,Nacer,vivir luchar ,,morir,,????? Supongo que tanto trabajo debe servir para algo,,,de lo contrario es una "cachada" Te mando un abrazo de oso
Martha

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Algunas repeticiones son deseables, hay historias que se repiten a traves de los siglos, con algunas variantes. Como Underworld, que tiene algo de Romeo y Julieta. O como blogeros que se identifican con el concepto de "demiurgo".
Y los colores están, por una clase de sinestesia, algunos colores, como el azul, se identifican con la melancolía.
Y estos días nublados no son los mejores para tener buen ánimo. Habrá que esperar que lleguen mejores días, dignos de esta estación.

mariarosa dijo...


Ay José, hoy estás difícil o yo estoy lenta para entenderte (lo más seguro sea que yo no acomodé mis neuronas en la mañana y quedaron dadas vuelta para todo el día)

Un abrazo.

mariarosa.

Un paseante dijo...

Bueno, si únicamente sobreviven los sueños felices la cosa es llevadera. Pero me temo que en este mundo sobrevive lo bueno y lo malo. Así que por desgracia también las pesadillas son siempre las mismas, imbatibles, eternas. Mejor olvidarlas.

Boris Estebitan dijo...

Interesante tu teoría de los sueños, saludos.

anuar bolaños dijo...

Yo doy un valor especial a la rutina. Allí la molicie de los días no va tallando.

la MaLquEridA dijo...

Uno no cumple sus sueños por temor que al despertar ya no haya razón para seguir soñando.


Saludos