Semana 6
La mente humana es asombrosa pero, por
momentos, se aburre con demasiada facilidad y comienza a jugar con nosotros
mismos. Es así que creemos que la sensación deja vu es volver a ver y/o vivir
algo que ya ha sucedido pero bien puede ser la mente que se aburre y pretende
descubrir de qué modo reacomodamos la realidad ante esos pequeños saltos en la
continuidad personal. Es pausible, también, que sea el argumento de uno de los
múltiples relatos que jamás escribiré.
Si
de algo estoy seguro es que no me gustaría comprender todos los misterios de la
mente, sino tan sólo uno de ellos, el que más preocupado me tiene en estos
días. Mi mente tiene la habilidad de crear historias fabulosas (por la temática,
no por su calidad, se comprende), llenas de tramas y subtramas, de personajes
sumamente interesantes, de acción y aventuras. Con una sola de esas historias
podría escribir una saga completa de libros como los que están de moda en la
actualidad. El problema es que todo aquello lo veo, lo imagino, un minuto antes
de que suene el despertador (por segunda vez en el mejor de los casos), y debo
finalmente despertarme; allí mismo la historia se fragmenta, comienzan los
olvidos, las incoherencias y las inconsistencias argumentales.
Ni
siquiera soy capaz de retener material suficiente para completar una entrada
para el blog, ni hablar de la lista de compras del supermercado. Sólo me queda
la fantasía de que algún día podré hacerlo, es decir, no me despertaré por
culpa del reloj, sino para escribir, y el mundo conocerá lo que acontece en mis
sueños.
Mi
mente juega conmigo porque nada tiene que logre estimularla lo suficiente como
para escribir, construir universo y permitir que los mundos florezcan como solía
hacerlo antaño; la rutina aplaca y destruye cualquier intento por hacer algo
diferente, por ser uno mismo y no sólo uno del montón. La constante
banalización de la cultura mundial no resulta, tampoco, una ayuda.
A
principios del siglo XX una práctica común de la medicina era la lobotomía.
Médicos altamente preparados trepanaban cerebros aquí y allí buscando la
ansiada normalidad en sujetos que esos mismos médicos habían catalogado por
fuera de la media. Hoy, principios del siglo XXI, la técnica ha mejorado
bastante, ya no se necesitan médicos, tan sólo una pantalla enorme, mediana o
diminuta, lo mismo da porque en cualquier de sus tamaños cumplen la misma
función, mutilamos nuestra propia capacidad por el placer de no ver nuestro
reflejo en su superficie.
Mi
mente juega conmigo de forma tan rebuscada que soy incapaz de comprender su
humor; lo cual me permite entender como se sienten quienes me rodean cuando
escuchan cualquier cosa que digo y la creen porque no me conocen lo suficiente.
Semana 7
Una serie de eventos para nada desafortunados
me llevó a que la semana anterior “olvidara” actualizar el blog. Sin embargo, y
dado que parece que nadie se percató de ello, aquí nos encontramos nuevamente,
denegación de DNS mediante y con intenciones de acotar alguna que otra novedad.
El olvido selectivo habitual fruto
de la vida que se superpone a la mayor parte de las decisiones que podamos o no
tomar, me llevó a que esta semana recordara averiguar quiénes habían ganado
varios concursos literarios en los que participara a lo largo del primer
semestre del año. Se habían ido cumpliéndose las fechas de entrega de premios
o, al menos, la fechas en las que debían avisar quién había resultado
seleccionado, y no me había enterado de nada.
Pero ese no haberme enterado de nada con anterioridad, de por sí,
me avisaba de la situación en la que ni siquiera había sido considerado como
participante de los mismos. El confirmarlo luego de buscar y más buscar en la
red, se torna necesario, más que nada dado que pululan editoriales que
construyen su trayectoria y catálogo estafando a los autores que todavía no han
podido constituir su propia carrera exigiéndoles que sean ellos los encargados
de la difusión, la venta y distribución de los libros. Entonces, si los autores
hacen todo, incluso los trámites y registros necesarios sobre los derechos de
las obras, ¿para qué necesitan a las editoriales? Continúo preguntándome lo
mismo, aún cuando la respuesta no resulta sencilla ni lo suficientemente
contundente como cabría de esperarse para dar por terminado el tema.
Por fuera de eso, ¿puede hacerse
algo más que continuar esperando e intentándolo cuando surja la posibilidad?
Diciendo, al mismo tiempo, que ciertas propuestas carecen de seriedad. De ésta
forma el silencio deja de ser autoimpuesta para volverse una necesidad para
sobrevivir ante la inclemencia del medio del cual queremos formar parte.
Quizás, el secreto, después de todo, resulte medianamente útil.
Existe un proverbio, no sé si árabe,
japonés, chino, jedi, o klingon, que dice algo así como: cuando hables que tus palabras sean mejor que el silencio. Quizá
vaya siendo hora de ponerlo en práctica y continuar pensando en qué escribir (o
cómo hacerlo) hasta que surja el tiempo para realmente poder realizarlo.
5 comentarios:
Tu mente juega a que no puede escribir historias de calidad.
Cuando en realidad, si podes hacerlo.
Saludos, colega demiurgo.
dicen que para escribir hay que encontrar un tema que nos apasione y escribir sobre ello. por lo que he leído tienes sistematizadas las entradas al blog, yo no, escribo cuando puedo o tengo algo que decir y si una semana no puedo no pasa nada
El tema de los sueños , lo he vivido, me despierto y no recuerdo nada interesante, aunque en el sueño me digo esto es bueno para un cuento. Hace poco desperté con una historia, me levanté y escribí lo que recordaba, pronto la voy a publicar en el blog. La primera vez que logro escribir y darle forma de relato.
Insiste , que en algún momento va a surgir la gran historia y si te parece en los diarios se encuentran cada historias, que hasta Poe las quisiera para motivarse.
mariarosa
Después de tres meses de silencio en mi propio blog me asusta la precisión de tu discurso :o
Abrazos.
Un día te llegará la inspiración suficiente para escribir y escribir una saga milenaria y serás muy requetefeliz.
Saludo
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