No se trata tan sólo de una sensación, sino una
realidad que nos invade cada vez que intentamos iniciar algo nuevo, algo
diferente, algo novedoso para nosotros mismos (aunque no lo sea para los
demás).
En
ese asalto demoledor de las dudas, golpeando una y otra vez la mandíbula (¿En
serio?), a derecha e izquierda (¿Ahora?), de frente y de perfil (¿Estás
seguro?), de espaldas, en picado y contrapicado (¿Lo pensaste bien?); siempre presentes,
en todo momento, como si fuera algo difícil de comprender y aceptar por sí
mismo.
Nace
la idea e, inmediatamente, su sombra se plaga de preguntas de ambos tipos; las
bien intencionadas que están allí para hacer fructificar las raíces que se
inician con grandes esfuerzos; y de las otras, las que minan y derriban
cualquier intento. ¿Vas a hacer eso? ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Qué vas a ganar con
hacerlo? ¿Quién va a interesarse en leer algo semejante?
Preguntas,
las del segundo grupo, para las que no existe respuesta alguna más que el
silencio más atroz, tan doloroso como las propias preguntas y sus signos de
interrogación que son una invitación a colgarse de sus arcos. Dificultades, una
tras otras, para las que sólo los más osados de entre nosotros, encontrarán
solución.
Y
también los necios, que las ignorarán supinamente porque ni siquiera las
reconocen como válidas. Algo que muchos más deberíamos de aprender a hacer y,
de ese modo, cuando nos pregunten cosas como:
—¿Te
parece que es un buen momento editorial para presentar una colección de relatos?
O:
—¿Te
parece que ese es un buen tema para una novela?
O:
—¿Te
parece que sigue habiendo público para la poesía?
Hacer
oídos sordos y continuar con naturalidad en lo que sabemos (o no sabemos)
hacer. Pero siempre continuar.
7 comentarios:
Muy bien planteado, colega demiurgo.
No hay que escuchar esas voces.
Tal vez no haya buenos momentos, pero no hay que desistir.
Sí existen los buenos momentos es porque alguien presentó algo que gustó, tal vez ser diferente a lo que estaba, atrayendo atención sobre un género.
Es como dices... Son difíciles los cambios, para los demás, para nosotros mismos... Las dudas siempre asaltan y hay que tener valor...
Muchos besos
!Estoy recordando tiempos pasados jaja,cuando le decían a mi mamá ,que en vez de estudiar dibujo ,hiciera cosas útiles como coser ,bordar cocinar yyyy,,,Las señoras de esa época ,no aceptaban que yo deseara ser "historietista" !!!Guauuu!!Menos mal que sus pedidos no fueron tenidos en cuenta,!!Bien mamá!!!!Unbeso Martha
Vivir con absoluta naturalidad, lidiando con la duda... Un abrazo.
Los negativos siempre aparecen, el tema es responder, ¿para qué? Para mí. Porque yo lo quiero y me gusta. Como decía mi abuelo que no era un tipo muy fino: "Me nefrega lo que digan"
Perdón por ser tan ordinaria.
mariarosa
Ahora te digo cómo respondería yo:
Te parece que hay "buenos" y "malos" momentos para presentar una colección de relatos? —¿Te parece que hay "buenos" y "malos" temas para una novela?
—¿Te parece que puede extinguirse el público de un género literario como la poesía?
Saludos, José!
Demiurgo: ¿Cómo convencemos a nuestros oídos de no darle espacio a ciertas voces? No sé cómo hacerlo.
Carmen Magia: Las dudas siempre están presentes, es sólo que en algunas ocasiones parecen más fuertes y pesadas que en otras.
Martha: Efectivamente, a la mayoría le ha pasado algo similar, y no siempre pueda salir bien de ello.
Darío: Y como dicen, "vivir sólo cuesta vida..."
María Rosa: La actitud del abuelo es factible, pero, ¿puede sostenérsela durante toda una vida?
Noelia: Siempre es un buen o mal momento, pero a mi ver siempre llego tarde para todo... Siempre.
Gracias por sus visitas y comentarios, como siempre.
Saludos
J.
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